Santos Simón y Judas Tadeo
“ELEGIDOS PARA SER REPRESENTANTES”
PRIMERA LECTURA
EFESIOS 2,19-22
“Estáis edificados sobre el cimiento de los
apóstoles”
Hermanos: Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino
que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis
edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo
Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se ha
levantado hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros
os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el
Espíritu. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Simón y Judas
son los Apóstoles menos conocidos, menos mencionados, de los que menos datos
tenemos. En las listas de los doce
aparecen siempre en los mismos lugares, por allá en el décimo o undécimo lugar,
sin embargo, sabemos que son tan apóstoles como aquellos que aparecen con más
frecuencia o con más claridad; tan apóstoles como Pedro, Juan, Mateo, Pablo.
Hoy la primera lectura nos invita a reflexionar el
lugar que tienen los apóstoles como grupo, como elegidos de Cristo, el lugar que ellos tienen
en nuestra fe cristiana. Cuando pensamos
que los apóstoles fueron elegidos por Jesús, pensamos en que él tuvo un
propósito, un paraqué. Pero ¿cuál fue su propósito?, el evangelio de Juan en el
capítulo 15, nos da una respuesta: “Yo
os he elegido y os he enviado para que den fruto y un fruto que permanece”; ¿pero
de qué manera van a dar fruto, cuáles van a ser sus recursos, sus estrategias?.
Pues fundamentalmente lo van a hacer a
través de la predicación, como dice el
apóstol Pablo en su carta a los Romanos en el capítulo 10, la fe viene de la
predicación, esto quiere decir que el fruto que van a dar los apóstoles lo van a dar,
sembrando la semilla de la palabra,
de la predicación, y a través de
su testimonio. Esa palabra que comunican es una Palabra completamente única, es
completamente nueva, y la vida que ellos van a comunicar es de una Vida nueva. Por eso Jesús decía a Nicodemo es necesario
nacer de nuevo, en agua y en espíritu, el que no nace de nuevo no va a ver el Reino
de Dios. De lo que se trata es de nacer de nuevo, porque esta es una semilla nueva, una semilla que el mundo no conocía, una palabra que
nosotros no podíamos darnos a nosotros mismos. Santo Tomas de Aquino nos dice
que además de el ejercicio de la razón humana es necesaria una palabra distinta una
palabra de revelación. Sin el don de la
semilla nueva que traen los apóstoles no podría haber un genuino conocimiento
de Dios. Nosotros todos dependemos de esa semilla, nos lo dice hoy el apóstol Pablo
en la primera lectura, estamos cimentados sobre el cimiento de los apóstoles,
necesitamos de ellos, sin ellos no subsiste nuestra fe, nuestra Iglesia,
nuestra fe, no es un resultado de voluntades humanas, de voluntades
compartidas, sino que nosotros
dependemos todos del testimonio
de los apóstoles de esa semilla nueva, quiere decir, que no está en nosotros
modificar la palabra que recibimos, ni modificar esta iglesia que llega a
nosotros como regalo, la realidad misma de
estos hombres elegidos nos muestra que la iglesia es don, que la iglesia es regalo que únicamente recibiendo
y solo acogiendo a este regalo podemos
ser verdaderamente fieles a Él y
podemos responder al Señor Es una enseñanza de humildad, también de alegría
y gratitud que grande lo que hemos recibido pero que responsabilidad también, pero no está en nosotros cambiarlo sino agradecerlo
y transmitirlo.
SALMO RESPONSORIAL: 18
R./A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.
OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUéMONOS A SU CONTEXTO
Este salmo hace la alabanza de la revelación de
Dios, primero en las obras de la
creación y luego en la Ley, para terminar con una humilde oración. La
revelación de Dios tiene su punto culminante en Jesús, Palabra definitiva de
Dios, camino, verdad y vida.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 6,12-19
“Escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles”
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y
pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos,
escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que se puso de nombre
Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás,
Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas
Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano,
con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de
Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara
de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados,
y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a
todos.
REFLEXIÓN
Celebramos hoy la festividad de los apóstoles Simón y Judas los cuales
son mencionados en el pasaje del evangelio que escuchamos; de ellos no tenemos
muchas referencias; sin embargo, lo que cuenta no es qué tanto el Nuevo
Testamento se refiere a ellos, sino el hecho de conocer las circunstancias en
las cuales son elegidos y la misión para la cual fueron elegidos. Si miramos
con atención, nos damos cuenta de que Lucas menciona la elección de los doce
casi inmediatamente después del anuncio oficial del proyecto de vida de Jesús
en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,18-21), y esta elección la hace después de una
noche de oración; como quien dice: Jesús es plenamente consciente de que su
proyecto evangelizador lo debe hacer en y desde una comunidad, y en segundo
lugar, lo hace en plena comunión con su Padre.
El otro detalle que queda bien ilustrado en el pasaje vocacional es el
para qué de la elección: si todos los que vienen desde lejos a ver y a escuchar
a Jesús, quedan transformados, ante el seguidor de Jesús, también los signos de
muerte deben ser transformados en vida; para eso son llamados los apóstoles y
para eso fuimos llamados también nosotros desde el día de nuestro bautismo.
ORACIÓN
Gracias Buen Señor, porque has pronunciado nuestro
nombre. Hoy estuvimos en tus labios y en tu corazón. Gracias porque nos has
elegido como siervos(as) amigos(as) tuyos(as). Nos ponemos en camino para vivir
en tu presencia, con la certeza de que tu Espíritu nos acompaña. Creemos en tu
promesa, por eso queremos permanecer fieles a Ti para que nada nos haga temer.
Tú eres nuestro amado y nosotros tus pequeños amigos que confían y esperan en Tí.
Gracias por llamarnos e invitarnos a
trabajar en tu Reino. Amén
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