miércoles, 1 de enero de 2025

Jueves 23 de Enero de 2025

 

“¿DÓNDE Y CÓMO ENCONTRAR A DIOS? ¡EN LA BÚSQUEDA DE UNA NUEVA SOCIEDAD!”

 

 PRIMERA LECTURA

HEBREOS 7,25-8,6

“Ofreció sacrificios de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo”

Hermanos: Jesús puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor. Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día -como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo-, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. En efecto, la ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre.

Esto es lo principal de toda la exposición: Tenemos un sumo sacerdote tal, que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos y es ministro del santuario y de la tienda verdadera, construida por el Señor y no por hombre. En efecto, todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios; de ahí la necesidad de que también éste tenga algo que ofrecer. Ahora bien, si estuviera en la tierra, no sería siquiera sacerdote, habiendo otros que ofrecen los dones según la Ley. Estos sacerdotes están al servicio de un esbozo y sombra de las cosas celestes, según el oráculo que recibió Moisés cuando iba a construir la tienda: "Mira -le dijo Dios-, te ajustarás al modelo que te fue mostrado en la montaña." Mas ahora a él le ha correspondido un ministerio tanto más excelente, cuanto mejor es la alianza de la que es mediador, una alianza basada en promesas mejores. Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Hay algo extraño en el corazón humano; algo que no debería ser pero que de hecho se da: la inocencia suele ir unida a la dureza. No debería ser así,  pero así es. Así era también en tiempos de Jesús. Los que se sentían más limpios y puros eran duros, a veces incluso crueles, con sus hermanos pecadores. El ejemplo típico son los fariseos, pero la cosa va más allá de una opción religiosa o de un modo de mirar la Ley. Jesús es una maravillosa excepción a esa regla fastidiosa, gracias a Dios. Inocente como ninguno, puro y alejado de todo pecado, no por ello se distancia de los impuros, ni de los enfermos, ni de los marginados. Casi uno diría que son sus predilectos. Y eso es maravilloso: he aquí a la inocencia, no vestida de petulancia ni rodeada de la típica coraza de juicios fulminantes hacia el resto del universo, sino ungida de compasión.

La Carta a los Hebreos lo expresa de modo sencillo y elocuente. Cristo es "el sumo sacerdote que nos hacía falta: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos" (Heb 7,26), pero a la vez "puede obrar con benignidad para con los ignorantes y extraviados, puesto que él mismo está sujeto a flaquezas" (Heb 5,2). Separado de los pecadores por la santidad está cerca de los pecadores por la benignidad, o si mejor decimos, por la exquisita ternura de su compasión inagotable.

 

SALMO RESPONSORIAL: 39

R./ Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

 

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

 y, en cambio, me abriste el oído;

no pides sacrificio expiatorio,

entonces yo digo: "Aquí estoy." R.

 

"-Como está escrito en mi libro

para hacer tu voluntad."

Dios mío, lo quiero

y llevo tu ley en las entrañas. R.

 

He proclamado tu salvación

 ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios:

Señor, tú lo sabes. R.

Alégrense y gocen contigo

todos los que te buscan;

digan siempre: "Grande es el Señor"

los que desean tu salvación. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

En este Salmo se encuentran reunidos dos poemas de estilo y contenido diversos. El primero  es un canto de acción de gracias por la liberación de un peligro grave. El segundo es una súplica para pedir la ayuda divina en un momento de desgracia.  Es un Salmo muy destacado porque nos revela la fragilidad, la debilidad y la pequeñez de la humanidad y nos expone la vanidad de la existencia humana. 

LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 3,7-12

“Los espíritus inmundos gritaban: "Tú eres el Hijo de Dios", pero él les prohibía que lo diesen a conocer”

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: "Tú eres el Hijo de Dios." Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Mientras los reconocidos como expertos de la religión sienten rabia hacia Jesús, como hemos visto en los últimos relatos, hasta el punto de querer eliminarlo, por su parte las personas sencillas, la gente del común, los pobres, enfermos, descartados, los “nadies” sienten una atracción tremenda por Jesús y por su mensaje. La gente que no pertenece a la religión siente fascinación por Jesús. La fuerza del mal se sentía amenazada, interpelada, desafiada por la manera de ser, de actuar y de hablar de Jesús de Nazaret. Dice el relato que “Los espíritus inmundos, al verlo caían a sus pies gritando: Tú eres el Hijo de Dios”. La tarea como bautizados y como Iglesia, en general, es colocarnos abiertamente con la palabra y los gestos contra todas las fuerzas que en la historia siguen provocando el mal a los hombres y mujeres. Que con nuestra forma de ser y actuar, el mal se sienta interpelado y amenazado. ¿Estamos tan adheridos a Jesús que hasta el mal se siente amenazado por nuestra manera de ser y de actuar?

ORACIÓN

Gracias Jesús, por el sacrificio de amor y de entrega por nosotros, gracias por ser el puente de amor entre Dios y nosotros, gracias porque la Buena Nueva y la salvación no la dejaste para unos pocos, para todos sin distinción. Señor ayúdanos a perseverar en la tarea que nos has encomendado,  a no estar paralizados, a salir al encuentro con los demás, a salir al encuentro del enfermo, del marginado, del más necesitado, a seguir  trabajando  en la construcción de  una nueva sociedad. Amén.

“El mensaje de salvación y esperanza se hace patente en actos concretos hacia las personas excluidas y sufrientes de la sociedad”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Mensaje o Intercesión por: