Nuestra Señora de Guadalupe
“BIENAVENTURADA TÚ QUE HAS CREÍDO”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 7 10-14;
8,10
El Señor dijo también a Acaz: «Pide
al Señor tu Dios que haga un milagro que te sirva de señal, ya sea abajo en lo
más profundo o arriba en lo más alto.» Acaz
contestó: «No, yo no voy a poner a prueba al Señor pidiéndole una señal.»
Entonces Isaías dijo: «Escuchen ustedes, los de la casa real de David. ¿Les
parece poco molestar a los hombres, que quieren también molestar a mi
Dios? Pues el Señor mismo les va a dar una señal:
La joven está encinta y va a tener un hijo,al que pondrá por nombre Emanuel.
Hagan planes, que serán desbaratados; propongan
lo que quieran, que no se realizará, porque Dios está con nosotros. Palabra de
Dios.
REFLEXIÓN
Al celebrar hoy la fiesta de la Guadalupana, es bueno aclarar que se
celebra a María, no por sí misma, sino por lo que Dios hizo en ella: “ en
previsión de los meritos de Cristo Jesús”. Por eso, toda fiesta mariana
ante todo y en lo fundamental es una fiesta “Cristológica”. Tal vez, una de las
cosas hermosas de celebrar esta advocación de la Virgen María, es ver en su
rostro indígena a nuestro pueblo latinoamericano, a nuestra propia raza,
a nuestros campesinos, a nuestra propia tierra. María se identifica con cada
uno, que orgullosamente reconocemos nuestras raíces, en gran medida aborígenes,
recordándonos que Dios no ha hace acepción de personas, sino que mira con ojos
de amor, bondad y misericordia, a los sencillos y humildes, no importando de la
parte del mundo de donde provengan. Entonces sinteticemos diciendo que toda
celebración mariana, no es por ella misma, sino que Dios hizo en ella;
por eso las lecturas de este día tienen como centro a la persona de
Jesús.
En la profecía de Isaías, Dios por medio de este se dirige al rey Acaz,
quien se encuentra desesperado por el temor a una
posible invasión extranjera, al punto de casi ofrecer en sacrificio a su propio
hijo, y le dice que no tema, que conserve su “fe” en Dios, y él y su dinastía
estarán asegurados. Le promete un nuevo heredero, un descendiente, que
afianzará su reino. Ese hijo será Ezequías, el rey piadoso que reinara en
Jerusalén, pero, leído a la luz de la fe, en Jesús, detrás de ese contexto
histórico se perfila el futuro y tan esperado Mesías. Esto lo concluye la
primitiva comunidad cristiana cuando empezó a celebrar la llegada de la gran
promesa a través del niño, que nacería de una virgen. Como suele ocurrir en la
historia de Israel es mucho tiempo después de realizada la
profecía, cuando esta resulta esclarecida.
SALMO RESPONSORIAL 66
R./ Oh Dios, Que te alaben los Pueblos; ¡Que Todos Los
pueblos te alaben!
Que el Señor tenga compasión y nos
bendiga,
que nos mire con buenos ojos,
para que todas las naciones de la
tierra
conozcan su voluntad y salvación. R.
Que las Naciones griten de alegría,
Pues tú gobiernas los pueblos estafa justicia;
¡tú diriges Las Naciones del Mundo! R.
La tierra ha de dado do Fruto;
¡Nuestro Dios nos ha bendecido!
¡Que Dios nos bendiga!
¡Que le honra Rinda El Mundo entero! R.
OREMOS CON EL SALMO
En esta hermosa oración, la
comunidad agradece al Señor los frutos de la tierra. Además, le suplica que
renueve constantemente sus bendiciones, a fin de que todos los pueblos
reconozcan en el Dios de Israel al único Dios. Esta perspectiva universalista
se destaca particularmente en el estribillo, que se repite “alaben oh Dios las
naciones, que te alaben todos los pueblos”. Todos experimentamos los frutos de
su bondad.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 1,39-48
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a
un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto
Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel
del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres,
y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de
mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría
en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor
se cumplirá."
María dijo: «Mi alma alaba la grandeza del Señor; mi
espíritu se alegra en Dios mi Salvador. Porque Dios ha puesto sus ojos en mí,
su humilde esclava, y desde ahora siempre me llamarán dichosa. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
En el evangelio de hoy, la comunidad lucana nos narra cómo María,
después de la anunciación no se queda instalada egoístamente en su propio
bienestar, sino el Espíritu de Dios que lleva dentro de su vientre, la lleva al
servicio, a la misión; dando a entender que lleva a Jesús en su corazón y vida
por naturaleza debe colocarse en una continua disposición a
la misión. María emprende el camino, hasta la casa (comunidad) de
su prima Isabel, madre de Juan el Bautista, para ayudarla en los meses que le
restan de embarazo; en esta misión se da el encuentro de dos
generaciones: María, que representa al proyecto y generación nueva,
traída por Jesús el Señor, e Isabel que representa la antigua alianza en la
generación de los adultos mayores. Al saludo de María (palabra de bendición),
el pequeño que se gesta en el vientre de Isabel “salta de alegría”, como
reconocimiento al salvador que llega a visitarle. Entonces Isabel responde a
aquel saludo también con una alabanza de bendición que exalta a María como la
feliz, la bienaventurada, la llena de la gracia, del favor de Dios. Pero
también reconoce la fe de María que libremente “creyó” en el anuncio del
ángel y acepto el plan salvador y liberador de Dios. Ella, tú y yo que
creemos, somos los favorecidos de Dios.
En María, Dios nos invita y enseña a estar abiertos a la acción del
Espíritu, que todo lo puede, a la escucha de la palabra para ponerla en
práctica, a optar con una disposición libre a trabajar, por hacer
realidad el Reino de Dios, que es amor , justicia, perdón y solidaridad
entre todos nosotros.
Esta experiencia de encuentro transformador entre María e Isabel se
sigue dando a diario en personas que como tú y yo, le creemos al Señor y
creemos en sus promesas de bendición y vida.
ORACIÓN
Oramos desde Tu Palabra, Señor, en gratitud hoy al recordar el
discipulado fiel de María Virgen, desde la advocación de Guadalupe, y meditando
las palabras de sabiduría de esta discípula amada: “Mi alma canta la grandeza
del Señor, mi espíritu festeja a Dios mi Salvador, porque ha mirado nuestra
pequeñez”. Queremos a imagen de María de Nazareth, ser mujeres y hombres que
decimos si a Jesucristo como centro y Señor de nuestra vida. Amén.
“Seremos
verdaderos(as) seguidores(as) de Cristo, si nos convertimos en servidores de
quienes tienen necesidad”
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