“UN PROBLEMA DE SINTONÍA”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 48,17-19
“Si hubieras atendido a mis mandatos”
Así dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: "Yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues. Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar; tu progenie sería como arena, como sus granos, los vástagos de tus entrañas; tu nombre no sería aniquilado ni destruido ante mí."Palabra de Dios. "
REFLEXIÓN
Dios se queja de su pueblo. No hay sintonía. La dureza del hombre
desconcierta al mismo hombre si reflexiona un poco sobre ella. Nos conmueve la
palabra de Isaías. He aquí a un Dios que casi tiene que darle explicaciones a
su pueblo. "Te instruyo por tu bien", dice el Señor, por si alguien
no lo había entendido. El problema de nuevo es de sintonía: el bien que Dios
quiere no es bien que el pueblo quiera. O tal vez estos bienes coinciden en el
fondo, pero la obediencia a los mandatos, camino para el bien, no encuentra
espacio en el corazón endurecido del pueblo.
Ahora bien, nosotros no podemos quedarnos contemplando el espectáculo de
la desobediencia pasada. Es preciso que hoy y aquí creamos en la palabra del
profeta: lo que Dios nos ordena nos lo ordena por nuestro bien. La gran mentira
del enemigo es: "Dios no te ama, no se ocupa de ti"; la gran verdad
revelada por Cristo es: "Dios te quiere a ti; eres importante para
él". Y desde ese amor y desde esa importancia que tienes ante él, te
ordena sus mandamientos.
SALMO RESPONSORIAL: 1
R./ El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo, proclama la dicha de seguir fielmente la voluntad de Dios,
manifestada para el Israelita en la Ley. Se contrapone a la suerte que tendrán
los que siguen el camino opuesto. Jesús también proclama dichosos a los que
escuchan la Palabra de Dios y la cumplen. Seguir “el
buen camino” es seguir a Jesús, camino, verdad y vida.
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 11,16-19
“No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre”
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "¿A quién se parece esta
generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros:
"Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones,
y no habéis llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen:
"Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y
dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y
pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios." Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy deja en evidencia la radical incapacidad de los contemporáneos de Jesús para reconocer las posibilidades que ofrece su Buena Nueva; no dispuestos a la novedad, se han acostumbramos a un estilo de vida injusto y desigual. Jesús reprocha esa actitud cerrada a las nuevas relaciones que suscita el Reino. Así lo expresó también en la parábola de los invitados a la boda que se rehusaron a participar. Ahora compara a su generación con personas inconformes que ya no saben si lamentarse o divertirse pero nunca ser felices. Creo que Jesús repetiría su mensaje a esas personas que viven quejándose de todo y nunca están conformes con nada. Nosotros también corremos el riesgo de no abrazar la novedad que nos trae Jesús por estar distraídos en la sociedad de consumo. ¿Cuántas veces nos quedamos en la queja y el lamento, en la insatisfacción y la conformidad? Las palabras de Jesús quieren sacudir nuestra ingratitud. ¿Qué nos impide dar valor a lo realmente importante?
ORACIÓN
Ayúdanos Señor a cada vez más a
entender tu Palabra, queremos saber qué nos hablas con los acontecimientos de
cada día, de que nos conoces y no nos abandonas y caminas con nosotros. Que tu
amor misericordioso en este tiempo de Adviento continúe trasformando nuestra
vida y nos siga haciendo dóciles a tu voluntad como María de Nazaret,
ayúdanos a permanecer firmes en la fe y la esperanza de un mundo más justo y
solidario. Amén.
“La amenaza más grande sobre la humanidad es
la desconexión entre nuestro corazón y la voluntad de Dios”
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