jueves, 1 de diciembre de 2022

Miércoles 07 de Diciembre de 2022

 

 

 

“DESCANSO EN LA FATIGA”

 

PRIMERA LECTURA

ISAÍAS 40, 25-31

 

"El Señor todopoderoso da fuerza al cansado"

 

"¿A quién podéis compararme, que me asemeje?", dice el Santo. Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿Quién creó aquello? El que cuenta y despliega su ejército y a cada uno lo llama por su nombre; tan grande es su poder, tan robusta su fuerza, que no falta ninguno. ¿Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: "Mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa"? ¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído? El Señor es un Dios eterno y creó los confines del orbe. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Dios es incomparable: así podría resumirse el mensaje de Isaías el día de hoy. Comparar a Dios es reducir a Dios. Comparar a Dios es poner al corazón en situación de escoger entre el Bien y los bienes. Es impresionante y brillante la descripción de la soberanía de Dios en este pasaje. Es el grande que conoce los detalles; es el inmenso al que nada se le escapa. Su conocimiento no es general, sino próximo, inmediato. Su grandeza no le aleja, su cercanía no le hace perder el conjunto. ¡Dios es bello y sabio!

Dios es también soberano porque "no se cansa". Así como su inteligencia no pierde el detalle en el conjunto ni el conjunto en el detalle, así su fuerza es magnífica en los ejércitos del alto cielo y compasiva en los pobres que se sienten agotados. Nadie lo cansa y él da fuerzas a los cansados. Nadie tiene lo que él tiene y por eso nadie da lo que él da. Es el Incomparable.

 

SALMO RESPONSORIAL: 102

R./ Bendice, alma mía, al Señor.

 

Bendice, alma mía, al Señor,

y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,

y no olvides sus beneficios. R.

 

Él perdona todas tus culpas

y cura todas tus enfermedades;

él rescata tu vida de la fosa

y te colma de gracia y de ternura. R.

 

El Señor es compasivo y misericordioso,

 lento a la ira y rico en clemencia;

 no nos trata como merecen nuestro pecados

ni nos paga según nuestras culpas. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este Salmo es un himno de alabanza a Dios comienza en forma de diálogo entre el salmista y su propia alma  y luego continúa en el estilo propio de los himnos. Su tema es la infinita bondad del Señor, que se brinda incesantemente a los hombres, en especial a los débiles y a los oprimidos. La actitud de Dios hacia los pecadores no es la de un Juez inapelable, sino la de un padre bondadoso, que conoce a fondo la miseria del hombre. El poema concluye con una invitación a bendecir a Dios, dirigida a todo el universo.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 11, 28-30

 

“Venid a mí todos los que estáis cansados”

 

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera." Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Jesús pone su atención en los sencillos, en los pobres y en todos los que soportan sobre su vida la pesada carga del legalismo judío. Mientras los judíos encontraban alivio en la ley, la multitud es invitada a encontrar alivio en la persona de Jesús. No es más la ley sino la persona de Jesús la fuente de descanso, salud y calidad de vida. Los judíos debían soportar el doble yugo de la opresión política por parte del imperio romano y de la esclavitud religiosa por una carga insoportable de cientos de prescripciones de la ley. En cambio, el yugo de la Palabra de Jesús mide su peso en la tolerancia y la humildad de corazón. Y aunque tiene exigencias radicales como las anunciadas en el sermón de la montaña o en el mandamiento del amor, es un yugo suave y ligero, que encuentra como premio el descanso de una vida compartida con Jesús y con los hermanos.

 Las cargas cotidianas siguen siendo pesadas y estresantes. El cansancio, la fatiga y el agobio son las enfermedades del mundo presente. Basta observar por la ventana de la casa o del trabajo para ver a las personas corriendo velozmente, en un ritmo acelerado. A veces da la impresión que se camina sin sentido, sin horizonte, sin esperanza. No hay tiempo para el descanso, la meditación, la reflexión, el estudio, el ocio sano. La gente se coloca pesadas cruces sobre sus hombros. Deudas, cuotas de aparatos que se han ido inventando y cada día son más sofisticados, “endéudese ahora y te embargamos después” parecieran decir las letras menudas de contratos por compras y servicios. Se ha inventado un mundo artificial que deja un vacío de sentido en las personas. Jesús nos hace una invitación personal y comunitaria: “vengan a mí los que están cansados y agobiados”. Invitación oportuna para el mundo de hoy. ¿Cuáles son nuestras cruces, afanes y fatigas? ¿Qué debemos aprender de Jesús para hacer más ligera nuestra carga y la carga del mundo?

 

ORACIÓN

Señor Jesús, te damos gracias y te suplicamos que alimentes en nosotros los valores del Evangelio, de manera que seamos tus fieles y comprometidos seguidores. Anímanos y ayúdanos cada vez más en nuestras limitaciones, cargas, afanes, dificultades y fatigas, para que de igual forma, nosotros podamos ayudar a aquellos que ven palidecer su fe en los avatares de la vida. Amén.  

 

“Hay muchos tipos de cansancio. El creyente descubre que Dios no sólo alivia el cansancio sino que batalla a su lado”

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