Santos Felipe y Santiago Apóstoles
“PERMANECER EN CRISTO, CAMINO, VERDAD Y
VIDA”
PRIMERA LECTURA
PRIMERA DE CORINTIOS
15,1-8
“Se apareció a Santiago, después a todos los apóstoles”
Ahora, hermanos, quiero que se acuerden del evangelio que les he
predicado. Este es el evangelio que ustedes aceptaron, y en el cual están
firmes. También por medio de este evangelio se salvarán, si se mantienen firmes
en él, tal como yo se lo anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano. En
primer lugar les he enseñado la misma tradición que yo recibí, a saber, que
Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que lo sepultaron y
que resucitó al tercer día, también según las Escrituras; y que se apareció a
Cefas, y luego a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a
la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos ya han muerto.
Después se apareció a Santiago, y luego a todos los apóstoles. Por último se me
apareció también a mí, que soy como un niño nacido anormalmente. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Pablo alude a lo fundamental de la fe: el kerigma, la predicación
fundamental de los cristianos, es decir, que Cristo vivió, murió y resucitó
para nuestra salvación. El apóstol recuerda una vez más a los corintios nada
menos que “el evangelio que les he predicado”. No una ideología, una doctrina
filosófica o teológica, tampoco un código moral sino la certeza de los
acontecimientos salvadores de los cuales los apóstoles fueron testigos y
autorizados mensajeros.
Se trata de la muerte salvadora de Jesús en la cruz, en cumplimiento del
plan divino de salvación para toda la humanidad. De su sepultura, garantía de
la realidad mortal que experimentó Jesús, y de su resurrección gloriosa,
irrupción definitiva de Dios en nuestra pobre historia humana y cumplimiento en
Cristo de todas las promesas y expectativas de la humanidad. Éste es el
evangelio, la buena noticia. El fundamento y principio de nuestra fe. Lo que
nos define como cristianos. Es decir, la misma persona de Jesús: su vida y su
muerte. La garantía de que ante Dios todos tenemos un lugar, de que Él nos hará
justicia a cada uno, y llevará a la plenitud nuestra efímera existencia, como
llevó a su plenitud la existencia de Jesús.
SALMO RESPONSORIAL:
18
R. / A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón,
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.
OREMOS CON EL SALMO
En este Salmo se establece un paralelismo entre las dos manifestaciones
de la gloria de Dios: una en la Creación y en las perfecciones del
universo, y otra en la Revelación concedida a su Pueblo, fuente de
felicidad y de vida para los que la aman y aceptan sus exigencias.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 14,6-14
“Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, y todavía ¿no me conoces?
Jesús le contestó: --Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente
por mí se puede llegar al Padre. Si ustedes me conocen a mí, también conocerán
a mi Padre; y ya lo conocen desde ahora, pues lo han estado viendo. Felipe le
dijo entonces:--Señor, déjanos ver al Padre, y con eso nos basta. Jesús le
contestó: --Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me
conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿por qué me pides que les
deje ver al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?
Las cosas que les digo, no las digo por mi propia cuenta. El Padre, que vive en
mí, es el que hace sus propias obras. Créanme que yo estoy en el Padre y el
Padre está en mí; si no, crean al menos por las obras mismas. Les aseguro que
el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más
grandes, porque yo voy a donde está el Padre. Y todo lo que ustedes pidan en mi
nombre, yo lo haré, para que por el Hijo se muestre la gloria del Padre. Yo
haré cualquier cosa que en mi nombre ustedes me pidan. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Encontramos un diálogo de aquellos que Jesús tenía sólo con los
Apóstoles, y en los que procuraba ir formándolos, para que tuvieran ideas
claras sobre su persona y su misión. Los apóstoles estaban influenciados
con las ideas que los judíos se habían formado sobre la persona del
Mesías: esperaban un liberador terrenal y político, mientras que la persona de
Jesús no respondía en absoluto a estas imágenes preconcebidas. Las primeras
palabras que leemos son respuesta a una pregunta del apóstol Tomás. “Yo soy el
camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn.14,6). Esta
respuesta a Tomás da pie a la petición de Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y
nos basta” (Jn.14,8). La respuesta de Jesús, es en realidad una reprensión: “Tanto
tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe?” (Jn.14,9). Los
apóstoles no acababan de entender la unidad entre el Padre y Jesús, no
alcanzaban a ver al Dios y Hombre en la persona de Jesús. Él no se limita a
demostrar su igualdad con el Padre, sino que también les recuerda que ellos
serán los que continuarán su obra salvadora. Les otorga el poder de hacer
milagros, les promete que estará siempre con ellos y cualquier cosa que pidan
en su nombre, se la concederá. Estas respuestas, también Jesús nos las dirige
hoy a todos nosotros.
ORACIÓN
Señor, Dios de la vida, ayúdanos a aceptar la cruz, como el don más
grande de tu amor y a asumirla con valentía, para ser como Tú, críticos y
actuantes ante las realidades de sometimiento e injusticia que reflejan la
cabida que se le da al egoísmo, al individualismo y la búsqueda de poder y que
nos alejan de Ti; ayúdanos a encontrar el verdadero sentido de la
liberación que nos regalaste. Que al contemplar esto que Tú eres, el Espíritu
Santo nos ayude para recibir y dar más de Ti. Amén
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