sábado, 1 de enero de 2022

Jueves 27 de Enero de 2022


 “¿DEJAMOS QUE JESÚS ILUMINE NUESTRA VIDA?”

 

PRIMERA LECTURA

2SAMUEL 7,18-19.24-29

 “¿Quién soy yo, mi Señor, y qué es mi familia?”

Después que Natán habló a David, el rey fue a presentarse ante el Señor y dijo: "¿Quién soy yo, mi Señor, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar hasta aquí? ¡Y, por si fuera poco para ti, mi Señor, has hecho a la casa de tu siervo una promesa para el futuro, mientras existan hombres, mi Señor! Has establecido a tu pueblo Israel como pueblo tuyo para siempre, y tú, Señor, eres su Dios. Ahora, pues, Señor Dios, mantén siempre la promesa que has hecho a tu siervo y su familia, cumple tu palabra. Que tu nombre sea siempre famoso. Que digan: "¡El Señor de los ejércitos es Dios de Israel!" Y que la casa de tu siervo David permanezca en tu presencia. Tú, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, has hecho a tu siervo esta revelación: "Te edificaré una casa"; por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. Ahora, mi Señor, tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar, y has hecho esta promesa a tu siervo. Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para que esté siempre en tu presencia; ya que tú, mi Señor, lo has dicho, sea siempre bendita la casa de tu siervo." Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

El texto que nos presenta hoy el segundo libro de Samuel es hermoso. Es un reconocimiento de la misericordia de Dios con David y su casa; el rey se declara indigno de recibir tanta misericordia por parte de Dios, sin embargo, Yahvé está con él y sigue manteniéndolo como rey a pesar de todas las equivocaciones que pueda haber cometido. David muestra aquí su profundo sentido religioso, dando gracias a Dios, reconociendo su iniciativa y pidiéndole que le siga bendiciendo a él y a su familia. “Dignate bendecir la casa de tu servidor», pide al Señor David y la  hace también  cuando reconoce que todo lo vivido y alcanzado ha sido por pura gracia, no con sus solas fuerzas. Es común en nuestros países la acostumbre de bendecir las casas o los bienes, devoción que brota de corazones agradecidos por el favor de Dios. Pero no debemos olvidar que esas bendiciones son, a la vez, don y tarea. Reconocer a Dios como fuente y origen de todo bien nos debe llevar a reconocer que el mayor regalo recibido es la vida misma, que nos comprometemos a cuidarla en familia, en comunidad, en sociedad.

 

David también quiere que todos hablen bien de Dios, que reconozcan la grandeza y la fidelidad de Dios: “Que tu nombre sea siempre famoso y que la casa de David permanezca en tu presencia”. Ojalá tuviéramos nosotros siempre estos sentimientos, reconociendo la actuación salvadora de Dios : “Quien soy yo, mi Señor, para que me hayas hecho llegar hasta aquí?”, “Tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar”. Oremos hoy también con David: “Dígnate bendecir a la casa de tu siervo, para que esté siempre en tu presencia”.   

 

SALMO RESPONSORIAL: 131

R. / El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.

 

Señor, tenle en cuenta a David

todos sus afanes:

cómo juró al Señor

e hizo voto al Fuerte de Jacob. R.

 

"No entraré bajo el techo de mi casa,

no subiré al lecho de mi descanso,

no daré sueño a mis ojos,

ni reposo a mis párpados,

hasta que encuentre un lugar para el Señor,

una morada para el Fuerte de Jacob." R.

 

El Señor ha jurado a David

una promesa que no retractará:

"A uno de tu linaje

pondré sobre tu trono." R.

 

"Si tus hijos guardan mi alianza

y los mandatos que les enseño,

también sus hijos, por siempre,

se sentarán sobre tu trono." R.

 

Porque el Señor ha elegido a Sión,

ha deseado vivir en ella:

"Ésta es mi mansión por siempre,

aquí viviré, porque la deseo." R.

OREMOS CON EL SALMO

Este Salmo rememora el traslado del Arca de la Alianza al monte de Sión (2 Sam. 6,12-19). Las dos partes que lo integran se corresponden en perfecto paralelismo. La primera comienza con el recuerdo del “juramento” hecho por David de no concederse ningún descansao hasta encontrar una morada digna del Señor. La segunda es la respuesta divina a los desvelos del rey: en forma de oráculo, el Señor “jura” a David que su dinastía no tendrá fin y le promete la prosperidad para su Pueblo.


LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 4,21-25

 

“El candil se trae para ponerlo en el candelero. La medida que uséis la usarán con vosotros”

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.» Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Podríamos resumir la experiencia cristiana como la experiencia de la luz por excelencia. Cristo es la luz verdadera. Por lo tanto todo creyente en Jesús se convierte en luz. La luz de un creyente está en continuo crecimiento. Hemos de estar atentos para que la Luz de Cristo en la vida se acreciente más y más. La luz y las tinieblas ha de leerse y entenderse entre la distancia que existe entre la fe y la incredulidad. Asumir el cristianismo, con la radicalidad que implica seguir a Jesús, conlleva que el discípulo se hace luz de las gentes y se convierte en testimonio vivo del amor de Dios a la humanidad. No olvidemos que todo cuanto hagamos y digamos tiene que estar gobernado por la Luz que es Cristo.

La lectura de hoy  puede darnos la impresión de que seremos medidos por Dios al final de nuestros días. Sin embargo, no será Dios quien nos medirá sino nuestros actos.  Revisemos nuestra vida desde la experiencia de Jesús y comprometámonos a ser luz del mundo, para que por nuestra vida muchos hombres y mujeres lleguen a creer en Jesús.

Meditemos en nuestro proceder con un pensamiento de Pedro Casaldáliga: “Al final del camino nos dirán: ¿Hemos vivido? ¿Hemos amado? Y, sin decir nada, abriremos el corazón lleno de nombres”.

ORACIÓN

Señor gracias por tu Palabra que siempre vivifica nuestra vida y nos instruye y guía para la misión que nos has encomendado. Hoy Señor  nos llamas a ser luz, a llevar de tu Luz a tantos lugares de tinieblas que tenemos alrededor, queremos asirnos de tu mano, que nos alientes, animes, para seguir adelante a pesar de las adversidades y para brillar con tu verdadera luz y guiar a otros hacia ti. Amén.

 “Dios supera con su bondad todo lo que podemos imaginar: nuestra confianza se ve multiplicada por su misericordia y poder”



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