Epifanía del Señor
“SIGAMOS LA ESTRELLA QUE NOS LLEVA A JESÚS”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 60, 1-6
“La gloria del Señor amanece sobre ti”
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor
amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los
pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y
caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta
la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos
llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante
de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti
los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una
multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá,
trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor. Palabra de
Dios.
REFLEXIÓN
La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías
(Tercer Isaías) corresponde a la restauración, es decir, al regreso a Jerusalén
de los exiliados en Babilonia, regreso a la gran ciudad de Dios. Cuando este
grupo de exiliados llegó a Israel encontró sus ciudades destruidas, sus campos
abandonados o apropiados por otras familias, las murallas derruidas y el
templo, el lugar donde Yahvé habitaba, incendiado. Esta dramática realidad los
desanimó completamente, centrando sus esperanzas y sus motivaciones únicamente
en la reconstrucción de sus viviendas y sus campos, dejando de lado la
restauración del templo y, con ello, la confianza en la venida gloriosa de
Yahvé, quien traería para Israel la salvación plena en la misma historia.
Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su
corazón en la fuerza salvadora de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su
pueblo, por ello Jerusalén será una ciudad radiante, llena de luz, en donde la
presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante cuya presencia
se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta manifiesta con esta
gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel,
una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del
mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.
SALMO RESPONSORIAL: 71
R. / Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes:
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia y la paz
hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributos;
que los reyes de Sabá y de Arabia
le ofrezcan sus dones, que se postren
ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R.
Porque él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.
OREMOS CON EL SALMO
Oración por el rey de Israel, en la que se idealiza proféticamente su
figura como gobernante que implanta la justicia y la paz. El éxito del rey
asegura la prosperidad para todo el pueblo. Ya en el judaísmo este salmo fue
interpretado mesiánicamente y lo mismo ha hecho la liturgia cristiana. Cristo
es el verdadero Rey que establece la justicia y la paz, su Reino es universal.
SEGUNDA LECTURA
EFESIOS 3, 2-6
“Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos”
Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que
se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el
misterio que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha
sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que
también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de
la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La visión profética descrita en la primera lectura, posee una
comprensión muy reducida de la acción salvadora de Dios, ya que es asumida como
una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de
Israel y no de toda la tierra. Pablo, a través de la carta a los Efesios,
ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través
de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de Dios, según Pablo,
consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo,
una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la
vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el
misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace
efectiva también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo
Cuerpo; esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad,
actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 2, 1-12
“Venimos de oriente para adorar al Rey”
Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos
Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el
rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos
a adorarlo". Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén
con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les
preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén
de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de
Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti
saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel"
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el
tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
"Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis,
avisadme, para ir yo también a adorarlo". Ellos, después de oír al rey, se
pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a
guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la
estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño
con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus
cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a
Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino. Palabra del Señor.
El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía», confirma
este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de
este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvadora como
Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el
evangelista insiste en nombrar con exactitud el lugar donde nació Jesús y en
confirmar, a través del Antiguo Testamento, que con su presencia en la historia
se da cumplimiento a las palabras de los profetas. Por otro lado, el rechazo de
este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas
(sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos,
venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de
Jesús, la apertura del evangelio a los paganos y su vinculación a la comunidad
cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar
nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace
presente en todas las culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad
creyente a abrir sus puertas a las necesidades y diversidad del mundo actual.
Es decir, Cristo es la epifanía de la misericordia divina para nosotros y para
todos los pueblos.
Es la epifanía, la manifestación de Dios en su Hijo Jesucristo, que ha
venido a nuestra tierra y que ha revelado la gloria del Padre, vemos a los
" los Magos de Oriente", que nos menciona el evangelio, venidos de
Oriente contemplan a Jesucristo y le dan sus regalos. Es de destacar, que más
que un encuentro cualquiera, sin importancia, estos personajes descubrieron en
Cristo la satisfacción más profunda de su búsqueda y de su anhelo. Porque ellos
eran gente que observaba los cielos, que exploraba el horizonte en la noche
buscando una luz, buscando una gracia, buscando una verdad, una sabiduría, y la
encontraron en Cristo. De modo que en Cristo vinieron a satisfacerse todas sus
necesidades y anhelos.
Pidamos al Señor, que Cristo sea nuestra epifanía, que en Él encontremos
la respuesta a nuestros interrogantes más profundos, a nuestras búsquedas, a
nuestra búsqueda de alegría y de paz, y que nosotros mismos seamos epifanía de
Dios para todos los que nos rodean.
Señor Jesús hoy te buscamos, te necesitamos, te anhelamos, queremos
recibir de tu luz, alimentarnos con el Pan de Vida de tu Palabra, con la fuerza
renovadora y creadora de tu Santo Espíritu que le da verdadero sentido a la
vida, que Él nos impulse a buscarte cada día con insistencia; danos hambre y
sed de Ti, guíanos y muévenos para salir a tu encuentro desde nuestra realidad,
desde la enfermedad, limitación, falta de fe y sigue llenando nuestra vida de ánimo
y esperanza. Amén
“Nuestra vida debe expresar en los
gestos y actitudes que somos iluminados por la luz de Jesucristo”
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