sábado, 1 de enero de 2022

Domingo 16 de Enero de 2022

 

JESÚS: EL PACTO ESPECIAL DEL AMOR DE DIOS”

 

PRIMERA LECTURA

ISAÍAS 62,1-5

“La alegría que encuentra el esposo con su esposa”

Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor.  Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán "Abandonada", ni a tu tierra "Devastada"; a ti te llamarán "Mi favorita", y a tu tierra "Desposada", porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

Las lecturas de este domingo tienen como eje transversal la invitación de Dios a toda la humanidad a asumir como propio el proyecto del Reino, de retarle, en libertad y sinceridad, a una manera nueva ser hombre y mujer, de ser creación y sociedad. El texto que leemos en la primera lectura forma parte del segundo Cántico del Siervo (Is 49,1 – 50,7) en el que se identifica al pueblo de Israel como el servidor de Dios; este Israel mencionado aquí no representa la totalidad del pueblo de Dios, sino que, tal vez, se refiera a aquella pequeña esperanza y la fe. Ese grupo que, a pesar de estar lejos de su tierra, mantiene su confianza en Yahvé es el que traerá la salvación a todo el pueblo de Israel y al mundo entero, pues Dios ha puesto sus ojos en él y le ha asignado la misión de expresar a toda la creación su deseo más profundo: salvar a todos sin excepción. El profeta que escribe este cántico marca una gran diferencia en cuanto a la comprensión de la salvación prometida por Yahvé; siendo el tiempo del exilio, el profeta anuncia una salvación para todas las naciones, no únicamente para el pueblo de Israel.

 

SALMO RESPONSORIAL  95

R./ Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria, contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: "El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente." R.

OREMOS CON EL SALMO

Este Salmo es un himno de jubilosa alabanza al Señor Dios, creador del mundo y protector de Israel, que el rey David ofreció cuando trajo el arca del Pacto a Jerusalén. El salmista canta las alabanzas a Dios, asombrado por todo lo que Él ha hecho. El mejor testimonio se da cuando nuestros corazones están agradecidos por su obra. Dios nos escogió para proclamar “en todos sus pueblos sus maravillas”.

 

SEGUNDA LECTURA

1CORINTIOS 12,4-11

“El mismo y único Espíritu reparte a cada uno como a él le parece”

 

 

Hermanos: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

La segunda lectura de hoy nos habla del Espíritu de Dios, que nos ha dado a cada uno una serie de carismas o dones de su amor para que los pongamos al servicio de la comunidad y glorifiquemos con ellos a la Comunidad de Dios. Los carismas son para la construcción y edificación de la comunidad; por eso, cada uno de nosotros ha de conocer y asumir lo que Dios le ha dado y ejercitarlo como don en la construcción de la comunidad. De esa manera viviremos la alianza matrimonial que Dios establece con nosotros a través de Jesús. 

 LECTURA DEL EVANGELIO

JUAN 2,1-11

“En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos”

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: "No les queda vino." Jesús le contestó: "Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora." Su madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que él diga." Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: "Llenad las tinajas de agua." Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: "Sacad ahora y llevádselo al mayordomo." Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora." Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él, Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Dijimos hace una semana que la manifestación poderosa de Dios se expresaba en tres signos. Hoy tenemos el tercero, las Bodas de Caná. Por eso, el mismo evangelio de este día lo afirma: “En Caná, Jesús manifestó su gloria y creció la fe de los discípulos en Él”(Jn 2,10). Confiemos en que hoy se acreciente nuestra fe. El evangelio de Juan tiene siete signos de Jesús; cada uno de ellos es señal de algo más profundo que Él va a realizar. Son como parábolas sobre el ministerio de Jesús. Y la Boda de Caná constituye el primero de estos signos: Para el cuarto evangelio, en la Boda de Caná se inicia el reino de Dios y toma la forma de un banquete matrimonial. Si para Marcos, Mateo y Lucas, el inicio del Reino se expresa con la figura de la pesca, en Juan toma la figura de una Alianza matrimonial: Dios quiere renovar la Alianza con su pueblo mediante un banquete de bodas. Ya el profeta Isaías (62,1-5) nos dice, en la primera lectura, que el pueblo que había sido devastado y abandonado por su infidelidad y conducido a Babilonia, ahora va a ser restaurado, y con la imagen de una novia preparada para su boda se expresa su transformación. Dios quiere casarse con el pueblo, su elegido, su favorito.

Por eso, el ministerio salvador de Jesús se inicia con una boda. Pero resulta que en la relación de Dios con su pueblo no hay ya vino que alegra la vida y, por la intervención de la Madre de Jesús, el agua abundante se transforma en el vino nuevo que permite la fiesta del compromiso de Dios con su comunidad. A partir de ahora, Dios se compromete seriamente en la realización de su plan de salvación, mediante la acción transformadora de Jesús que aporta vida, abundancia, plenitud. El vino nuevo que Jesús da es el vino de bendición esperado para los tiempos mesiánicos.

¿Cuál ha de ser nuestra respuesta a este compromiso de Dios con nosotros?. Hay dos aspectos concretos que podemos asumir. El primero está expresado en la palabra de María a los servidores de la boda: “Hagan lo que Él les diga”. Son palabras con una resonancia bíblica grande, repetidas constantemente en las Escritura cuando se ha querido renovar la Alianza con Dios. (Ex 19,8; Jos 24,24). Por lo mismo, “Hacer lo que Jesús nos dice”, significa vivir la Alianza con Dios, ser hombres y mujeres comprometidos que toman conciencia de su Alianza bautismal y la viven a diario, con un esfuerzo por escuchar su Palabra, hacerla vida y enseñarla a otros. Agradezcamos lo que Dios nos ofrece, acojámoslo con alegría y entremos en la fiesta de la Alianza, viviendo nuestra vida de esta semana seguros de estar íntimamente unidos al Señor, que nos ama y nos bendice.   

   

ORACIÓN

Te damos gracias, te alabamos, Buen Señor, por el amor que nos tienes; porque estás siempre dispuesto a escucharnos y bendecirnos, te pedimos hoy, llena nuestras vasijas, queremos recibir de tu vino nuevo,  recibir de tus dones. Aquí estamos hoy Padre Bendito, para pedirte que nos dejes vivir en la libertad de tu Espíritu, nos des la identidad, sello y compromiso misionero como discípulos(as) tuyos, aquí estamos para hacer tu voluntad. Amén.

 “Con Cristo ha llegado la manifestación plena del amor nuevo, fiel, puro que viene solamente de lo alto y que trae salvación y alegría incomparable a todos los que le reciben”

 

 


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