Fiesta de Santa María Madre de Dios, Año Nuevo y Día Mundial de la Paz.
“BAJO TU AMPARO NOS ACOGEMOS”
PRIMERA LECTURA
NÚMEROS 6, 22-27
“Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré”
REFLEXIÓN
La primera lectura de hoy nos trae una bendición, pero sobre todo nos
enseña a bendecir. En Números encontramos la llamada bendición aaronítica
(de Aarón), porque se afirma que Dios la reveló a Moisés para que éste a su vez
la enseñara a Aarón y a sus hijos, los sacerdotes de Israel, para que con ella
bendijeran al pueblo. Seguramente
fue usada ampliamente en el antiguo Israel. Bien nos viene una bendición de
parte de Dios al comenzar el año: que su rostro amoroso brille sobre todos
nosotros como prenda de paz. La paz tan anhelada por la humanidad entera, y
lamentablemente tan esquiva. Pero es que no basta con que Dios nos bendiga por
medio de sus sacerdotes. No basta que él nos muestre su rostro. Aquí no se
trata de bendiciones mágicas sino de un llamado a empeñarnos también nosotros
en la consecución y construcción de la paz: con nosotros mismos, en nuestro
entorno familiar, con los cercanos y los lejanos, con la naturaleza tan
maltratada por nuestras codicias; paz con Dios, Paz de Dios.
Bendigamos al Señor hoy por todo lo que hemos vivido
hasta ahora, y por el nuevo año que pone ante nuestros ojos: nuevos días por
delante, nuevas oportunidades, tiempo a nuestra disposición... Alabemos al
Señor por la misericordia que ha tenido con nosotros hasta ahora. Y también
porque nos va a permitir ser también nosotros una bendición en este nuevo año
que comienza: bendición para los hermanos y bendición para Dios mismo.
SALMO RESPONSORIAL:
66
R./ El Señor tenga piedad y nos bendiga.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.
OREMOS CON EL SALMO
En esta hermosa oración,
compuesta para celebrar la recolección de las cosechas la comunidad agradece al
Señor los frutos de la tierra. Además, le suplica que renueve constantemente
sus bendiciones, a fin de que todos los pueblos reconozcan en el Dios de Israel
al único Dios.
SEGUNDA LECTURA
GÁLATAS 4,4-7
“Envió Dios a su hijo, nacido de una mujer”
REFLEXIÓN
En Gálatas encontramos una apretada síntesis de lo que Pablo nos
enseña en tantos otros pasajes de sus cartas. En primer lugar, nos dice que el
tiempo que vivimos es de plenitud, porque en él Dios ha enviado a su Hijo, no
de cualquier manera, sino «nacido de mujer y nacido bajo la ley», es decir,
semejante en todo a nosotros y en nuestra humanidad. Pero este abajamiento del Hijo
de Dios, nos ha alcanzado la más grande de las gracias: la de llegar a ser,
todos nosotros los seres humanos, sin exclusión alguna, hijos de Dios, capaces
de llamarlo «Abba», es decir, Padre. Nuestra condición filial fundamenta una
nueva dignidad de seres humanos libres, herederos del amor de Dios. Parecerían
hermosas palabras, nada más, frente a tantos sufrimientos y miserias que
todavía experimentamos, pero se trata de que pongamos de nuestra parte para que
la obra de Jesucristo se haga realidad. Se trata de que nos apropiemos de
nuestra dignidad de hijos libres, rechazando los males personales y sociales
que nos agobian, luchando juntos contra ellos. Esto implica una tarea y una
misión: la de hacernos verdaderos hijos de Dios, y a nuestros hermanos que
conozcan esta dignidad.
Nacido de mujer, nacido bajo la ley, nos recuerda Pablo en Gálatas 4,4.
Nació en la debilidad, en la pobreza, fuera de la ciudad, en la cueva, porque
no hubo para ellos lugar en la posada... Nace en la misma situación que el conjunto
del pueblo, los sencillos, los humildes, los sin poder. Este nacimiento real y
concreto es asumido por Dios para abrazar en el amor a todos los que la
tradición había dejado fuera. Es la visita real de aquel que, por simple
misericordia, nos da la gracia de poder llamar a Dios con la familiaridad de
Abba -"papito"- y la posibilidad de considerar a todos los hombres y
mujeres hermanos muy amados. En Jesús, nacido de María -la mujer que aceptó ser
instrumento en las manos de Dios para iniciar la nueva historia- todos los
seres humanos hemos sido declarados hijos y no esclavos, hemos sido declarados
coherederos, por voluntad del Padre. La bendición o benevolencia de Dios para
los seres humanos da un gran paso: Dios ya no bendice con palabras, ahora bendice
a todos los seres humanos y aún a toda la creación, con la misma persona de su
Hijo, que se hace hermano de todos. Y nadie quedara marginado de su amor.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 2, 16-21
“Y le pusieron por nombre Jesús”
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN:
Lucas nos muestra a un Jesús sencillo, un Jesús que no nace entre los
grandes y poderosos del mundo sino entre los pequeños y humildes; como
los pastores de Belén, que no son sólo figuras decorativas de nuestros pesebres
sino que eran, en los tiempos de Jesús, personas mal vistas, con fama de
ladrones, de ignorantes y de incapaces de cumplir la ley religiosa judía. A
ellos en primer lugar llaman los «ángeles» a saludar y a adorar al Salvador
recién nacido. Ellos se convierten en pregoneros de las maravillas de Dios que
habían podido ver y oír por sí mismos. Algo similar pasa con María y José: no
eran una pareja de nobles ni de potentados, eran apenas un humilde matrimonio
de artesanos, sin poder ni prestigio alguno. Con María, la madre, que «guardaba
y meditaba estos acontecimientos en su corazón», y seguramente se alegraba y
daba gracias a Dios por ellos, y estaba dispuesta a testimoniarlo delante de
los demás, como lo hizo delante de Isabel, entonando el Magníficat.
La «maternidad divina de María», motivo oficial de la celebración
litúrgica de hoy, pero con la imagen conciliar que la Iglesia tiene
de María, «la madre de Jesús», una imagen desmitificada, María una mujer
sencilla, dispuesta a servir, María como discípula, siempre dispuesta a
seguirle y permanecer en el camino hasta el final. Contemplemos a María como nos la describe Lucas, María,
Madre de Dios, Madre que recibe a Cristo y que a la vez ofrece a Cristo. Que
Ella atraiga para nosotros, y para todos los que amamos, abundantes
bendiciones, y que como ella nosotros permanezcamos por la fuerza de su amor en
el camino de Jesús y en la construcción de su Reino.
Festejemos este Año Nuevo, como un nuevo regalo que el
Señor hace a nuestra vida, agradezcámosle con todo el corazón la
alegría de vivir, la oportunidad maravillosa que nos da de seguir amando y
seguir siendo amados, y la capacidad que nos ha dado para cambiar,
rectificar, recapacitar y continuar en su camino.
ORACIÓN
Padre Bueno, te damos infinitas gracias por el año que acaba de terminar
y por este año nuevo que queremos iniciar en el nombre de tu Hijo Jesucristo,
en tu paz y en tu amor, declarando tu presencia bendición y victoria sobre cada
uno de los días se éste nuevo año. Te ofrecemos todo lo que vamos a vivir en
este año y nos ofrecemos a nosotros mismos a ti como una ofrenda de gratitud
alabanza y amor. Glorifícate Señor en cada uno de nosotros y ayúdanos a vivir
como verdaderos hijos tuyos en medio de este mundo. Que acojamos la vida y el
proyecto de tu Hijo Jesús en nosotros, que seamos fieles como María la madre de
Nazareth a la alianza que un día hicimos contigo en el bautismo, para que
vivamos como hijos y no como esclavos. Oramos, damos gracias y bendecimos las
vidas de Diana Carolina Franco e Irma Garzón en sus cumpleaños. Amén
“Coloquemos en el Dios de la vida
nuestros sueños y anhelos, suplicando la gracia de vivir cada día con fe y
esperanza”
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