“TODOS DEBEMOS SER UNO”
PRIMERA LECTURA
HECHOS 20,17-27
REFLEXIÓN
Durante todo este período de Pascua hemos venido siguiendo el desarrollo de
la iglesia, en medio de ires y venires, de triunfos y fracasos, hemos
descubierto que Dios está presente en la historia humana. Pues bien,
durante hoy y mañana escucharemos el discurso de despedida de Pablo ante los
responsables de las comunidades cercanas a Efeso. Como en todo discurso de
despedida, encontramos aquí una mirada al pasado, otra, al presente y una final
al futuro de la comunidad. Pablo ante todo, hace un resumen global de su
ministerio, en el que se presenta a sí mismo como modelo de apóstol y
responsable de la comunidad. Ahora Pablo se dirige a Jerusalén, “forzado por el
Espíritu”. Y de nuevo es admirable su actitud y disponibilidad: “no sé lo que
me espera allí”, aunque si estoy seguro que me aguardan cárceles y luchas”. Y
sin embargo va con confianza: “no me importa la vida: lo que me importa es
completar mi carrera y cumplir el en encargo que me dio el Señor Jesús: ser
testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios”.
SALMO RESPONSORIAL: 67
R. / Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R.
Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo nos recuerda hoy que la historia de salvación tiene su
culminación en la historia de Jesús y del pueblo que le sigue, le cree y recibe
su Espíritu Santo, por eso la invitación a unirse al pueblo de Dios en su
acción de gracias se hace cada vez más universal.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 17,1-11a
“Padre, glorifica a tu Hijo”
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, ha
llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el
poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le
confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero,
y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado
la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la
gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He manifestado
tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me
los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que
me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me
diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de
ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el
mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y
lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo,
pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti." Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Esta oración puesta en labios de Jesús tiene dos aspectos muy
importantes: la proclamación de la gloria de Jesús junto al Padre, y la
intercesión por los discípulos que se quedan en el mundo y que han ido haciendo
el camino del discipulado hasta poner la confianza en Jesús. El Maestro ha realizado
plenamente la misión encomendada desde antes de la encarnación y realizada paso
a paso en la vida hasta llegar a su consumación en el misterio pascual: muerte
y resurrección. Este es el motivo de la plegaria de Jesús: agradecer,
encomendar, interceder. He aquí un camino de oración: Bendecir al Señor por
todos los dones recibidos, interceder por aquellos que puedan flaquear en la
vivencia de su fe. Indudablemente que la vida de oración es el empuje para que
el creyente pueda realizar la misión a cabalidad. De cara a la lectura del
evangelio examinemos la calidad de nuestra oración. Examinar que motivos se
tienen para orar. ¿En qué aspectos consideramos que debemos cualificar nuestra
oración?
Señor, Tú nos permites transmitir la Buena Nueva de muchas maneras, incluso
de algunas que no entendemos, pues no se trata, solamente de llegar a las
naciones y predicar a muchos, sino en nuestro propio entorno y con
nuestro testimonio de vida. Ayúdanos a ser personas pacifistas,
amorosas, pegadas a ti, que busquemos la “gloria humilde y profunda” que hoy
nos enseñas, que no nos dejemos robar la paz, ni nos dejemos llevar por
los ideales del mundo egoísta, consumista, que anhela solo el poder, sino que
obremos según tu voluntad. Amén
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