sábado, 1 de mayo de 2021

Domingo 16 de Mayo de 2021

 Ascensión del Señor

 

“JESUCRISTO, FUENTE DE LA TRASCENDENCIA ”



Al llegar al último Domingo de Pascua, podemos decir que cerramos este tiempo litúrgico con broche de oro: la solemnidad de la Ascensión del Señor. El “subir”, “ascender”, significa un camino de trascendencia que nos lleva ver más allá y también es un acto de glorificación y de honor. Después de realizar su misión terrena, de entregar su vida por la redención del mundo, Dios lo resucita  y luego Jesús asciende por encima de todo lo creado. Celebrar entonces, la Ascensión, es festejar su triunfo, cantar la culminación de su tarea mesiánica y tributarle todo el honor y la gloria que se merece, porque ahora aparece como Señor del cielo, reina sobre todo, pero ha tenido que pasar por el trago amargo de la cruz. Ahora el Padre, Dios lo ha exaltado soberanamente le ha dado Nombre sobre todo nombre, para que todos digamos: “Jesucristo es Señor para Gloria de Dios Padre” (Fil 2,9-11)   . 

 

 

PRIMERA LECTURA

HECHOS DE LOS APÓSTOLES 1,1-11

 

“Lo vieron levantarse”

 

En mi primer libro, excelentísimo Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús había hecho y enseñado desde el principio y hasta el día en que subió al cielo. Antes de irse, por medio del Espíritu Santo dio instrucciones a los apóstoles que había escogido respecto a lo que debían hacer. Y después de muerto se les presentó en persona, dándoles así claras pruebas de que estaba vivo. Durante cuarenta días se dejó ver de ellos y les estuvo hablando del reino de Dios.

Cuando todavía estaba con los apóstoles, Jesús les advirtió que no debían irse de Jerusalén. Les dijo: --Esperen a que se cumpla la promesa que mi Padre les hizo, de la cual yo les hablé. Es cierto que Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo.

Los que estaban reunidos con Jesús, le preguntaron: --Señor, ¿vas a restablecer en este momento el reino de Israel?

Jesús les contestó: --No les corresponde a ustedes conocer el día o el momento que el Padre ha fijado con su propia autoridad; pero cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mí, en Jerusalén, en toda la región de Judea y de Samaria, y hasta en las partes más lejanas de la tierra.

Dicho esto, mientras ellos lo estaban mirando, Jesús fue levantado, y una nube lo envolvió y no lo volvieron a ver. Y mientras miraban fijamente al cielo, viendo cómo Jesús se alejaba, dos hombres vestidos de blanco se aparecieron junto a ellos y les dijeron:

--Galileos, ¿por qué se han quedado mirando al cielo? Este mismo Jesús que estuvo entre ustedes y que ha sido llevado al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse allá. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Es interesante destacar en la primera lectura de hoy que Lucas resume la enseñanza de Cristo Resucitado, en sus apariciones a los discípulos, como una predicación sobre el Reino de Dios. Recordamos bien que el inicio de su ministerio público fue un anuncio similar: "El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio" (Marcos 1,15). Y luego el mismo Lucas se deleita contándonos cuántas comparaciones usó Jesús en esta tierra para que comprendiéramos algo de los misterios del Reino.

Aprendemos de aquí que en la Resurrección del Señor se da como un nuevo comienzo. El proyecto de Jesucristo no ha cambiado. Ni siquiera la muerte lo ha cambiado. Torturarlo, abandonarlo, crucificarlo, llevarlo a la muerte y depositarlo en el sepulcro... nada de ello fue capaz de romper la obediencia de amor de Cristo hacia su Padre. Una vez levantado de entre los muertos, no tiene un nuevo proyecto sino el mismo de siempre: que el nombre de Dios sea glorificado, que su voluntad sea escuchada y obedecida; en resumen: ¡que venga el Reino de Dios, que Dios reine!. Tampoco los discípulos han cambiado mucho en sus proyectos propios. Siguen esperando una gran victoria política, si no militar. Por eso preguntan si ha llegado el tiempo de restaurar el reino "de Israel." Jesús les habla del reino "de Dios" pero ellos quieren oír del reinado "de Israel." Su inteligencia tiene un límite, que es el límite de sus intereses. Por eso Jesús les anuncia no una nueva predicación, que ya les ha predicado bastante, sino un nuevo amor. Eso será la efusión del Espíritu Santo, cuya fiesta estamos prontos a celebrar, el próximo Domingo: será un nuevo amor. Con un nuevo corazón palpitando en nuestro pecho habrá también nuevas razones, las razones de Dios, que podrán entrar a nuestra mente y un nuevo Espíritu que nos refresca y nos cambia.

 

SALMO RESPONSORIAL: 46

R./ Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

 

Pueblos todos batid palmas,

aclamad a Dios con gritos de júbilo;

porque el Señor es sublime y terrible,

emperador de toda la tierra. R.

 

Dios asciende entre aclamaciones;

el Señor, al son de trompetas;

tocad para Dios, tocad,

tocad para nuestro Rey, tocad. R.

 

Porque Dios es el rey del mundo;

tocad con maestría.

Dios reina sobre las naciones,

Dios se sienta en su trono sagrado. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

 

Este Salmo aclama a Dios como Rey universal parece oírse en Él el eco una gran victoria. Nosotros con este canto aclamamos a Cristo resucitado en la hora de su resurrección. El Señor sube a la derecha del Padre, y a nosotros nos ha escogido como su heredad. Su triunfo es, pues, nuestro triunfo e incluso la victoria de toda la humanidad. Por ello, no solo el pueblo que le sigue sino incluso todos los pueblos debemos batir palmas y aclamar a Dios con gritos de júbilo.

 

SEGUNDA LECTURA

EFESIOS: 4,1-13

 

“A la medida de Cristo en su plenitud”

 

Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. (Por eso dice la Escritura: "Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres." El "subió" supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el universo.) Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Hoy es una gran fiesta para todos nosotros los seguidores del Señor Resucitado; la Palabra ilumina de manera esplendida nuestra reflexión de hoy. Invitándonos primero a ser testigos que salgamos a dar testimonio del Resucitado. Esta segunda lectura de Pablo a la comunidad de Efeso, podríamos decir que es una oración y expresión de afecto de Pablo por esta comunidad. En ella Pablo pide sabiduría y conocimiento revelado presenta una visión de Cristo glorioso y majestuoso sentado junto al Padre. Esta es la esperanza que siempre tiene que animar a la comunidad a conocer cada vez más plenamente a Dios y a su Reino propuesto y entregado por Jesús Resucitado. Jesucristo es soberano de todo lo creado. Él es la cabeza de todas las cosas. Pero es también cabeza de la comunidad creyente; por tanto la Iglesia está en íntima comunicación con el Espíritu del Resucitado llamando a una cercana y solidaria relación desde la diversidad buscando siempre la unidad de la comunidad.   

 

 LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 16,15-20

 

“Subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios”

 

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos." Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

El tema del mandato misionero está asociado a la Ascensión por tradición. El final del evangelio de Marcos es el que asocia un mandato misionero de Jesús en el momento de «su despedida antes de partir para el cielo». Con la Ascensión del Señor culmina la misión terrena de Jesús, pero se inicia en forma la misión de sus discípulos y en ellos la misión universal de la Iglesia.  

 

Por eso, el evangelio de Marcos sintetizando la fe de las primeras comunidades, pone en boca de Jesús estas palabras: “Vayan al mundo entero  y proclamen el evangelio a toda la creación”. Este anuncio gozoso y lleno de poder incluye la presentación de Jesús y de su obra salvadora, la inserción en una comunidad cristiana mediante el bautismo, y la realización concreta ante los hombres de signos que expresen la cercanía y la acción salvadora del Señor. Signos de liberación y de sanación, signos de protección, signos de alabanza y glorificación. Cuando la Iglesia realiza esta misión, el Señor actúa con ella y confirma la palabra predicada con los signos que la acompañan, nos dice el evangelista Marcos.    

 

Por otra parte el evangelio también nos dice el día de hoy: "Subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre". Quiere decir, que Jesús ha sido asumido para participar de la autoridad, de la grandeza, de la gloria de Dios. Es un hombre que nació de una mujer pero encarnando una persona divina; y cuando cumplió su misión histórica en la tierra, no sólo lo divino sino lo humano, lo que nació de María, lo que lleva nuestra humanidad, un hombre de carne y hueso como nosotros, ha subido también a hacerse Dios, a participar de lo divino. Cristo es Dios, Cristo es hombre que sentado a la derecha de Dios disfruta todas las prerrogativas de Dios. Y nosotros que hemos sido llevados con Él, hemos recibido también esa vocación de lo divino. Es camino hacia la trascendencia y nos levanta a ver más allá de la historia.

 

ORACIÓN

Señor, al ir al Padre llevas contigo la redención de nuestra naturaleza humana y la siembra en nuestro corazón de la posibilidad de un mundo diferente desde aquí en la tierra, basado en el principio del amor que produce justicia, igualdad y solidaridad,  Ayúdanos por favor a orientar nuestra mirada y corazón a esos bienes que no son materiales, sino que nos llevan a ser más como Tú y trascender hacia el lugar donde nuestra vida se glorificará contigo. Amén   

 

“Creemos que Jesucristo en su trascendencia es la fuerza que puede transformar este mundo”

 

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