Fiesta de María, Madre de la Iglesia
“PENTECOSTÉS: EL AROMA DEL PERFUME DE LA
MADRE”
PRIMERA LECTURA
GÉNESIS 3,9-15
“Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer”
Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: "¿Dónde
estás?" Él contestó: "Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque
estaba desnudo, y me escondí." El Señor le replicó: "Quién te informó
de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí
comer?" Adán respondió: "La mujer que me diste como compañera me
ofreció del fruto, y comí." El Señor dijo a la mujer: "¿Qué es lo que
has hecho?" Ella respondió: "La serpiente me engaño, y comí." El
Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho eso, serás maldita entre
todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y
comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre
tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el
talón." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La liturgia de la palabra de este día gira en torno al tema de realizar la
voluntad de Dios. En el libro del Génesis encontramos como el querer igualarse
a Dios, ignorando su voluntad, llevo a la desgracia al ser humano, quien fue
expulsado del paraíso, pero desde el mismo comienzo se presentó también por
amor misericordioso del Padre, la posibilidad de la salvación. Cuando el hombre
peco, Dios no lo abandonó, al poder de la muerte como correspondía a su
desobediencia, sino que se compadeció de él y decidió salvarlo. Cierto es que
perdió la relación de amistad directa con el creador, pero al final recibió “el
primer anuncio de la salvación”.
Si por una mujer (Eva) el mal sedujo a la humanidad, también por una mujer
(María), llegará la redención, la esperanza del Mesías.
SALMO RESPONSORIAL 86
R. / Alabad al Señor, todas las naciones.
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! R.
"Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes, han nacido allí."
Se dirá de Sión: "Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado." R.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
"Éste ha nacido allí."
Y cantarán mientras danzan:
"Todas mis fuentes están en ti." R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es un canto a Jerusalén considerada como la patria de todos los
pueblos. Visión universalista de la salvación. Esta visión se realiza
plenamente en la Iglesia, que se convierte, gracias a Cristo, en la patria de
todos los seres humanos y de todas las razas y pueblos.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN
19, 25-34
Junto a
la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de
Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a
quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al
discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la
recibió en su casa. Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para
que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed.
Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la
ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el
vinagre, dijo Jesús: «Todo se ha cumplido». E inclinando la cabeza, entregó su
espíritu. Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a
Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar
sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese
sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos
que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya
estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le
atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
Dentro del marco de este tiempo de Pentecostés, hoy la liturgia nos invita
a reflexionar en torno a María como madre de la Iglesia. Desde la comunidad del
discípulo amado María, al igual que las mujeres tienen un papel fundamental. La
veremos en sus inicios en Nazareth, pasando por Belén, llegando a Jerusalén y
enfrentando el drama de la cruz y posteriormente al igual que las otras mujeres
la encontraremos liderando a la comunidad en Pentecostés (Hechos 1,14); de esta
manera vemos como se inicia la misión materna iniciada por el Espíritu Santo en
ella. La madre, sufriente junto a la cruz (Jn 19,25), acepta por amor el
sacrificio de dolor junto a la cruz que es el de su Hijo Jesús. Así
mismo, allí mismo Jesús en la cruz elije a sus discípulos como herederos de su
amor volcándolos hacia la madre, confiándoselos a ella para que la recibieran
con afecto filial.
En los evangelios las pocas palabras de María siempre son palabras de
madre. La madre y las mujeres y el discípulo amado son la clave y fundamento de
la comunidad de Jesús. La madre con sus compañeras, representan todo el que da
amor. María no solamente es madre de la comunidad sino signo del amor del Hijo
que se debe compartir en la comunidad. María es madre de la Iglesia y, es más
que simplemente la dimensión femenina de ella. La maternidad de María es algo
grande de Dios, de hecho Dios ha querido nacer de una mujer para enseñarnos ese
camino; que la mujer es signo generador de vida. Por eso hablar de Pentecostés
es dejarnos llenar del Espíritu Santo y hacer que Él nos fecunde para que nos
convirtamos cada vez más en generadores de vida para otros, con actitudes de
ternura, de mansedumbre, de humildad, de esperanza, seguros que ese es el
camino como el que un día escogió María allá en Nazareth. Al igual que el Hijo,
María es algo más que una simple devoción. No se puede ver como un sustantivo,
ni menos leer como un adjetivo; solamente como el Hijo, se puede conjugar como
un verbo.
ORACIÓN
Señor gracias porque tu Espíritu nos revela el rostro materno de tu amor a
través de María. Gracias María, mujer campesina, humilde y sencilla; todos tus
hijos llenos de gozo hoy te proclamamos por siempre bienaventurada. Tú que
acompañaste desde Nazareth y Belén hasta la cruz a tu Hijo, danos fortaleza
ante el dolor y grandeza de corazón para amar como tú, a todos sin distinción,
incluso los que nos han hecho daño. Amén
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