Pentecostés
“EL
ESPÍRITU SANTO DE DIOS OBRA MARAVILLAS”
El Espíritu es la misma vida de Dios. En la Biblia es sinónimo de
vitalidad, de dinamismo y novedad. El Espíritu animó la misión de Jesús y se
encuentra también a la raíz de la misión de la Iglesia. El evento de
Pentecostés nos remonta al corazón mismo de la experiencia cristiana : una
experiencia de vida nueva con dimensiones universales. Celebremos hoy con
alegría la fiesta de Pentecostés cincuenta días después de la Pascua. Fiesta
del Espíritu Santo y de la «inauguración» de la misión de la Iglesia.
HECHOS 2,1- 11
Vivían en Jerusalén judíos cumplidores de sus deberes religiosos, que
habían venido de todas partes del mundo. La gente se reunió al oir aquel ruido,
y no sabía qué pensar, porque cada uno oía a los creyentes hablar en su propia
lengua. Eran tales su sorpresa y su asombro, que decían:¿Acaso no son galileos
todos estos que están hablando? ¿Cómo es que los oímos hablar en nuestras
propias lenguas? Aquí hay gente de Partia, de Media, de Elam, de Mesopotamia,
de Judea, de Capadocia, del Ponto y de la provincia de Asia, de Frigia y de
Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia cercanas a Cirene. Hay también
gente de Roma que vive aquí; unos son judíos de nacimiento y otros se han
convertido al judaísmo. También los hay venidos de Creta y de Arabia. ¡Y los
oímos hablar en nuestras propias lenguas de las maravillas de Dios!
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Cualquier gran ciudad de nuestro tiempo rememora a Babel, la torre de Babel: pluralidad de lenguas, pluralidad de culturas, pluralidad de ideas, pluralidad de estilos de vida y problemas inmensos de intolerancia e incomprensión entre los que la habitan. ¿Cómo convivir y entenderse quienes tienen tantas diferencias? Hoy esta situación está volviéndose especialmente problemática en los países desarrollados, pero también en las grandes y pequeñas ciudades de todo el mundo. Inmigrantes del campo, del interior, de otras provincias o países que lo dejan todo para buscar un trabajo, un hogar, un lugar donde recibir sustento y calidad de vida. A la desesperada son cada día más los que abandonan su país para tocar a la puerta de otros países y de países desarrollados, aunque para ello haya que surcar trochas, mares tenebrosos en barcas desamparadas. Llegar a la otra orilla es la ilusión... Y cuando llegan, si es que los dejan entrar, comienza un verdadero calvario hasta poder situarse al nivel de los que allí viven. Nuestro mundo se ha convertido ya en paradigma de la torre de Babel, palabra que significaba «puerta de los dioses». Así se denominaba la ciudad, símbolo de la humanidad, precursora de la cultura urbana. Una ciudad en torno a una torre, una lengua y un proyecto: escalar el cielo, invadir el área de lo divino. El ser humano quiso ser como Dios (ya antes lo había intentado en el paraíso a nivel de pareja, ahora a nivel político) y se unió (-se uniformó) para lograrlo.
Pero el
proyecto se frustró: aquel Dios, celoso desde los comienzos por la intenciones
de poder del ser humano, confundió (en
hebreo, "balal") las lenguas y acabó para siempre con la Puerta de
los dioses ("Babel"). Tal vez nunca existió aquel mundo uniformado;
quizá fue sólo una tentadora aspiración de poder humano. Después del castigo
divino, las diferentes lenguas fueron el mayor obstáculo para la convivencia,
principio de dispersión y de ruptura humana. El autor de la narración babélica
no pensó en la riqueza de la pluralidad e interpretó el gesto divino como
castigo. Pero hizo constar, ya desde el principio, que Dios estaba por el pluralismo,
diferenciando a los habitantes del globo por la lengua y dispersándolos.
Seis siglos
después de escribirse esta narración del libro del Génesis, leemos hoy otra en
el de los Hechos de los Apóstoles. Lo narrado habría tenido lugar en el día de
Pentecostés, fiesta de la siega en la que los judíos recordaban el pacto de
Dios con el pueblo en el monte Sinaí, «cincuenta días» (=Pentecostés) después de la salida de Egipto. Estaban reunidos los
discípulos, también cincuenta días después de la Resurrección (el éxodo de
Jesús al Padre) e iban a recoger el fruto de la siembra del Maestro: la venida
del Espíritu que se describe acompañada de sucesos, expresados como si se
tratara de fenómenos sensibles: ruido como de viento huracanado, lenguas como
de fuego que consume, Espíritu (=«ruah»:
aire, aliento vital, respiración) Santo (=hagios:
no terreno, separado, divino). Es el modo que elige Lucas para expresar lo
inenarrable, la irrupción de un Espíritu que les libraría del miedo y del temor
y que les haría hablar con libertad para promulgar la buena noticia de la
muerte y resurrección de Jesús.
Por esto
recibido, el Espíritu, comienzan todos a hablar “lenguas diferentes” otros
hablan de ruidos extraños. Lo importante
con este término, es saber que el
movimiento de Jesús nace abierto a todo el mundo y a todos, que Dios ya no
quiere la uniformidad, sino la pluralidad; que no quiere la confrontación sino
el diálogo; que ha comenzado una nueva era en la que hay que proclamar que
todos pueden ser hermanos, no sólo a pesar de, sino gracias a las diferencias;
que ya es posible entenderse superando todo tipo de barreras que impiden la
comunicación. Porque este Espíritu de
Dios no es Espíritu de monotonía o de uniformidad: es políglota, polifónico.
Espíritu de concertación (del latín "concertare": debatir, discutir,
componer, pactar, acordar). Espíritu que pone de acuerdo a gente que tiene
puntos de vista distintos o modos de ser diferentes. El día de Pentecostés, a
más lenguas, no vino, como en Babel, más confusión. "Cada uno los oía
hablar en su propio idioma de las maravillas de Dios". Dios hacía posible
el milagro de entenderse.. Se estrenó así la nueva Babel, la pretendida de
Dios, lejos de uniformidades malsanas, un mundo plural, pero acorde. Ojalá que
la reinventemos y no sigamos levantando muros ni barreras entre ricos y pobres,
entre credos, entre generaciones, entre
culturas, entre razas, entre países desarrollados y en vías de desarrollo o ni
siquiera eso.
Y la venida
del Espíritu significó para aquel puñado de discípulos el fin del miedo y del
temor. Las puertas de la comunidad se abrieron. Nació una comunidad humana,
libre como viento, como fuego ardiente. No sin razón dice Pablo: "Donde
hay Espíritu de Dios hay libertad", y donde hay libertad, autonomía (el
ser humano -y su bien- se hacen ley), y donde hay autonomía, se fomenta la
pluralidad y la individualidad, como camino de unidad, y resplandece la verdad,
porque el Espíritu es veraz y nos guiará por el camino de la verdad, de la
autenticidad, de la vida, como dice Juan en su evangelio. Que venga un nuevo
Pentecostés sobre nuestro mundo, sobre nuestro país, sobre nuestras,
comunidades y familias –es nuestra
oración- para acabar con esta ola de intolerancia e intransigencia que nos
invade por doquier.
SALMO RESPONSORIAL: 103
R./ Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R.
Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R.
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este Salmo es un cántico de alabanza a Dios por las
maravillas de su acción en la creación, desde el comienzo y en cada momento.
Reconocer la belleza de la creación es reconocer la sabiduría del Creador. La
grandeza de la acción creadora de Dios se perfecciona en la nueva creación realizada
en Cristo y llegará a su término en los nuevos cielos y la nueva tierra que
esperamos.
SEGUNDA LECTURA
1 CORINTIOS 12, 3b-7.12-13
El cuerpo humano, aunque está formado por muchos miembros, es un solo
cuerpo. Así también Cristo. Y de la misma manera, todos nosotros, judíos o no
judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por
medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
En la primera carta a los Corintios Pablo enfatiza la acción del Espíritu
en la vida de los creyentes y en la construcción de la Comunidad eclesial.
Consciente de las divisiones que se vivían al interior de esta comunidad
insiste en que los dones, los carismas, los ministerios y los servicios proceden
de un mismo Espíritu. Por lo tanto todos los carismas, dones y ministerios
están en función del crecimiento de la Iglesia. La acción del Espíritu
cualifica la misión de la Iglesia en el mundo y no sólo para la santificación
individual. El Espíritu articula interiormente la misión de Jesús y la misión
de la Iglesia.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20,19-23
“Reciban el Espíritu Santo”
Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los
discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las
autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los
saludó diciendo:
--¡Paz a ustedes!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver
al Señor. Luego Jesús les dijo otra vez:
--¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
Y sopló sobre ellos, y les dijo:
--Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les
quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio de Juan nos presenta dos escenas contrastantes. En primer
lugar, los discípulos encerrados en una casa, con las puertas cerradas, llenos
de miedo y al anochecer. En segundo lugar, la presencia de Jesús que les
comunica la paz, les muestra sus heridas como signo de su presencia real, se
llenan de alegría y Jesús les comunica el Espíritu que los cualifica para la
misión. El miedo, la oscuridad y el encerramiento de «la casa interior» se
transforman ahora con la presencia de Jesús en paz, alegría y envío misionero.
Son signos tangibles de la acción misteriosa y transformante del Espíritu en el
interior del discípulo y de la comunidad.
Resurrección, ascensión, irrupción del Espíritu y misión aparecen aquí
íntimamente articuladas. No son momentos aislados sino simultáneos, progresivos
y dinamizadores en la comunidad.
Jesús cumple sus promesas. Les ha prometido a sus discípulos que pronto
regresará, que nos les dejará solos. Les ha dicho que el Espíritu Santo de Dios
les asistirá para que entiendan todo lo que él les ha anunciado. Así lo hace.
Ahora les comunica el Espíritu que todo lo crea y lo hace nuevo. Jesús sopla
sobre ellos como Dios sopló para crear al ser humano. Ellos son las personas
nuevas de la creación restaurada por la entrega amorosa de Jesús.
La violencia, la injusticia, la miseria y la corrupción en todos los
ámbitos de la sociedad nos llenan de miedo, desaliento y desesperanza. No vemos
salidas y preferimos encerrarnos en nosotros mismos, en nuestros asuntos
individuales y olvidarnos del gran asunto de Jesús. Entonces es cuando él
irrumpe en nuestro interior, traspasa las puertas del corazón e ilumina el
entendimiento para que comprendamos que no nos ha abandonado. El sigue presente
en nuestra vida y en el seno de la comunidad. Sigue actuando a través de muchas
personas y organizaciones que se comprometen a cabalidad para seguir luchando
contra todas las formas de pecado que deshumanizan y alienan al ser humano. El
Espíritu de Dios sigue actuando en la historia aunque aparentemente no lo
percibamos. No es necesario hacer tanta bulla para decir que el Espíritu está
actuando. Muchas veces no lo sentimos porque actúa en forma muy sencilla a
través de gestos que pueden pasar desapercibidos.
Celebremos al Espíritu hoy, tengamos la experiencia de una nueva creación,
de un poder grande que transforma, de una comunidad que se integra en la
comunión, ( común- unión), de un anuncio alegre de Dios en medio de nosotros.
Abrámonos a la acción del Espíritu de Jesús y dejemos que Él nos haga discípulos
misioneros, que proclaman la alegría de la vida nueva que nos da el Resucitado.
ORACIÓN
Amado Jesús, hemos descuidado tanto la persona del Espíritu Santo, que en
este Pentecostés sentimos la necesidad de decirle que anhelamos conocerle,
caminar cerca de él, que deseamos que venga y limpie todo lo que hay en nuestro
ser, que descienda sobre nosotros, que como aceite derramado nos unja,
como fuente de agua viva nos limpie y como fuego nos purifique. Creemos en su
acción de fuerza de Dios para transformarnos, guiarnos y fortalecernos en el
encargo de ser seguidores y servidores tuyos. Y te decimos hoy: ¡Ven
Espíritu Santo, llénanos, confórtanos, fortalécenos y guíanos! Amén
“Quienes han recibido al Espíritu Santo comprenden la
manifestaciones y dones que Dios otorga a las personas que deciden vivir por y
para El, en amor, obediencia y servicio”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: