“PENTECOSTÉS EN LOS TIEMPOS DELA PANDEMIA”
Un saludo y una
bendición en estos días todavía de confinamiento y, me imagino, que de mucha
reflexión y deseos de grandes cambios.
Pensando que
después de estos noventa días de tiempo fuerte dentro de la liturgia, cuarenta
de la preparación a la Pascua y luego cincuenta celebrando la gran y mejor
noticia en el tiempo de pascua, es que “La
vida venció a la muerte”. Ya al final de esta Pascua veíamos la ascensión
que nos llevó a los días presentes en la liturgia que es el tiempo de Pentecostés;
sobre este tiempo o vida en el Espíritu, quisiera para este mes proponerles
cuatro momentos, y especialmente centrarme en uno de ellos. Entonces
Pentecostés o vida en el Espíritu es:
1.
Conversión,
quiere decir vuelta o regreso a Dios. De nada serviría todos estos días de
dificultad y adversidad si las diferentes situaciones no nos mueven o nos
empujan a volver nuestra vida a Dios.
2.
Renovación, que
quiere decir volver a comenzar de nuevo. Si he caído muchas veces es levantarme
por la gracia y la ayuda del Señor, Renovación es que lo viejo, lo añejo por la
medicina del amor (Espíritu Santo) se convierta en un hoy, en un eterno
presente, en algo nuevo.
3.
Decisión, que
es atreverse a optar por nuevas opciones o propuestas de vida, o lo que, por
estos tiempos se llama “Reinventarse”
4.
Misión, que
es igual a compromiso de solidaridad, fraternidad y servicio con el otro
Quisiera que
reflexionáramos un poco más sobre el tercer momento que es la decisión y para ello me gustaría que
interioricemos acerca de un modelo bíblico muy hermoso e interesante: María de
Nazaret. En no muy pocas veces, llamada en la teología cristiana como “la mujer
de las decisiones”.
Muchas veces en
medio de las situaciones adversas, cuando he intentado darme por vencido o en
el ambiente muy coloquial nuestro de “tirar la toalla”, vuelvo a esta mujer y
me gusta su propuesta de vida con el famoso “Sí” al proyecto de su hijo Jesús,
venga lo que venga.
En el Evangelio
de Lucas en el capítulo 1 a partir del versículo 26, la vemos al igual que en
Hechos de los apóstoles 1,14, acompañando a la comunidad en medio de las
dificultades. Una vez se encarna en ella la Buena Noticia de la Salvación, toma
la decisión apresuradamente de ir por los caminos montañosos de Judea a prestar
un servicio en solidaridad en la casa de su prima Isabel y del sacerdote
Zacarías; muy a pesar de la gran distancia en la que se encontraba. María no
esperó ayudar para el próximo día sino se decide radicalmente ya a obrar el
bien. Mientras a veces tanta gente, entre esos, yo también, postergamos las
acciones importantes de la vida, especialmente para enfrentar el reto del amor
misericordioso, lo dejamos quizás para después, o “cuando lo sienta o tenga
ganas”. María no espera, como no da espera la necesidad de los demás para hacer
lo que es debido, sino que decide atravesar casi todo su país para ir a buscar
a las personas de su familia que en eso momento más lo necesitan. En este
contexto ella decide acortar las distancias que la separan de la necesidad de su
familia y aún las incertidumbres propias de quien debe atreverse, solo por amor
a optar por caminos desconocidos que van a ayudar a los otros. Qué bueno sería
aprender de María a tomar decisiones que impliquen toda la vida, sin poner
excusas reales o imaginarias como frecuentemente lo hacemos.
Este tiempo difícil por el que atravesamos nos
debe llevar a que movidos por el Espíritu Santo tomemos decisiones y deseos de
grandes cambios. “Todavía no es 31 de diciembre, por lo general en esa época es
muy común ver a la gente hacer propósitos para el año que va a comenzar… “desde
mañana dejo el cigarrillo, el licor; a partir de mañana empiezo a hacer
ejercicio, dieta, leer, estudiar, etc.etc.” Pero es muy divertido ver que llega
el 15 de febrero o marzo y todas esas buenas intenciones o propósitos que nos
planeamos al finalizar el año anterior quedaron en eso: simplemente buenas
intenciones que no se tradujeron en acciones reales y, como María de Nazaret,
decisiones concretas de vida y por supuesto, se postergan para el próximo 31 de
diciembre. Como te darás cuenta todavía no estamos en diciembre, menos en el
31, pero Pentecostés o la vida del Espíritu dentro de nosotros nos quiere
motivar e impulsar a que tomemos decisiones. Es hora de acortar las distancias
y tomar el control de nuestra vida que en estos duros días nos lleve a
enfrentar y a vencer las montañas de odios o rencores, miedo y pánico, valles
de lejanía y distancia con Dios y con los demás, los desiertos de afecto, las
cumbres de recuerdos dolorosos del pasado y así como la madre de Jesús, al
entrar en “La casa de los suyos”, podamos envolver, a nuestra familia y
pequeñas comunidades ojala muy pronto, en un gran abrazo y renovador afecto en
la vida a pesar de las dificultades. Que ojalá como fruto de este nuevo
Pentecostés nos atrevamos a tomar y ejercer, a la luz del Espíritu Santo, las
mejores decisiones para nuestro bien y el de nuestro prójimo.
Que como a la
joven mujer campesina de Nazaret, venga la fuerza del Espíritu a nuestro
interior para no seguir dejando la felicidad para mañana, el amar para después,
el perdonar para el futuro. Que ese mismo Espíritu nos anime a emprender el
camino para enfrentar y vencer el miedo y el pánico que por este tiempo nos
está acobardando. Que confiados en el amor misericordioso del Buen Padre-Madre
Dios solamente sigamos creyendo, confiando y esperando unos no lejanos sino
prontos mejores días para todos nosotros en medio de las situaciones difíciles.
“QUE EN EL ESPÍRITU DE DIOS NOS DEJEMOS CONTAGIAR
POR DECISIONES DE AMOR, PERDON Y SERVICIO”
PROMESA BÍBLICA DEL MES
“Los apóstoles perseveraban unidos en oración, en
compañía de María la madre de Jesús y de otras mujeres”
Hechos 1,14