jueves, 1 de agosto de 2019

Sábado 10 de Agosto de 2019


Fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir.

“SERVICIO FECUNDO”

PRIMERA LECTURA
2 CORINTIOS 9,6-10

“Al que da de buena gana lo ama Dios”

Hermanos: Recuerden que el que poco siembra, cosecha poco, y el que mucho siembra, cosecha mucho. Cada cual dé lo que su corazón le diga y no de mala gana ni por compromiso, pues Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmarlos de toda clase de favores, a fin de que, teniendo siempre todo lo necesario, puedan participar generosamente en toda obra buena. Como dice la Escritura: “Repartió a manos llenas a los pobres; su justicia permanece eternamente”. Dios, que proporciona semilla al sembrador y le da pan para comer, les proporcionará a ustedes una cosecha abundante y multiplicará los frutos de su justicia. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La liturgia de hoy, en esta celebración del diácono Lorenzo nos invita de nuevo a reflexionar en el tema del servicio, compartir, negarse en favor de los demás. En esta primera lectura, Pablo invita a la comunidad de Corinto para que no sean tacaños y se unan a la ofrenda a favor de la comunidad de Jerusalén. Les pide que sean generosos, sabiendo que dependiendo de la siembra, así será también la cosecha. Les presenta, además un argumento teológico: “¿Si Dios nos ha colmado de toda clase de favores, porque no compartir con los demás?, es lógico que nosotros seamos generosos con los otros, así Dios siempre premiará, bendecirá y no se dejará ganar en generosidad con el que comparte”. Ahora bien, no se debe dar por un interés egoísta, sino con alegría y amor.
La ofrenda cristiana no consiste en dar de lo que nos sobra, sino en darnos a nosotros mismos con amor en todo lo que compartimos y entregamos. Por tanto la ofrenda no es solo dinero o cosas, sino también la donación generosa de nuestro tiempo, vocación, talentos o carismas a favor de los hermanos que más lo necesiten.
El compartir debe buscar dar una respuesta integral del que lo necesita: en lo económico, en lo intelectual, cultural, en lo emocional,  y en lo espiritual. El compartir solidariamente con lo demás debe ser el gran testimonio de la comunidad del resucitado.   

SALMO RESPONSORIAL: 111
R/ Dichoso el que se apiada y presta.

Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R.

El que se apiada y presta,
y administra rectamente su asuntos.
El justo jamás vacilara,
su recuerdo será perpetuo. R

El que es caritativo no temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón esta seguro, sin temor,
sus enemigos serán derrotados.R

Reparte ofrendas a los pobres,
su caridad es constante, sin falta,
por eso siempre alzará la frente con dignidad. R

OREMOS CON EL SALMO
Este Salmo es un himno a la grandeza de Dios y a su providencia sobre los humildes y desvalidos, similar al de Ana en el Antiguo Testamento y al de la Virgen María en el Nuevo. Dios comunica su Espíritu y sus dones a los que se reconocen pobres. No hay que olvidar que los dones de Dios nos hacen instrumentos suyos y servidores de todos.


LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 12, 24-26
“Si el grano de trigo muere, producirá mucho fruto” 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, asegura para la vida eterna. El que quiera servirme que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre». Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La comunidad de Juan en la misma línea de Pablo a los corintios nos recuerda que no se produce vida (fruto) sin dar la propia; amar es darse sin límites, hasta desaparecer, si es necesario. Solamente el don de entrega libera las bendiciones capacidades y talentos del ser humano. La muerte en el que es capaz de dar fruto no es un suceso aislado, sino la culminación de un proceso generoso de donación de si mismo. La fecundidad no depende de la transmisión de una religión o de una doctrina, sino de una muestra extrema de amor. Lo contrario que es tener apego a la propia vida es signo de destrucción total. Sólo quien no teme a la muerte puede entregarse hasta el fin, llevando su vida a su completo éxito. El verdadero discípulo(a) colabora con Él,  en la tarea de la evangelización, del anuncio del mandamiento nuevo del amor, aún en medio de la hostilidad y persecución. El que le colabora se encuentra como su Maestro, en la esfera del Espíritu. El hombre libre posee su vida, su presente, y en cada presente puede entregarse del todo; la entrega total en cada momento es el significado de “morir”. A este lo honrará el Padre como a un hijo. Podremos hacer muchas cosas, tener muchos estudios, o tener posesiones, pero nunca debemos perder de vista que lo importante es el bien que hacemos a los demás. Esa tiene que acabar siendo nuestra más  importante y auténtica riqueza. 

ORACIÓN
Señor entender que se debe morir para producir fruto es una Palabra difícil de vivir, sobre todo cuando el mismo ser humano desvió tu proyecto comunitario de solidaridad y fraternidad, por eso te pedimos llénanos de tu Espíritu para poder ponerlo en práctica. Por favor imprégnanos de tu verdadero amor, que se entrega hasta el fin, del servicio natural, el tuyo, que da sin esperar, atiende con disposición, diligencia, generosidad y  desinterés, queremos ser tus verdaderos discípulos. Amén     

 “Sirvamos a los demás de manera discreta y desinteresada, no esperando recompensas”

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