“ VIGILANCIA Y DILIGENCIA”
PRIMERA LECTURA
SABIDURÍA 18, 6-9
“Con una misma acción castigabas a los
enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti”
La noche de la liberación se les anunció
de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza
la promesa de que se fiaban. Tu pueblo
esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables, pues
con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a
ti. Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y,
de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían
solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos
tradicionales.
REFLEXIÓN
La primera lectura de hoy y el evangelio tienen en común la hora:
ambas se refieren a la noche. Y en ambas casos la noche es ambivalente, por
decirlo así. En la lectura de la sabiduría, porque se habla de la noche de la
Pascua de los hebreos en Egipto, que fue victoria y gozo para el pueblo de
Dios, pero luto y derrota para la nación opresora. En el texto de Lucas, en
cambio, la ambivalencia de la noche viene de lo que puede suceder en esas
horas: el que duerme puede ser robado y desposeído, pero el que está atento y
obediente no se quedará sin su buena recompensa. Esta lectura nos
recuerda, como los israelitas, oprimidos en Egipto, experimentaron que el Señor
era su salvador la noche en que murieron los primogénitos de los egipcios. Por
eso aquella noche tuvo un significado trascendental para la historia de los
hebreos. Les recordaba las promesas que Dios había hecho a sus padres; que
desde entonces Israel fue un pueblo libre y consagrado al Señor. La primera
cena del cordero pascual sirve de modelo a lo que había de ser centro de la
vida religiosa y cultural. La celebración pascual recuerda que Dios no cesa de
elegir a su pueblo entre los justos y de castigar a los impíos.
SALMO RESPONSORIAL: 32
R. / Dichoso el pueblo que el Señor se
escogió como heredad.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como
heredad. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus
fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este es un canto de alabanza a Dios por
su poder manifestado en la creación, en el gobierno de las naciones, en la
ayuda concedida a su pueblo. El nuevo pueblo de Dios es más extenso que el solo
Israel y tiene motivos más amplios aún para cantar su alabanza, con la humilde
confianza de ser objeto del amor de Dios
SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 11, 1-2. 8-19
“Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y
constructor iba a ser Dios”
Hermanos: La fe es seguridad de lo que
se espera, y prueba de lo que no se ve. Por su fe, son recordados los antiguos.
Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir
en heredad. Salió sin saber adónde iba. Por fe, vivió como extranjero en la
tierra prometida, habitando en tiendas -y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de
la misma promesa-, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo
arquitecto y constructor iba a ser Dios. Por fe, también Sara, cuando ya le
había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno
de fe al que se lo prometía. Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya
extinguido, nacieron hijos numerosos- como las estrellas del cielo y como la
arena incontable de las playas. Con fe murieron todos éstos, sin haber recibido
lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran
huéspedes y peregrinos en la tierra. Es claro que los que así hablan están buscando
una patria; pues, si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a
tiempo para volver. Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. Por eso
Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una
ciudad. Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo único
lo que ofrecía, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios:
"Isaac continuará tu descendencia." Pero Abrahán pensó que Dios tiene
poder hasta para hacer resucitar muertos. Y así, recobró a Isaac como figura
del futuro. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La fe de Abraham y de los patriarcas
sirve de ejemplo. Para estimular la perseverancia en la fe que lleva a la
salvación, la carta a los Hebreos aduce una serie de testigos. Abraham, lo mismo
que los hebreos del siglo I, conoció la emigración, la ruptura respecto al
medio familiar y nacional y la inseguridad de las personas desplazadas. Pero en
esas pruebas encontró Abraham motivo para ejercer un acto de fe en la promesa
de Dios. La fe enseña a no darnos por satisfechos con los bienes tangibles ni
con esperanzas inmediatas. Abraham creyó por encima de la amenaza de la muerte.
Sufrió los efectos de esterilidad de Sara y la falta de descendencia. Esta
prueba fue para él la más angustiosa porque el patriarca se acercaba a la
muerte sin haber recibido la prenda de la promesa. Aquí se hace realidad la
última calidad de la fe: aceptar la muerte sabiendo que no podrá hacer fracasar
el designio de Dios.
Más que el sufrimiento, es la muerte el
signo por excelencia de la fe y de la entrega de uno mismo a Dios. Abraham
creyó en un “más allá de la muerte”, creyó le sería concedida una posteridad
incluso en un cuerpo ya apagado, porque le había sido prometida. Esta fe
constituye lo esencial de la actitud de Cristo ante la cruz. También se entregó
a su Padre y a la realización del designio divino, pero tuvo que medir el
fracaso total de su empresa: para congregar a toda la humanidad, se encuentra
aislado pero confiado en un por encima de la muerte que su resurrección iba a
poner de manifiesto.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 12, 32-48
“Estad preparados”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: "No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a
bien daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que
no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan
los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará
también vuestro corazón. Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas.
Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para
abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al
llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la
mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los
encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué
hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad
preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre."
Pedro le preguntó: "Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por
todos?"El Señor le respondió: "¿Quién es el administrador fiel y
solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les
reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo
encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus
bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y
empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y
emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo
espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El
criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra
recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo,
recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le
confió, más se le exigirá." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy nos presenta unas
recomendaciones que tienen relación con la parábola del domingo anterior del
rico necio. La actitud de confianza con el que inicia el texto no debería de
omitirse “no temas, rebañito mío, porque su Padre ha tenido a bien darles el
reino”. Esta exhortación a la confianza, que gusta a Lucas, expresa la ternura
y protección que Dios ofrece a su pueblo, pero expresa también la
autocomprensión de las primeras comunidades: conscientes de su pequeñez e
impotencia, vivían, sin embargo, la seguridad de la victoria. La bondad de
Dios, en su amor desmedido, nos ha regalado el Reino. Desde aquí tenemos que
entender las exhortaciones siguientes. Si el Reino es regalo, lo demás es
superfluo (bienes materiales).
Lucas invita a la vigilancia, el tema de la noche va unido muy naturalmente con el de la
"vigilia," de donde obviamente viene el "vigilar." En su
sentido original, este "tener cuidado" significaba simplemente estar
en "vigilia," es decir, permanecer despierto aunque todos duerman. Es
una buena imagen de lo que es un cristiano: alguien que está despierto.
"Dormir" equivale a dejarse llevar, por ejemplo, por los valores y
solicitaciones del mundo; "estar despierto" significa entonces ver y
hacer ver los engaños propios de las tinieblas. Lo mismo que en su dimensión corporal,
esto de "estar despiertos" cuesta trabajo, porque lo más fácil es
dejarse arrastrar por la corriente. Vigilamos cuando sabemos que un mal puede
venirnos pero también cuando aguardamos con amor a alguien. Las dos cosas son
necesarias y son recomendados por Cristo. Tenemos que vigilar para que ningún
ladrón nos robe pero también vigilamos porque sabemos que nuestro Amo y Señor
viene. Su retorno nos invita a utilizar el tiempo con sobriedad y con
esperanza.
La sobriedad es la actitud de quien
sabe que hay un "después." Quien va a conducir el automóvil después
de una fiesta se esfuerza y controla porque sabe que su sobriedad es requerida
para guiar sin riesgos en la noche. La esperanza mira también al futuro, no
sólo por evitar sus males sino por gozar de sus bienes. Sobrios y llenos de
esperanza, una esperanza activa: así nos quiere Dios, así quiere que vivamos en
esta tierra como preludio de su Cielo, en la espera de su regreso.
ORACIÒN
Señor no siempre tenemos
claros los motivos por los que te seguimos y servimos, por eso te pedimos que a
través de tu Palabra y todos los medios que existen para acercarnos más a ti y
conocerte, nos ayudes a estar más comprometidos(as) en construir una sociedad
mejor donde los valores de la solidaridad y de la justicia lleguen desde
nuestras realidades, y en fe, a todos los confines de la tierra. Ayúdanos
también a estar siempre despiertos y vigilantes, ha estar preparados para
escuchar tu voz y hacer tu voluntad.
Amén.
“El que está atento y obediente no se quedará sin su buena recompensa”
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