jueves, 1 de agosto de 2019

Domingo 11 de Agosto de 2019


 VIGILANCIA Y DILIGENCIA”

PRIMERA LECTURA
SABIDURÍA 18, 6-9

“Con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti”

La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza la promesa de que se fiaban.  Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables, pues con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti. Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales.

REFLEXIÓN
La primera lectura de hoy y el evangelio tienen en común la hora: ambas se refieren a la noche. Y en ambas casos la noche es ambivalente, por decirlo así. En la lectura de la sabiduría, porque se habla de la noche de la Pascua de los hebreos en Egipto, que fue victoria y gozo para el pueblo de Dios, pero luto y derrota para la nación opresora. En el texto de Lucas, en cambio, la ambivalencia de la noche viene de lo que puede suceder en esas horas: el que duerme puede ser robado y desposeído, pero el que está atento y obediente no se quedará sin su buena recompensa. Esta lectura nos recuerda, como los israelitas, oprimidos en Egipto, experimentaron que el Señor era su salvador la noche en que murieron los primogénitos de los egipcios. Por eso aquella noche tuvo un significado trascendental para la historia de los hebreos. Les recordaba las promesas que Dios había hecho a sus padres; que desde entonces Israel fue un pueblo libre y consagrado al Señor. La primera cena del cordero pascual sirve de modelo a lo que había de ser centro de la vida religiosa y cultural. La celebración pascual recuerda que Dios no cesa de elegir a su pueblo entre los justos y de castigar a los impíos.
SALMO RESPONSORIAL: 32
R. / Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este es un canto de alabanza a Dios por su poder manifestado en la creación, en el gobierno de las naciones, en la ayuda concedida a su pueblo. El nuevo pueblo de Dios es más extenso que el solo Israel y tiene motivos más amplios aún para cantar su alabanza, con la humilde confianza de ser objeto del amor de Dios
SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 11, 1-2. 8-19

“Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios”

Hermanos: La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. Por su fe, son recordados los antiguos. Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas -y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa-, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos- como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. Con fe murieron todos éstos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra. Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues, si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad. Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo único lo que ofrecía, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: "Isaac continuará tu descendencia." Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para hacer resucitar muertos. Y así, recobró a Isaac como figura del futuro. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La fe de Abraham y de los patriarcas sirve de ejemplo. Para estimular la perseverancia en la fe que lleva a la salvación, la carta a los Hebreos aduce una serie de testigos. Abraham, lo mismo que los hebreos del siglo I, conoció la emigración, la ruptura respecto al medio familiar y nacional y la inseguridad de las personas desplazadas. Pero en esas pruebas encontró Abraham motivo para ejercer un acto de fe en la promesa de Dios. La fe enseña a no darnos por satisfechos con los bienes tangibles ni con esperanzas inmediatas. Abraham creyó por encima de la amenaza de la muerte. Sufrió los efectos de esterilidad de Sara y la falta de descendencia. Esta prueba fue para él la más angustiosa porque el patriarca se acercaba a la muerte sin haber recibido la prenda de la promesa. Aquí se hace realidad la última calidad de la fe: aceptar la muerte sabiendo que no podrá hacer fracasar el designio de Dios.

Más que el sufrimiento, es la muerte el signo por excelencia de la fe y de la entrega de uno mismo a Dios. Abraham creyó en un “más allá de la muerte”, creyó le sería concedida una posteridad incluso en un cuerpo ya apagado, porque le había sido prometida. Esta fe constituye lo esencial de la actitud de Cristo ante la cruz. También se entregó a su Padre y a la realización del designio divino, pero tuvo que medir el fracaso total de su empresa: para congregar a toda la humanidad, se encuentra aislado pero confiado en un por encima de la muerte que su resurrección iba a poner de manifiesto.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 12, 32-48

“Estad preparados”

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre." Pedro le preguntó: "Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?"El Señor le respondió: "¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El evangelio de hoy nos presenta unas recomendaciones que tienen relación con la parábola del domingo anterior del rico necio. La actitud de confianza con el que inicia el texto no debería de omitirse “no temas, rebañito mío, porque su Padre ha tenido a bien darles el reino”. Esta exhortación a la confianza, que gusta a Lucas, expresa la ternura y protección que Dios ofrece a su pueblo, pero expresa también la autocomprensión de las primeras comunidades: conscientes de su pequeñez e impotencia, vivían, sin embargo, la seguridad de la victoria. La bondad de Dios, en su amor desmedido, nos ha regalado el Reino. Desde aquí tenemos que entender las exhortaciones siguientes. Si el Reino es regalo, lo demás es superfluo (bienes materiales).

Lucas invita a la vigilancia, el tema de la noche va unido muy naturalmente con el de la "vigilia," de donde obviamente viene el "vigilar." En su sentido original, este "tener cuidado" significaba simplemente estar en "vigilia," es decir, permanecer despierto aunque todos duerman. Es una buena imagen de lo que es un cristiano: alguien que está despierto. "Dormir" equivale a dejarse llevar, por ejemplo, por los valores y solicitaciones del mundo; "estar despierto" significa entonces ver y hacer ver los engaños propios de las tinieblas. Lo mismo que en su dimensión corporal, esto de "estar despiertos" cuesta trabajo, porque lo más fácil es dejarse arrastrar por la corriente.  Vigilamos cuando sabemos que un mal puede venirnos pero también cuando aguardamos con amor a alguien. Las dos cosas son necesarias y son recomendados por Cristo. Tenemos que vigilar para que ningún ladrón nos robe pero también vigilamos porque sabemos que nuestro Amo y Señor viene. Su retorno nos invita a utilizar el tiempo con sobriedad y con esperanza.
La sobriedad es la actitud de quien sabe que hay un "después." Quien va a conducir el automóvil después de una fiesta se esfuerza y controla porque sabe que su sobriedad es requerida para guiar sin riesgos en la noche. La esperanza mira también al futuro, no sólo por evitar sus males sino por gozar de sus bienes. Sobrios y llenos de esperanza, una esperanza activa: así nos quiere Dios, así quiere que vivamos en esta tierra como preludio de su Cielo, en la espera de su regreso.

ORACIÒN
Señor no siempre tenemos claros los motivos por los que te seguimos y servimos, por eso te pedimos que a través de tu Palabra y todos los medios que existen para acercarnos más a ti y conocerte, nos ayudes a estar más comprometidos(as) en construir una sociedad mejor donde los valores de la solidaridad y de la justicia lleguen desde nuestras realidades, y en fe, a todos los confines de la tierra.  Ayúdanos también a estar siempre despiertos y vigilantes, ha estar preparados para escuchar tu voz y hacer tu  voluntad. Amén. 

“El que está atento y obediente no se quedará sin su buena recompensa”


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