viernes, 1 de marzo de 2019

Sábado 30 de Marzo de 2019


“CUIDADO CON CREERNOS JUSTOS Y FIELES”


PRIMERA LECTURA
OSEAS 6,1-6

“Quiero misericordia, y no sacrificios”

Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él. Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra."¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos."  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN:
El profeta nos recuerda que Dios conoce el corazón de los hombres, sabe quien lo busca sinceramente y quién no. El discurso puesto en boca del pueblo pareciera una actitud de conversión a tener en cuenta como válida y duradera, pero el Profeta la denuncia como falsa y efímera. Miremos con calma la palabra que nos da. Ante todo esa "misericordia" es una palabra hebrea de no fácil traducción. Es la famosa "jésed" que significa también "lealtad", "fidelidad", "piedad" y "gracia"... Indica la dulzura de un lenguaje común, algo así como esa atmósfera de entendimiento en el amor que tienen quienes comparten unas mismas convicciones, unos mismos afectos, es decir: los que están en comunión. Cuando el Señor dice: "yo quiero jésed(fidelidad) y no sacrificios", está refiriéndose a esa relación entrañable de proximidad y amor. Los "sacrificios" son un modo de establecer un pacto con Dios, un modo de negociar con él. Y eso es detestable para quien quiere que exista una atmósfera de amor y comunión. El sacrifico y el holocausto tienen una lógica que puede volverse ciega y mezquina en su repetición: hago esto y Dios hará aquello. Es preciso estar conscientes, darse cuenta de quién es el que nos llama y con quién estamos tratando. No es una ley anónima, no es una energía sin nombre, no es destino ciego: es el Dios vivo y verdadero y hay que saber quién es Él y qué quiere para agradarle y vivir la "jésed" (Lealtad, fidelidad) que Él espera de nosotros.

SALMO RESPONSORIAL: 50
R./ Quiero misericordia, y no sacrificios.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este Salmo, es designado tradicionalmente con el nombre de Miserere, es la súplica penitencial por excelencia. El salmista es consciente de su profunda miseria y experimenta la necesidad de una total transformación interior, para no dejarse arrastrar por su tendencia al pecado. Por eso, además de reconocer sus faltas y de implorar el perdón divino, suplica al Señor que lo renueve íntegramente, “creando” en su interior “un corazón puro”.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 18,9-14

“El publicano regresó a su casa justificado, el fariseo no”

Jesús contó esta otra parábola para algunos que, seguros de sí mismos por considerarse justos, despreciaban a los demás: "Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. El fariseo, de pie, oraba así: 'Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros, ni como ese cobrador de impuestos. Yo ayuno dos veces a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.' Pero el cobrador de impuestos se quedó a cierta distancia, y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: '¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!' Les digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa ya justo, pero el fariseo no. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Nos encontramos frente a dos personajes que intentan relacionarse con Dios. Es una parábola a la que estamos llamados a leer desde nuestra propia vida. ¿Cuál de los dos papeles interpretamos en la experiencia cristiana? Jesús hace un contraste de dos figuras: Uno el hombre que se cree creyente y seguro de sí mismo. Siente que Dios tiene que agradecerle por tanta religiosidad con la que vive. La otra figura es la de un pecador; la de un marginado religiosamente hablando, que no siente seguridad de nada; lo único que hace es confiar en el amor misericordioso del Padre. Solo espera que Dios lo acoja y salve. No olvidemos que en medio de estos dos polos de relación con Dios hay muchísimas más opciones. Este tiempo de cuaresma es el momento propicio para saber discernir en qué lugar estamos y si estamos mal ubicados, hacia donde tendríamos que hacer el éxodo. Que Dios nos regale la gracia de sentirnos como el recaudador de impuestos. Que nunca sintamos mérito, ni orgullo, delante de Dios.

ORACIÓN
Señor Jesús, reconocemos que nos hemos equivocado,  que en ocasiones nuestra oración no ha sido sincera y la vanagloria se ha apoderado de nosotros. Ensénanos a bajar la cabeza, a doblar nuestras rodillas, a abrir nuestro corazón con humildad para que, como el publicano, podamos decirte: “Oh Dios, ten compasión de nosotros,  humildes pecadores”. Amén.
 “Sin Dios nada somos ni nada podemos, solo su gracia nos hace obrar en El”

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