“SOLICITAR CON INSISTENCIA LA AYUDA DE DIOS”
PRIMERA LECTURA
GÉNESIS 2,18-25
“Dios presentó la
mujer al hombre. Y serán los dos una sola carne”
El Señor Dios se dijo: "No está bien que el
hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude." Entonces el
Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros
del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada
ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así, el hombre puso
nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias
del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase. Entonces el Señor
Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una
costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la costilla que
le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre. El
hombre dijo: "¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su
nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a
su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne."
Los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer, pero no sentían vergüenza uno
de otro. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Según el relato
del Génesis la mujer es una expresión del amor de Dios hacia el hombre. Su
existencia es un regalo que produce una alegría singular; es una buena noticia.
La tradición yavista que leemos desde ayer en el Libro de Génesis, nos presenta
en el texto de hoy la creación de Eva, con un lenguaje igualmente popular y
lleno de encanto. Si ayer eran las manos de un Dios alfarero las que modelaban
al hombre, hoy son las de un cirujano las
que extraen una costilla de Adán y forman a Eva.
Hay diferencias con el relato que habíamos
escuchado en el capítulo primero. Allí creaba Dios al hombre y a la mujer a la
vez: “hombre y mujer los creó”. Aquí, primero al hombre y, más tarde, a la
mujer. Pero lo importante es la tesis que hay en el fondo: que Dios es el que
ha ideado lo de la compañía y la atracción de los sexos y el amor; que Él es
quien ha dicho que “no está bien que el hombre este solo: voy a hacerle alguien
como él, que le ayude”; después de pasar revista a todos los animales y aves,
Adán no encontraba ninguno como él, que le ayudase, mientras que quedó entusiasmado cuando se le
presentó la mujer: ésta si es igual a él, “hueso de mis huesos y carne de mi
carne”; la mujer tiene el mismo origen que el hombre: las manos creadoras de
Dios, es lo que se expresa con el juego de nombres (juego que sólo tiene
validez en el original): el hombre se llamó “ish” y la mujer “isha”, como si
dijéramos varón y varona, los dos están destinados en el plan de Dios a unirse
y ser “una sola carne” y a engendrar vida nueva, el mayor milagro que puede
pasar en la creación y la mejor manera de colaborar con el Dios de la vida y
del amor.
SALMO
RESPONSORIAL: 127
R./Dichosos los que
temen al Señor.
Dichoso
el que teme al Señor
y sigue
sus caminos.
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien. R.
Tu
mujer, como parra fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa. R.
Ésta es
la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que el
Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida. R.
OREMOS CON EL
SALMO
La felicidad de los justos
-constituida por los sencillos goces de la vida familiar- es el tema central de
este hermoso poema. Al final del Salmo, el horizonte se amplía, y la felicidad
personal aparece estrechamente vinculada con la prosperidad de Jerusalén,
centro de la vida nacional y fuente de bendición para todo Israel. La paz en el
hogar es prenda de la prosperidad de todo el pueblo y de la iglesia, casa de
Dios.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 7,24-30
“Los perros, debajo de
la mesa, comen las migajas que tiran los niños”
En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.
Se alojó en una casa, procurando pasar desapercibido, pero no lo consiguió; una
mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida,
fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era griega, una fenicia de
Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: "Deja que
coman primero los hijos. No está bien echarles a los perros el pan de los
hijos." Pero ella replicó: "Tienes razón, Señor; pero también los
perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños." Él le
contestó: "Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de
tu hija." Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el
demonio se había marchado. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Los judíos solían llamar perros a los paganos. Era una
manera despectiva de dirigirse a ellos. La mujer del relato del evangelio tiene
todas las de perder: es mujer, poco valorada en la cultura judía, es pagana de
la región de Tiro al norte de Palestina, tiene una hija (niña y mujer
doblemente marginada) poseída por el maligno. Es decir, perfectamente
repudiable para la mentalidad religiosa judía. Solo así se puede entender la
expresión de Jesús que contrasta con su gesto siempre compasivo y misericordioso
de otros pasajes de los evangelios. Tal vez el redactor sagrado quiere resaltar
la profunda fe de la mujer en la persona de Jesús que es capaz de desafiar
todos los prejuicios religiosos y culturales de la época para buscar liberación
en Jesús. Es lo que Él resalta. La confianza, persistencia y honda adhesión de
la mujer en contraste con el encerramiento del mundo judío al mensaje de Jesús.
¿Reflexionemos cómo se ayuda en nuestras comunidades a defender los derechos de
las mujeres y los niños?
ORACIÓN
Bendito
seas Señor en este nuevo día de encuentro y vida con tu Palabra, gracias por la
invitación que hoy nos haces a purificar y transformar el corazón, a tener una
mente abierta, a entender que tu proyecto no es de unos pocos, es
universal; sin preferencias, sin mirar
razas, ni color, ni clases sociales. Ayúdanos además a luchar también por los
derechos de los más desvalidos, los pobres, las mujeres, los niños, como Tú lo
hacías, que ésta también nuestra misión, que nos lleve a la santidad y a la vida verdadera.
Amén.
“Quien busca a Dios con insistencia y nunca se
rinde, recibe sus bendiciones”
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