“RECHAZO O ACOGIDA”
PRIMERA
LECTURA
JOB
38, 1. 12-21; 40, 3-5
“¿Has
mandado a la mañana o has entrado por los hontanares del mar?”
El
Señor habló a Job desde la tormenta: "¿Has mandado en tu vida a la mañana
o has señalado su puesto a la aurora, para que agarre la tierra por los bordes
y sacuda de ella a los malvados, para que la transforme como arcilla bajo el
sello y la tiña como la ropa; para que les niegue la luz a los malvados y se
quiebre el brazo sublevado? ¿Has entrado por los hontanares del mar o paseado
por la hondura del océano? ¿Te han enseñado las puertas de la muerte o has
visto los portales de las sombras? ¿Has examinado la anchura de la tierra?
Cuéntamelo, si lo sabes todo. ¿Por dónde se va a la casa de la luz y dónde
viven las tinieblas? ¿Podrías conducirlas a su país o enseñarles el camino de
casa? Lo sabrás, pues ya habías nacido entonces y has cumplido tantísimos años."
Job respondió al Señor: "Me siento pequeño, ¿qué replicaré? Me taparé la
boca con la mano; he hablado una vez, y no insistiré, dos veces, y no añadiré
nada." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El
libro de Job llega a su clímax en el encuentro tan deseado entre este hombre,
cargado de dolor y preguntas, y Dios, que se supone que por fin va a responder.
Sin embargo, y para sorpresa de todos, Dios no llega cargado de respuestas sino
con su propia serie de cuestiones y preguntas para Job. Y ciertamente es interesante
ver el talante de las cuestiones que plantea Dios según el relato. El argumento
de Job frente a sus amigos fue siempre: "yo no merezco sufrir porque soy
inocente." El argumento de los amigos a lo largo de todo el libro fue:
"Tú en realidad no eres inocente y por eso es justo que sufras." Los
dos esquemas parten de la base de que el sufrimiento no debe llegar a una vida
justa y pura, y en cambio debe llegar, como castigo, a las vidas perversas. Esa
base es la que Dios cuestiona cuando sale al encuentro de Job. Las palabras de
Dios marcan sobre todo los límites de Job como creatura. En un discurso
profundo y resonante, Dios pone en cuestión el conocimiento sobre la vida del
que parecen estar tan seguros tanto Job como sus adversarios. Y en un lenguaje
más sencillo dice: "¿Y cómo sabes
tú lo que deberían ser las cosas, si no sabes en realidad cómo son ni con qué
propósito fueron hechas?"
Este
es un lenguaje que suena duro, si pensamos en todas las tragedias que ha pasado
Job. Dios en realidad no le dice por qué le ha sucedido todo lo que le ha
sucedido sino que le recuerda que la ignorancia es parte de su condición, parte
de su existencia, y que pretender buscar otras razones no es tan razonable
porque las razones últimas de los bienes o males que nos llegan descansan en
las razones últimas de la Creación. El
libro de Job nos conduce, a una respuesta paradójica: es mejor admitir que
desconocemos las razones últimas de la vida y la existencia y que por lo mismo
desconocemos por qué y para qué existe el mal. El mal no tiene esclarecimiento
total. Se da y sabemos que está, y sabemos que es vencido de muchas maneras.
Más
que explicar al mal, necesitamos aprender a ir más allá de él sosteniéndonos en
lo que sigue habiendo de verdad y de bondad en nuestra existencia, que
indudablemente es siempre inmenso. Tal lenguaje será siempre enigmático. Hasta donde es posible, su enigma se aclara en
la luz de la Pascua, cuando al máximo mal, la muerte en la cruz, le suceda el
máximo bien, la gloria de Dios en la Resurección.
Salmo responsorial: 138
R.
/ Guíame, Señor, por el camino eterno.
Señor,
tú me sondeas y me conoces;
me
conoces cuando me siento o me levanto,
de
lejos penetras mis pensamientos;
distingues
mi camino y mi descanso,
todas
mis sendas te son familiares. R.
¿Adónde
iré lejos de tu aliento,
adónde
escaparé de tu mirada?
Si
escalo el cielo, allí estás tú;
si
me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R.
Si
vuelo hasta el margen de la aurora,
si
emigro hasta el confín del mar,
allí
me alcanzará tu izquierda,
me
agarrará tu derecha. R.
Tú
has creado mis entrañas,
me
has tejido en el seno materno.
Te
doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque
son admirables tus obras. R.
OREMOS
CON EL SALMO
La experiencia de fe lleva al
salmista a un diálogo en que se expresa el misterio de Dios y la absoluta
dependencia del ser humano respecto de él, y le pide protección y guía. También
San Pablo exclama: “¡Qué abismo el de la generosidad, de la sabiduría y de la
providencia de Dios! ¡Qué insondables son sus juicios y que insospechables sus
caminos!”
LECTURA
DEL EVANGELIO
LUCAS
10, 13-16
“Quien
me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”
En
aquel tiempo dijo Jesús: "¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en
Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que
se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza. Por eso el
juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Tú, Cafarnaúm,
¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Quien a vosotros os escucha, a mí
me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a
mí, rechaza al que me ha enviado". Palabra del Señor
REFLEXIÓN
La
oferta evangelizadora de Jesús y de los apóstoles no puede ser rechazaba si va
acompañada de los milagros del reino. Pero las distracciones de la vida secan
el corazón, sellan su capacidad de recibir el agua limpia de la palabra de
vida. Las amenazas de Jesús no pueden interpretarse como una condena sin
remedio, sino como un aviso para seguir atentos a los signos de los tiempos.
Ahora nos toca a nosotros continuar esta tarea bien unidos a Él. Ahora somos la
prolongación de la presencia de Jesús. El verdadero problema es que nosotros no
siempre hacemos bien el trabajo, no predicamos acompañando los milagros, los
signos del reino con la predicación. El reto es que nuestras vidas, el modelo
de comunidades cristianas a las que pertenecemos no son de verdad “milagrosas”,
es decir, cargadas de signos del reino, vidas consoladoras del sufrimiento de
las personas, vidas proféticas, anunciadoras de otro modelo de sociedad y de
trato a la madre tierra. Causa mucha alegría escuchar de labios de Jesús: El
que a ustedes escucha a mí me escucha.
ORACIÓN
Señor,
a veces nos hemos sentido sin fuerzas y abandonados por Ti, ante tantas
adversidades, nos cansamos y ya no damos más, pero al buscarte en la oración y
en tu Palabra comprendemos las maravillas que haces y que aunque esperar en Ti
difícil es, a su debido tiempo das la respuesta, pero nunca nos abandonas y
esto nos da fuerza para resistir. Amén
“Anunciar la Palabra
de Dios es labor del evangelizador(a) si se acoge o no es responsabilidad de
cada oyente”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: