“LA
PARÁBOLA DEL JINETE Y SU CABALLO”
Quiero para este nuevo mes,
compartirles como tema de reflexión una historia que por estos días leí :
Las primeras sombras de la noche dibujaban
siluetas tortuosas en aquellos cerros. A la derecha del jinete una gran
montaña, rodeada de profundos abismos, mostraba amenazante el gran precipicio
del cual no se veía el fondo. ¿Qué hacer?. Pasar la noche allí, a tres mil
ochocientos metros de altura, era sinónimo de invitar a la helada muerte. Otras
veces había cubierto el mismo camino, cabalgando por los mismos senderos y
siempre había llegado a mi destino, pero ahora, la situación era apremiante. Ya
no podía ver ni siquiera donde asentar el pie su experimentado caballo. Trató
de recordar cada curva, cada piedra, cada obstáculo y de esa manera guiar al
caballo, más por intuición que por vista. Varias veces luchó con el animal
halando de sus riendas porque no le obedecía, al mando de su jinete y en esta
lucha, varias veces estuvieron ambos a punto de despeñarse. De pronto el jinete
comprendió el mensaje que aquella bestia le estaba intentando transmitir, hacía
ya varios minutos. Soltó las riendas y se entregó al instinto del animal. He
sabido que los caballos ven mucho mejor de noche que los humanos. Su visión es
mucho más desarrollada que la nuestra. El paso fue lento pero seguro. No hubo
traspiés, no se perdió el equilibrio, y ¡Que bendición!, llegaron salvos a su
destino. A partir de aquella noche, cada vez que Pablo el jinete se encontraba
en senderos de montaña y de noche, soltaba las riendas de su caballo y se
dejaba guiar por él.
Tu vida y la mía atraviesan a
veces situaciones y etapas semejantes. ¿Quién es el que te guía en situaciones
extremas? ¿En qué o en quien pones tu confianza en los momentos de dificultades
cuando no logras ver más allá de tu próxima pisada?. Aún con las mejores intenciones y con la mayor
experiencia, muchos han caído en barrancos de los cuales nunca han podido
regresar. Es emocionante, en esas situaciones, aprender a soltar las riendas de
tu vida y dejar que Dios nos guíe. El gran patriarca Job atravesó situaciones
muy difíciles y llego a afirmar: “Añoro quien me volviese a mostrar el camino,
como en los días en que Dios me guardaba, cuando hacia resplandecer sobre mi
cabeza su luz, a cuya luz yo caminaba en la oscuridad; como fui en los días de
mi juventud, cuando la bendición de Dios me guiaba sobre mi camino” Job
(29,2-4)
Quizás por estos días tú y yo
podamos estar atravesando situaciones de oscuridad, desconfianza y miedo.
Abandonémonos a la guía del amor misericordioso de nuestro Buen Dios, que se
muestra a través del encuentro con su Palabra, la vida de oración, compartir
comunitario, opinión y consejo de
personas que caminan en el Espíritu del Señor Resucitado.
Bendiciones para este nuevo mes,
que podamos experimentar la dulzura de la presencia del Buen Dios que acompaña,
ilumina y da sentido a nuestro caminar.
“CUANDO
NO VEAS NADA, SIMPLEMENTE SUELTA LAS RIENDAS Y DEJA QUE DIOS CONDUZCA TU VIDA”
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