RESCATA-
RECUPERA- SALVA
Después de estar viviendo y celebrando durante cincuenta
días el tiempo pascual, llegando a su final y culmen en el gran trípode:
Resurrección - Ascensión y Pentecostés, quisiera que reflexionáramos en este
mes en torno a algunos frutos que estos tres acontecimientos significarían en
la vida del creyente.
Por un lado, Pentecostés es abrirse a la experiencia de
una vida nueva, con proyectos y creaciones nuevas; pero por otro lado es la
propuesta que quisiera que conversáramos, pensáramos y ojalá
practicáramos: Pentecostés como una
posibilidad de salir a rescatar, recuperar y salvar todo lo que hemos perdido,
y lo que significó para nosotros en algún momento gran bendición. Para
recuperar y salvar a las personas, situaciones y cosas hay que prestar
muchísima atención, no es posible rescatar cosas importantes de la vida, que se
perdieron o están a punto de perderse si vivimos tan ocupados(as) y
distraídos(as) con todo.
Una vida, una historia, una persona, un buen hábito, una
disciplina. Eso es lo que se salva cuando no se pierde la esperanza y se
rescata lo invisible, lo pequeño lo que parece derrotado pero que alcanzamos a
ver que sigue en pie. La vida en el Espíritu (Pentecostés) nos debería llevar
siempre a estar atentos(as) y dispuestos(as) a darlo todo por recuperar y
salvar lo que verdaderamente merece ser salvado. Pienso en nuestros diferentes
fracasos, en nuestras derrotas, en todos los momentos en lo que algo nos dice
que todo está perdido. Personas que han invertido su tiempo y su esfuerzo en un
proyecto, que le han entregado sus mejores años (juventud-salud), que le han
dado toda su dedicación, su talento, su conocimiento, y de pronto no se dieron
las cosas, no se vio el resultado.
¿Será que vale la pena rescatar lo que se ha ido
enfriando, deteriorando y perdiendo con el tiempo, por las ocupaciones? ¿Sera
posible que no dejemos que se pierdan los vínculos, los esfuerzos y los
sentimientos que tanto tiempo nos llevó construir?
Muchas familias han perdido su cercanía y amor del
comienzo por cosas que pasaron hace mucho tiempo, por malas interpretaciones
que se hicieron el uno del otro, muchas veces por unas tonterías que fácilmente
debieron ser perdonadas y que se fueron haciendo amplias y abismales con los
años y que no valen lo que sí vale una persona. A veces nos hemos alejado de
amistades o con hermanos de la misma fe por situaciones que no valían el precio
de la Sangre de Jesús (perdón y reconciliación) y no le hemos dado el inmenso
valor que tiene una familia, que tiene una amistad. Pensando en esto quisiera
invitarles a que en clave de oración miremos lo que posiblemente dejamos ir
porque no le dimos el valor que merecían. Un familiar, una amistad, una
relación, un buen hábito, costumbre, método, disciplina; algo que nos ayudaba,
edificaba, que nos funcionó y nos mostró que sí era posible acercarnos a la
felicidad y que lo dejamos ir. Tal vez todavía estamos a punto, movidos por el
Espíritu, con mucha humildad de reconocerlo, darle el valor que se merece y
atrevernos a salir a buscar rescatar, recuperar y salvar. Quizás ya sé lo que
están pensando algunas personas, hay situaciones, circunstancias, personas, que
no valen la pena; si lo están pensando tienen razón. Lo que no nos ayuda a
crecer, lo que no nos coloca en camino de sabiduría, lo que no ayuda a
construir felicidad, lo que no nos pone en camino de ascenso; “Dejémoslo ir”,
no vale la pena intentar recuperarlo, eso sería masoquismo. Lo que no valió la
pena, no lo sigamos añorando, eso no es Pentecostés. Si se fue, que se vaya..
bien ido.
Reflexionemos con este texto que con muchos de ustedes antes
hemos meditado: Jeremías, 6,16. Solamente por asunto de espacio me referiré a
algunas acciones que nos pueden ayudar en el tema que estamos compartiendo:
·
Parar en los caminos: Parar no caer en la trampa, el ser
ingrato y no valorar, necesitamos detenernos en la vida, hacer un alto.
·
Mirar: analizar más profundamente.
·
Preguntar por los senderos antiguos: recordar y meditar
lo que en el pasado nos funciono, ayudó y edificó.
·
Seguir ese camino: Una vez que hemos hecho reflexión
sobre lo que en el ayer nos funcionó bien, aunque hubo errores (porque no se
les olvide que nada ni nadie es perfecto, porque no somos perfectos o perfectas),
es volver a encontrar lo que en el ayer nos sirvió.
·
La promesa para el que se detiene-mira- pregunta, es
“encontrarán descanso o reposo”
Pero al final nos damos cuenta que la historia del texto termina
muy mal, porque el pueblo ante la invitación del profeta, prefiere cerrarse en
su amor herido, orgullos, soberbia, dicen: “No queremos volver a ese camino”.
Los invito a que nos sintamos motivados(as) y
empujados(as) por el viento renovador del Espíritu, no solamente a seguir
creando proyectos y cosas nuevas, sino atrevernos cuando lo identifiquemos, en
experiencia de humildad, a salir, a rescatar, recuperar y salvar lo que podemos
estar perdiendo, pero que aún es rescatable y en este momento todavía estamos a
punto de reencontrarlo.
Bendiciones para este nuevo mes
Roberto Zamudio
PROMESA
BÍBLICA DEL MES
“El Señor dice a su pueblo: Párense, miren, pregunten,
donde está el mejor camino; síganlo y encontraran descanso” Jeremías 6,16
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