viernes, 1 de junio de 2018

JUNIO 2018

RESCATA- RECUPERA- SALVA

Después de estar viviendo y celebrando durante cincuenta días el tiempo pascual, llegando a su final y culmen en el gran trípode: Resurrección - Ascensión y Pentecostés, quisiera que reflexionáramos en este mes en torno a algunos frutos que estos tres acontecimientos significarían en la vida del creyente.

Por un lado, Pentecostés es abrirse a la experiencia de una vida nueva, con proyectos y creaciones nuevas; pero por otro lado es la propuesta que quisiera que conversáramos, pensáramos y ojalá practicáramos:  Pentecostés como una posibilidad de salir a rescatar, recuperar y salvar todo lo que hemos perdido, y lo que significó para nosotros en algún momento gran bendición. Para recuperar y salvar a las personas, situaciones y cosas hay que prestar muchísima atención, no es posible rescatar cosas importantes de la vida, que se perdieron o están a punto de perderse si vivimos tan ocupados(as) y distraídos(as) con todo.
Una vida, una historia, una persona, un buen hábito, una disciplina. Eso es lo que se salva cuando no se pierde la esperanza y se rescata lo invisible, lo pequeño lo que parece derrotado pero que alcanzamos a ver que sigue en pie. La vida en el Espíritu (Pentecostés) nos debería llevar siempre a estar atentos(as) y dispuestos(as) a darlo todo por recuperar y salvar lo que verdaderamente merece ser salvado. Pienso en nuestros diferentes fracasos, en nuestras derrotas, en todos los momentos en lo que algo nos dice que todo está perdido. Personas que han invertido su tiempo y su esfuerzo en un proyecto, que le han entregado sus mejores años (juventud-salud), que le han dado toda su dedicación, su talento, su conocimiento, y de pronto no se dieron las cosas, no se vio el resultado.
¿Será que vale la pena rescatar lo que se ha ido enfriando, deteriorando y perdiendo con el tiempo, por las ocupaciones? ¿Sera posible que no dejemos que se pierdan los vínculos, los esfuerzos y los sentimientos que tanto tiempo nos llevó construir? 

Muchas familias han perdido su cercanía y amor del comienzo por cosas que pasaron hace mucho tiempo, por malas interpretaciones que se hicieron el uno del otro, muchas veces por unas tonterías que fácilmente debieron ser perdonadas y que se fueron haciendo amplias y abismales con los años y que no valen lo que sí vale una persona. A veces nos hemos alejado de amistades o con hermanos de la misma fe por situaciones que no valían el precio de la Sangre de Jesús (perdón y reconciliación) y no le hemos dado el inmenso valor que tiene una familia, que tiene una amistad. Pensando en esto quisiera invitarles a que en clave de oración miremos lo que posiblemente dejamos ir porque no le dimos el valor que merecían. Un familiar, una amistad, una relación, un buen hábito, costumbre, método, disciplina; algo que nos ayudaba, edificaba, que nos funcionó y nos mostró que sí era posible acercarnos a la felicidad y que lo dejamos ir. Tal vez todavía estamos a punto, movidos por el Espíritu, con mucha humildad de reconocerlo, darle el valor que se merece y atrevernos a salir a buscar rescatar, recuperar y salvar. Quizás ya sé lo que están pensando algunas personas, hay situaciones, circunstancias, personas, que no valen la pena; si lo están pensando tienen razón. Lo que no nos ayuda a crecer, lo que no nos coloca en camino de sabiduría, lo que no ayuda a construir felicidad, lo que no nos pone en camino de ascenso; “Dejémoslo ir”, no vale la pena intentar recuperarlo, eso sería masoquismo. Lo que no valió la pena, no lo sigamos añorando, eso no es Pentecostés. Si se fue, que se vaya.. bien ido.  

Reflexionemos con este texto que con muchos de ustedes antes hemos meditado: Jeremías, 6,16. Solamente por asunto de espacio me referiré a algunas acciones que nos pueden ayudar en el tema que estamos compartiendo:
·         Parar en los caminos: Parar no caer en la trampa, el ser ingrato y no valorar, necesitamos detenernos en la vida, hacer un alto.
·         Mirar: analizar más profundamente.
·         Preguntar por los senderos antiguos: recordar y meditar lo que en el pasado nos funciono, ayudó y edificó.
·         Seguir ese camino: Una vez que hemos hecho reflexión sobre lo que en el ayer nos funcionó bien, aunque hubo errores (porque no se les olvide que nada ni nadie es perfecto, porque no somos perfectos o perfectas), es volver a encontrar lo que en el ayer nos sirvió.
·         La promesa para el que se detiene-mira- pregunta, es “encontrarán descanso o reposo”

Pero al final nos damos cuenta que la historia del texto termina muy mal, porque el pueblo ante la invitación del profeta, prefiere cerrarse en su amor herido, orgullos, soberbia, dicen: “No queremos volver a ese camino”.

Los invito a que nos sintamos motivados(as) y empujados(as) por el viento renovador del Espíritu, no solamente a seguir creando proyectos y cosas nuevas, sino atrevernos cuando lo identifiquemos, en experiencia de humildad, a salir, a rescatar, recuperar y salvar lo que podemos estar perdiendo, pero que aún es rescatable y en este momento todavía estamos a punto de reencontrarlo.

Bendiciones para este nuevo mes

Roberto Zamudio

PROMESA BÍBLICA DEL MES


“El Señor dice a su pueblo: Párense, miren, pregunten, donde está el mejor camino; síganlo y encontraran descanso” Jeremías 6,16  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Mensaje o Intercesión por: