sábado, 1 de julio de 2017

Sábado 22 de Julio de 2017

 Santa María Magdalena

“EL EVANGELIO DEL AMOR”

PRIMERA LECTURA
CANTAR DE LOS CANTARES 3, 1-4

“Encontré el amor de mi alma”

Así dice la esposa: “En mi cama, por la noche, buscaba el amor de mi lama: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando el amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: “¿Visteis al amor de mi alma?”. Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma." Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Aún no encuentran un acuerdo entre los especialistas sobre la interpretación del Cantar de los Cantares. ¿Cantan al amor humano y el encuentro del hombre y de la mujer liberada de prácticas alienantes impuestos al amor por las religiones antiguas o bien son representaciones  que celebran directamente el amor de Dios y de su pueblo?
Digamos algo en perspectiva de fe, ya que este escrito forma parte del canon de las Escrituras: el pasaje describe la ardiente pasión de los prometidos que arden en deseos de encontrarse de nuevo y que se esperan mutuamente con la impaciencia del encuentro. Es el amor en su expresión más fresca, aún no ha madurado por la prueba del tiempo. Los últimos poemas del Cantar propondrán un concepto más adulto del amor, marcado por la fidelidad y más fuerte que la muerte. Las etapas sucesivas del amor humano son buenas en sí mismas, y pueden servir de experiencia religiosa y convertirse en signos del amor de Dios a su pueblo.

A través de este cántico, la Escritura recuerda al hombre que su universo no está hecho solo de técnica y de razón, de ciencia y de política, sino de gratuidad y de don, de amor y de coparticipación. Le recuerda que todas las seguridades que elabora y las dimensiones que atribuye a las cosas y a los seres se derrumban frente al verdadero amor, al encuentro de dos corazones y el don mutuo de dos personas.

SALMO RESPONSORIAL: 62, 2-6.8-9
R. / Mi alma está sedienta de ti, mi Dios

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

 ¡Como te contemplaba en el santuario
Viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
 te alabarán mis labios. R.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
 Me saciaré como de enjundia y de manteca,
Y mis labios te alabarán jubilosos. R.

Porque fuiste mi auxilio,
 y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.

OREMOS CON EL SALMO
Un profundo anhelo de Dios  -bellamente expresado con la imagen de la tierra sedienta, es el sentimiento que domina todo este Salmo. Su autor podría ser un levita desterrado, que recuerda el tiempo en que vivía junto al Santuario, gozando de la intimidad con el Señor. En el silencio de la noche rememora aquellas horas felices, y ese recuerdo le sirve de consuelo. El versículo final indica que el salmista identifica su propia suerte con la de todo su Pueblo, representado en la persona del rey.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20,1.11-18

“Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?”

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."" María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Hoy la liturgia hace memoria de María Magdalena. Los cuatro evangelios testimonian de manera diferente que ella fue la primera en ver a Jesús resucitado, bien a solas, como en evangelio de Juan, o bien en compañía de los otros discípulos, como en los sinópticos (Mt 28,1-8; Mc 16,1-8; Lc 24,1-9). El testimonio único de María Magdalena sobre la resurrección en el evangelio de Juan le ha otorgado, a través de la historia de la Iglesia, un puesto inigualable en las narraciones del Señor resucitado. Dicho testimonio le mereció el título de “apóstol de los apóstoles” que le dieron los Padres de la Iglesia. Lo más importante de esta escena es el envío que le hace el resucitado a María, que anuncie a los hermanos su mensaje pascual fundamental: Desde este momento, él y sus discípulos van a permanecer inseparablemente unidos como miembros de una única familia. Ella es la portadora del mensaje de la nueva creación. La exigencia para el “hoy” de la Iglesia es llevar hasta sus últimas consecuencias el papel otorgado por Jesús a las mujeres que lo siguen, como testigos principales de la resurrección, fundamento de nuestra fe.

ORACIÓN

Espíritu Santo guíanos para buscar siempre el amor de Dios con deseo intenso y con la certeza que sale al encuentro y  nos reconoce con identidad propia, única e irrepetible. Gracias porque te interesas por nuestro dolor,  angustias y necesidades y nos colmas de bendiciones a través de nuestro encuentro contigo y con todo lo que nos rodea. Amén  

“Si el amor es parte fundamental de nuestra vida seremos personas nuevas capaces de corresponder al amor de Jesucristo”


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