“ATENTOS
A LA ESCUCHA DE LA PALABRA”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 55,10-11
“La lluvia hace
germinar la tierra”
Así
dice el Señor: "Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven
allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para
que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de
mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi
encargo." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La
primera lectura de hoy compara a la Palabra de Dios con la lluvia; el evangelio
la relaciona con la semilla. El mundo de la agricultura nos ayudará hoy a
entender el misterio maravilloso que acontece cuando Dios habla y alguien
escucha.
Recordemos
que el libro del profeta Isaías se divide en tres partes: la primera la podemos
llamar el libro de la denuncia; la segunda el libro del anuncio, y la tercera
el libro de la consolación. El texto que hoy leemos pertenece a esta última
sección del libro, y esto nos da ya una pista para la interpretación del
pasaje. Isaías III nos presenta una comparación que subraya el papel
fundamental de la palabra de Dios para que se verifique la eficacia de su obra
o acción. La palabra de Dios es entonces la lluvia que hace fecundos incluso
los terrenos más áridos y duros. Se describe todo el ciclo completo del agua,
desde su precipitación como gotas en las nubes, pasando por su acción benéfica
en el terreno cultivado, hasta su retorno al cielo, lista para reemprender de
nuevo su ciclo. De igual forma la palabra de Dios, que parte rauda de la boca
de Dios, hace fértil el campo cultivado y realiza el cometido para el que fue
enviada.
Esta
comparación nos ayuda a comprender que la palabra que Dios nos comunica no gira
sobre sí misma en el vacío, sino que se dirige a los ‘terrenos cultivados’, o
sea, a todas las personas que con devoción y cariño preparan su mente y sus
afectos para que sea eficaz la palabra que reciben de Dios por medio de los
profetas. De este modo, la comparación hace resaltar dos elementos muy
importantes: que la palabra se dirige a los ‘terrenos cultivados’ donde la
semilla ya reposa, y que la palabra retorna a su fuente de origen.
SALMO
RESPONSORIAL: 64
R.
/ La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Tú
cuidas de la tierra, la riegas
y
la enriqueces sin medida;
la
acequia de Dios va llena de agua,
preparas
los trigales. R.
Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los
deja mullidos,
bendices sus brotes. R.
Coronas el año con
tus bienes,
tus carriles
rezuman abundancia;
rezuman los pastos
del páramo,
y las colinas se
orlan de alegría. R.
Las praderas se
cubren de rebaños,
y los valles se
visten de mieses,
que aclaman y
cantan. R.
OREMOS CON EL SALMO
Ese es un canto de acción de gracias. La comunidad
expresa su ferviente alabanza y reconocimiento al Señor por todos los
beneficios recibidos, de sus manos. Insiste en la bondad de Dios, que escucha
desde su Templo las oraciones de los fieles y se muestra siempre dispuesto a
perdonarlos. Evoca el poder creador del Señor y sus obras admirables en la
naturaleza y en la historia universal.
SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 8,18-23
“La creación,
expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios”
Hermanos:
Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se
nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena
manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por
su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la
creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar
en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la
creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso;
también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro
interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro
cuerpo. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Pablo,
en la Carta a los Romanos, nos propone esta misma reflexión: la creación, el
terreno fértil que Dios ha dado al ser humano en la historia (Gn 2,4-25),
aguarda con impaciencia la realización de la obra de Cristo en toda la
humanidad. La propuesta de Jesús nos abre a la esperanza de un futuro en el que
la Humanidad se reconoce en la justicia y en el amor solidario, y no en la
muerte y la guerra.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO 13,1-23
“Salió
el sembrador a sembrar”
Aquel
día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente
que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la
orilla. Les habló mucho rato en parábolas: "Salió el sembrador a sembrar.
Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo
comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y,
como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol,
se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que
crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos,
ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga."
Se
le acercaron los discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en
parábolas?" Él les contestó: "A vosotros se os ha concedido conocer
los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le
dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por
eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni
entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los
oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el
corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver
con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse
para que yo los cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros
oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que
veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros
oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del
reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto
significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso
significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene
raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la
palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra;
pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda
estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la
entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno."
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El
evangelio de Mateo complementa la imagen descrita en la primera lectura, tan poderosa y sugestiva con la ‘parábola del
sembrador’. En esta parábola los elementos decisivos son la excelente calidad
de la semilla y la disposición del terreno. El sembrador lanza una semilla de
excelente calidad y lo hace con la generosidad y esperanza de quien ama su
campo de cultivo. No ahorra esfuerzo ni semillas; las coloca incluso en lugares
en donde no cabría esperar ningún resultado ya que su interés no es conservar
sino esperar que esa semilla haga fructificar todos los sectores de su parcela.
El otro elemento decisivo, el terreno, responde de diferente manera según la
‘calidad’ de la tierra. La buena disposición de cada pedazo de la parcela
constituye el factor decisivo para el éxito de la empresa. La semilla es buena,
pero el terreno responde de manera desigual.
La
interpretación de la parábola que aparece en la sección siguiente del
evangelio, nos da unas claves poderosas de comprensión. La disposición del
terreno se refiere a la actitud de las personas. Algunas se dejan cultivar y
ofrecen una tierra apta donde la semilla echa raíces profundas. Otras, en
cambio, ofrecen terrenos donde la semilla se pierde por exceso de dureza, por
descuido, superficialidad o negligencia. Tanto el grupo representado por los
buenos terrenos, como el grupo representado por los terrenos no receptivos,
forman parte de la misma parcela. Los dos están en la misma geografía, en la
misma historia y en el mismo momento. No hay excusa válida para justificar la
falta de acogida y de respuesta.
Esta
parábola se refiere a una realidad de la comunidad cristiana sobre la que ya se
había hecho una profunda recepción. En la comunidad, representada por la
parcela, se encuentran terrenos, es decir personas, con diferentes actitudes y
proyectos. No se puede saber de antemano qué respuesta va a dar cada quien. Lo
único que se sabe es que el sembrador reparte con generosidad su fértil
semilla. En el desarrollo del proceso de cultivo se sabe quién es apto y quién
no. Pero no basándonos en criterios arbitrarios, sino en el fruto que cada
quien muestra. La expresión ‘dar frutos’ tiene un valor muy preciso en la
Biblia y se refiere siempre a la respuesta positiva del ser humano al proyecto
de Dios. Pero no a cualquier proyecto presentado en nombre de Dios, sino a la
propuesta de los profetas que Jesús de Nazaret ha llamado ‘reinado de Dios’. Es
decir, una experiencia humana donde sea posible el amor solidario, la libertad
para hacer el bien y la justicia responsable.
La
parábola del sembrador nos pone en contacto con la profecía consoladora de
Isaías. La palabra de Dios actúa en la historia humana en las personas que
cultivan el terreno sorprendente del amor solidario, de la escucha atenta del
hermano y del servicio generoso y desinteresado a los excluidos. La palabra de
Dios se hace fecunda en las comunidades y personas que asumen una actitud
responsable ante la historia y no permiten que la ‘buena nueva del Evangelio’
se convierta en consigna barata ni en cliché de espiritualizaciones alienadoras
y superfluas, sino que procuran siempre que la palabra del profeta sea eficaz
en la historia.
ORACIÓN
Señor
que la escucha de tu Palabra disponga nuestras comunidades discipulares a una
cosecha generosa que rompan con los modelos conformistas y se abran a los
valores trascendentales, comprometiéndonos a acoger la Palabra con un corazón
bien dispuesto a la escucha con el fin de hacerla vida y alimento para cada
uno(a) de nosotros(as) y para toda la comunidad. Amén
“Seamos sembradores de alegría y
paz en el corazón de las personas que nos encontremos en el camino de la vida”
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