“SER
MANSOS Y HUMILDES DE CORAZÓN”
PRIMERA
LECTURA
ZACARÍAS 9,9-10
“Mira a tu rey que
viene a ti modesto”
Así
dice el Señor: "Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a
tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en
un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los caballos de
Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará
de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La
profecía de Zacarías era ‘una piedra en el zapato’ para los fanáticos que en la
época de Jesús buscaban un mesías triunfante y nacionalista. Zacarías nos
ofrece una reflexión que sintoniza mucho con las grandes aspiraciones de las
comunidades que, después del exilio babilónico, intentaron reconstruir la
identidad nacional a partir de elementos universales, pluralistas y
comunitarios. La esperanza del pueblo de Dios no podía estar en un guerrero
triunfador como David ni en un diplomático equilibrista como Salomón. El pueblo
quería algo diferente y definitivo. Atrás quedaron los modelos militaristas,
administrativos y centralistas de todos los reyes de Israel y Judá. El pueblo
quería una persona que fuera capaz de encaminar la nación por los rumbos
añorados de la justicia, la paz y la solidaridad. El profeta Zacarías asume
esta propuesta y la lanza a todo el pueblo de Dios como una gran utopía.
Para
Zacarías, el nuevo gobernante debía distinguirse por la humildad, la justicia y
su carácter pacífico. La humildad entendida como la capacidad para andar en la
verdad, no como sumisión y conformismo. La justicia como pilar de una
organización social en la que se le da a cada persona de acuerdo con sus
necesidades y no según sus ambiciones. El pacifismo como la actitud básica para
solucionar los inevitables conflictos que se presentan en toda organización
humana. Tres cualidades que configuran una nueva forma de ejercer el poder. Sin
embargo, Israel se estrelló con la ambición de algunos grupos minoritarios y
poderosos que impusieron una teocracia centralista, prepotente y uniformadora.
Fueron suprimidas de manera sistemática, todas las disidencias posibles y se le
negó así al pueblo de Dios la posibilidad de intentar una utopía universalista,
solidaria y transformadora. Se centró todo el poder en unas pocas familias que
controlaban el Templo, el gobierno y la tierra. Así, los pobres de Yahvé no
tuvieron la posibilidad de dar vida a su proyecto por falta de posibilidades
económicas, de apertura política y de libertad religiosa.
SALMO RESPONSORIAL:
144
R. / Bendeciré tu
nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Te ensalzaré, Dios
mío, mi rey;
bendeciré tu nombre
por siempre jamás.
Día tras día, te
bendeciré
y alabaré tu nombre
por siempre jamás. R.
El Señor es
clemente y misericordioso,
lento a la cólera y
rico en piedad;
el Señor es bueno
con todos,
es cariñoso con
todas sus criaturas. R.
Que todas tus
criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus
fieles;
que proclamen la
gloria de tu reinado,
que hablen de tus
hazañas. R.
El Señor es fiel a
sus palabras,
bondadoso en todas
sus acciones.
El Señor sostiene a
los que van a caer,
endereza a los que
ya se doblan. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este
salmo es un himno que celebra las grandes obras del Señor, que lo manifiestan
como Rey justo y poderoso, a la vez que bondadoso y lleno de misericordia hacia
todas sus criaturas. El simbolismo que describe al señor como Rey será central
también en la predicación de Cristo, es la expresión del proyecto salvífico de
Dios, el cual no es indiferente ante la historia humana; al contrario, con
respecto a ella tiene el deseo de realizar con nosotros y por nosotros un
proyecto de armonía y paz.
SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 8,9.11-13
“Si con el Espíritu
dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis”
Hermanos:
Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de
Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en
vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará
también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en
vosotros. Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para
vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con
el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
En
esta segunda lectura Pablo exhorta a la comunidad de Roma a vivir según el
Espíritu de Dios, que es el mismo Espíritu de Cristo, que si no habita en los
corazones de cada miembro de la comunidad no tendremos nada que ver con Jesús y su proyecto de amor.
Vivir sin el Espíritu del resucitado es dar lugar a aquellos impulsos y
actitudes emocionalitas que nos hacen menos personas, menos seres humanos y más
vulnerables a todo aquello que va contra la voluntad y el querer de Dios.
Habla
de dar muerte con el Espíritu a las “prácticas del cuerpo”, es decir las obras
que no benefician nuestras relación con nosotros mismos, con Dios y con los
demás, que nos pueden hacer caer en pérdida de valores, como la vida, el orden
y el amor, que solo satisfacen egoístamente las emociones y sensaciones del
cuerpo, de la humanidad y no del Espíritu para un mejor modo de existencia. El
Espíritu de Cristo nos fortalece en la comunión con Dios, con Jesucristo y con
la comunidad eclesial, para así tener una vida más organizada y justa que es la
que propone el Señor en su Reino.
LECTURA DEL
EVANGELIO
MATEO 11,25-30
“Soy manso y
humilde de corazón”
En
aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has
revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo
ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce
al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro
descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El
evangelio de Mateo nos presenta a Jesús con las características mesiánicas de
la profecía de Zacarías: una persona pacífica y humilde, apasionado por hacer
realidad la Utopía de Dios. Por esta razón, Jesús no se identifica con los ideales
acerca del Mesías, vigentes en su época. No hay en él el más mínimo asomo del
militar aguerrido e irresistible que con un formidable despliegue eliminaría
las pretensiones del imperio romano, ni del sacerdote excelso que con sus
extraordinarias dotes santificadoras transformaría el Santuario de Jerusalén,
ni del gobernante extraordinario que congregaría al pueblo de Israel disperso
por el mundo. Jesús no comparte estos proyectos, como tampoco las extravagantes
aspiraciones de los nacionalistas furibundos que veían en el imperio romano un
peligro que no eran capaces de descubrir al interior de ellos mismos, la
violencia incontenible.
Los
ideales de Jesús estaban más cerca de las grandes tradiciones proféticas que
aspiraban a que el pueblo de Dios fuera capaz de organizarse como modelo
alternativo de sociedad. Por esta razón, valores como el pacifismo y la
humildad eran urgentes y necesarios. El pacifismo obliga a asumir actitudes
dinámicas de transformación social pero, al mismo tiempo, no se rinde a la imparable
lógica de la violencia. La humildad, por su parte, exige reconocer en cada
momento los propios límites de la existencia y las barreras intrínsecas de la
historia. Humildad y pacifismo hacen de un proyecto tan grandioso e imponente
como el reino de Dios, algo al alcance de los pobres y excluidos.
Jesús,
sin embargo, sabía perfectamente que no bastaba con que el ‘rey’ o líder
poseyera atributos excepcionales para que la situación cambiara. Para él, era
necesario que una comunidad de hermanos y hermanas se comprometiera a vivir la
alternativa, a demostrar al mundo que «otras maneras de organización eran
posibles», que la lógica aparentemente inextinguible de la violencia podía ser
controlada. Por esto, Jesús insiste en la necesidad de asumir el ‘suave yugo’
de la vida comunitaria y la ‘ligera carga’ de las opciones evangélicas. Pero,
atención, esto no es para todo el mundo. Es necesario madurar la fe y crecer
como personas antes de meterse en este proyecto. Porque para quien no ha
crecido en la dinámica de la comunidad, sino que ve todo desde ‘afuera’, desde
los valores sociales vigentes, los ideales de Jesús son una carga y el ideal de la cruz una ideología
insufrible. No podemos pedir a cualquiera que asuma la inmensa responsabilidad
del pacifismo si toda su vida ha creído que la ‘ley del revólver’ es un destino
inexorable. No podemos pedir mansedumbre a una persona a la que siempre le han
enseñado que el control de los demás, las ambiciones de ascenso social y el
arribismo son las herramientas para ‘progresar’ en la vida.
Jesús
quiere una comunidad en la que los lazos de solidaridad, afecto y respeto hagan
de un grupo humano una gran familia consagrada a la realización del Reino. Una
comunidad en la que los sencillos, los pequeños, hallen un lugar de importancia
y sean los gestores de una nueva manera de organizar las relaciones
interhumanas. Porque, como dice Pablo, sólo el ser humano espiritual, o sea, el
ser humano que se ha abierto a la acción del Espíritu de Dios, es capaz de
vivir la vida en plenitud, es decir, en gozosa aceptación y armonía con la
humanidad.
ORACIÓN
Señor,
nos cuesta ser constructores de paz, presentarnos mansos y humildes. Llénanos
de tu Espíritu para hacer frente a
una sociedad violenta, y llevar por doquier tu Palabra generadora de paz.
Ayúdanos a buscar los medios que capaciten a la sociedad para deponer las
armas, buscar la paz que sólo Dios puede dar y llevar una vida según tu
voluntad, que es: el amor que produce justicia social. Amén.
“Quienes
triunfan a los ojos de Dios no son los fuertes grandes y poderosos, sino los
necesitados de Él”
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