sábado, 1 de julio de 2017

JULIO 2017


LA MUJER EN LA FAMILIA
El rol que Dios le dio a Eva fue el de fortalecer la familia. Adán no estaba completo en sí mismo y Eva recibió la capacidad de ayudar a desarrollar esa totalidad. El papel de la mujer no es menor ni inferior, sino diferente al del hombre. Ella está dotada de cualidades que le permiten desarrollar su misión. Es verdaderamente generadora de vida. Dios la diseñó integral, para que en complemento con el hombre, constituyeran un hogar feliz, la hizo  amorosa, sabia, tierna, cálida, recursiva, prudente, fuerte, mujer de fe, ingeniosa y con una capacidad de entrega sin límites, para que pueda en conjunto con su esposo y sus hijos, hacer del hogar un verdadero centro de amor, paz, regocijo, justicia y gozo permanente. La mujer buena es bendición para el hombre (Prov.31). “El que haya esposa halla el bien” (Prov.18:22).
La Palabra del Señor nos habla de un sometimiento de la mujer a su marido, (Efesios 5:22, Colosenses 3:18), pero Dios no quiere un sometimiento sin sentido, ni esclavizante, Él no creo a la mujer para que se sometiera al comportamiento abusivo o perverso de su esposo, la Palabra de Dios habla de un sometimiento como algo que debe llevar a un ordenamiento de los roles en un hogar, sin olvidar que el matrimonio es un acto de amor y respeto, que Cristo invita al hombre a someterse a su  autoridad  y desde ahí en un ordenamiento correcto, amar, respetar a su mujer y a sus hijos para que cada uno ocupe el rol que les corresponde dentro de la familia, permitiendo de esta manera una vida en completa paz y armonía.
En Proverbios 31: 11 y 12 leemos que ella es digna de  confianza por parte de su esposo  porque él sabe que ella no hará nada que perjudique a su familia. Esta clase de confianza y entendimiento no podría darse si no hubiera una gran comunicación entre ellos. Trabajan juntos para cumplir las metas de la familia. Ella con su amor y ternura guía a sus hijos en el respeto y obediencia a su padre y a ella misma.
“La mujer sabia edifica su casa; más la necia con sus manos la derriba”. (Prov. 14:1). Es muy cierta esta afirmación, pues la mujer sabia edifica y estabiliza la familia. Su presencia es vital en el hogar, pues con su sensibilidad y amor dados por Dios hace que cada miembro se sienta amado y valorado. Ella sabe que para poder generar un bello hogar debe cultivar permanentemente su relación con Dios, porque sólo de Él proviene la sabiduría. Ella sabe delegar funciones de las labores al interior de su casa, procurando enseñar y formar a sus hijos, porque entiende que en la medida que ellos se instruyen y ejecutan, aprenden y desarrollan la capacidad que cada uno tiene para cumplir sus roles. Hace de su esposo el gran colaborador y transmisor del ejemplo para sus hijos. Valora su autoridad y junto a él procura desarrollar estrategias adecuadas para la marcha armónica de su hogar. Ella sabe que la base fundamental es el amor y procura siempre mantenerlo vivo.
Es recursiva, reconoce sus talentos y los usa bien. Es maestra y consejera, los escucha y les da consejos sanos. Es compasiva con ellos y también les disciplina cuando lo necesitan. Ella sabe que su influencia  sobre el desarrollo de los suyos es valiosa e importante, por eso comparte con su esposo la dirección del hogar. Sabe que puede realizar múltiples funciones, ser empresaria, profesional, ejecutiva, deportista y mucho más. Si bien es cierto que está involucrada en muchas actividades tanto fuera como dentro del hogar, el centro de todo sin embargo, alrededor del cual gira todo, es su familia.
Mujeres, vale la pena preguntarnos ¿cómo estamos ocupando el rol de mujer esposa y madre en nuestro hogar?.  Somos parte de una sociedad a la que le urgen cambios que eviten la destrucción de la célula fundamental “la familia” y esto no significa que no podamos ocupar grandes cargos, tener múltiples funciones, desarrollarnos en diferentes campos, pero no olvidemos que antes de ser constructoras de grandes empresas, somos constructoras de  lo más valioso que Dios nos ha confiado, nuestro propio hogar. Recordemos que es allí donde se siembra, se cultiva, se cosecha la vida de los mejores seres humanos y construir vida, bajo el proyecto de Dios significa desarrollar todo un trabajo en equipo donde la mujer como buena administradora de sus talentos involucra sabiamente a cada uno de los miembros de su hogar para que los talentos de ellos sean desarrollados y puestos en común para el objetivo concreto de una familia sana, próspera y feliz.
Oramos a  Dios para que nos permita entender cada día que no existe nada que se pueda igualar a la satisfacción de tener una familia sana y unida, verdadera y única respuesta en la búsqueda de soluciones ante la crisis de la sociedad actual. Es en la familia donde se tiene esperanza de un mundo sin odio, sin violencia y para ello la mujer, de cara a Dios, interviene directamente en este propósito. Un llamado entonces para que la mujer actual busque un equilibrio en el ejercicio de sus diferentes roles, ordenando sus metas pero ante todo
priorizando  su vida en el hogar.

Marta Ochoa
Servidora Casa Abierta


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