“LIBRES PARA OPTAR POR EL BIEN”
PRIMERA LECTURA
JEREMÍAS 17,5-10
“Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor”
Así
dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su
fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no
verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e
inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces;
cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no
se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón:
¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas,
para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Al
profeta Jeremías le tocó vivir uno de los tiempos más duros del pueblo
de Dios, ya sólo quedaba el reino del sur, que tenía su capital en Jerusalén,
le tocó primero anunciar y luego padecer el destierro. Vino un pueblo cruel, el
pueblo de los caldeos, y se llevó al destierro a los habitantes del reino del
sur, también llamado reino de Judá. Incendiaron, saquearon, violaron y se
llevaron al destierro lo mejor de la raza de Judá. A Jeremías se le
atribuye el libro que lleva su
nombre y el de las Lamentaciones; así Jeremías de muchos modos expresó la tristeza
y el dolor por el destierro, ya que fue lo más humillante, lo más triste, lo más duro que tuvo que
vivir, él con el pueblo de Dios. Jeremías nos va enseñar cómo asumir, como enfrentar el dolor, la tragedia y el desierto, nos
muestra y nos dice que Dios no deja de ser Dios aunque tengamos dolor y
tristeza.
Las palabras de Jeremías en este texto son duras: “Maldito quien
confía en el hombre y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del
Señor”, "Maldito quien confía en el hombre apartando del Señor su
confianza". Jeremías se dio cuenta
de que aquellas personas que se apartan de Dios y creen que porque tienen
amigos o influencias, porque pertenecen a este grupo, o a ese reino, ya con eso
tienen, pero esas personas traen las peores calamidades para ellas mismas y
para su pueblo. Pero Jeremías no se queda maldiciendo tiene también una palabra
de bendición: “Bendito quien confía en el Señor.” Estas palabras valen mucho porque
salieron de un corazón que pasó por la violencia, por la barbarie, por la
crueldad, por las lágrimas, por el hambre, por la sangre. Y este hombre que
pasó por todas esas cosas, tiene una bendición en el corazón. “Bendito, bendito
quien confía en el Señor”. Así como el
metal se acrisola en el fuego, así también el corazón humano se vuelve oro puro
cuando ha pasado por el sufrimiento y conserva su confianza en Dios, entonces
esa persona es verdaderamente fiel, es verdaderamente amiga de Dios.
En este tiempo de Cuaresma, la iglesia que
es Madre, quiere que nosotros nos alimentemos con los ejemplos que valen la
pena, que reflexionemos, corrijamos
nuestro camino, nos sanemos con el testimonio de estos hombres verdaderamente
grandes. Y la grandeza de Jeremías fue mantenerse agarrado de Dios, abrazado de Dios, poniendo su confianza
en Dios, aunque todo se derrumbara. El pecado realmente es darle la espalda a Dios, es no creerle a Dios, es apartarse de Él, el
enemigo en últimas, nos hace creer que nuestra felicidad, nuestro poder, que
nuestra vida no nos la va a dar Dios, sino otros. Sigamos entonces el camino de la Cuaresma, traigamos nuestro corazón e invitemos a otros,
traigamos el corazón de este pueblo, el de nuestra familia, y pongámoslo sobre el altar, que allí junto al
corazón de Jesucristo, y lleno de amor, recibiremos el Espíritu de Dios que nos
transforma y que hará nacer en nosotros un tiempo nuevo.
SALMO RESPONSORIAL:
1
R. / Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el
Señor.
Dichoso el hombre
que no sigue el
consejo de los impíos,
ni entra por la senda
de los pecadores,
ni se sienta en la
reunión de los cínicos;
sino que su gozo es
la ley del Señor,
y medita su ley día y
noche. R.
Será como un árbol
plantado al borde de
la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus
hojas;
y cuanto emprende
tiene buen fin. R.
No así los impíos, no
así;
serán paja que
arrebata el viento.
Porque el Señor
protege el camino de los justos,
pero el camino de los
impíos acaba mal. R.
OREMOS CON EL SALMO Y
ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
El Salterio comienza con esta “Bienaventuranza”, que
es como el prólogo de todo el Libro. La exclamación inicial –“¡Feliz el hombre...!”–; se explicita
a lo largo del Salmo mediante la contraposición de dos imágenes poéticas: el
árbol desbordante de vitalidad simboliza la felicidad de los justos; la paja
arrastrada por el viento representa la ruina final de los impíos. Así se
expresa uno de los temas centrales del Salterio y de toda la Biblia: la conducta de cada hombre
está sometida al Juicio de Dios, y el mundo está gobernado por la justicia
divina.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 16,19-31
“Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo,
mientras que tú padeces”
En
aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se
vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un
mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con
ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se
le acercaban a lamerle la llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los
ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo
enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando
los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre
Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y
me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le
contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su
vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además,
entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar,
aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta
nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a
Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su
testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento."
Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los
escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va
a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés
y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El
texto del rico Epulón y el pobre Lázaro ha sido utilizado para predicar la
resignación y la sumisión en este mundo ya que en la vida eterna se cambiarán
los papeles, pero el sentido de la narración es señalar que quien se deja
llevar por la tentación de la avaricia ya se está condenando porque está
cerrando su corazón al único bien, la única riqueza que es Dios y los únicos
tesoros auténticos que son los hermanos y hermanas, especialmente lo más pobres
de nuestra sociedad. El llamado de atención que hace Jesús es a centrar la vida
en lo que vale la pena, el Reino de Dios. Los bienes están orientados para
satisfacer las necesidades básicas que como seres humanos tenemos para vivir
dignamente. Cuando la ambición de la riqueza invade el corazón humano y se
convierte en obsesión no importa pasar por encima de la dignidad de otros,
incluso, destruyendo vidas, para lograr su cometido. Reflexionemos hoy: ¿Cómo
se vive la opción por la justicia, la paz y la ecología en tu familia y en tu
comunidad de fe?
ORACIÓN
Señor nuestras
debilidades afectivas y emocionales nos pueden llevar a poner en el centro de
la vida a otras personas, animales, proyectos o cosas, apartándote a ti del
corazón. Te pedimos que nos ayudes a no anteponer nada que no seas Tú en
nuestra vida, que entendamos que sólo en ti debemos colocar nuestra confianza y
el sentido de nuestra existencia, para caminar en tu amor y al final podamos volver a ti,
plenamente, porque te tuvimos como eje principal de nuestra vida terrena. Amén
“Nadie puede amasar una fortuna sin volver harina a los demás”
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