lunes, 1 de febrero de 2016

Jueves 25 de Febrero de 2016


“LIBRES PARA OPTAR POR EL BIEN”

PRIMERA LECTURA
JEREMÍAS 17,5-10

“Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor”
Así dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Al  profeta Jeremías le tocó vivir uno de los tiempos más duros del pueblo de Dios, ya sólo quedaba el reino del sur, que tenía su capital en Jerusalén, le tocó primero anunciar y luego padecer el destierro. Vino un pueblo cruel, el pueblo de los caldeos, y se llevó al destierro a los habitantes del reino del sur, también llamado reino de Judá. Incendiaron, saquearon, violaron y se llevaron al destierro lo mejor de la raza de Judá. A Jeremías se le atribuye  el libro que lleva su nombre  y el de  las Lamentaciones; así  Jeremías de muchos modos expresó la tristeza y el dolor por el destierro,  ya que  fue lo más humillante,  lo más triste, lo más duro que tuvo que vivir, él con el pueblo de Dios. Jeremías nos va enseñar  cómo asumir, como enfrentar  el dolor, la tragedia y el desierto, nos muestra y nos dice que Dios no deja de ser Dios aunque tengamos dolor y tristeza.
Las palabras de Jeremías  en este texto son duras: “Maldito quien confía en el hombre y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor”, "Maldito quien confía en el hombre apartando del Señor su confianza". Jeremías  se dio cuenta de que aquellas personas que se apartan de Dios y creen que porque tienen amigos o influencias, porque pertenecen a este grupo, o a ese reino, ya con eso tienen, pero esas personas traen las peores calamidades para ellas mismas y para su pueblo. Pero Jeremías no se queda maldiciendo tiene también una palabra de bendición: “Bendito quien confía en el Señor.”  Estas palabras valen mucho porque salieron de un corazón que pasó por la violencia, por la barbarie, por la crueldad, por las lágrimas, por el hambre, por la sangre. Y este hombre que pasó por todas esas cosas, tiene una bendición en el corazón. “Bendito, bendito quien confía en el Señor”.  Así como el metal se acrisola en el fuego, así también el corazón humano se vuelve oro puro cuando ha pasado por el sufrimiento y conserva su confianza en Dios, entonces esa persona es verdaderamente fiel, es verdaderamente amiga de Dios.
En este tiempo de Cuaresma, la iglesia que es Madre, quiere que nosotros nos alimentemos con los ejemplos que valen la pena,  que reflexionemos, corrijamos nuestro camino, nos sanemos con el testimonio de estos hombres verdaderamente grandes. Y la grandeza de Jeremías fue mantenerse agarrado de  Dios, abrazado de Dios, poniendo su confianza en Dios, aunque todo se derrumbara. El pecado realmente es  darle la espalda a Dios, es no creerle a Dios, es apartarse de Él, el enemigo en últimas, nos hace creer que nuestra felicidad, nuestro poder, que nuestra vida no nos la va a dar Dios, sino otros. Sigamos  entonces el camino de la Cuaresma, traigamos nuestro corazón e invitemos a otros, traigamos el corazón de este pueblo, el de nuestra familia, y  pongámoslo sobre el altar, que allí junto al corazón de Jesucristo, y lleno de amor, recibiremos el Espíritu de Dios que nos transforma y que hará nacer en nosotros un tiempo nuevo.


SALMO RESPONSORIAL: 1
R. / Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.


OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
El Salterio comienza con esta “Bienaventuranza”, que es como el prólogo de todo el Libro. La exclamación inicial  –“¡Feliz el hombre...!”–; se explicita a lo largo del Salmo mediante la contraposición de dos imágenes poéticas: el árbol desbordante de vitalidad simboliza la felicidad de los justos; la paja arrastrada por el viento representa la ruina final de los impíos. Así se expresa uno de los temas centrales del Salterio y de toda la Biblia: la conducta de cada hombre está sometida al Juicio de Dios, y el mundo está gobernado por la justicia divina.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 16,19-31

“Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces”
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle la llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El texto del rico Epulón y el pobre Lázaro ha sido utilizado para predicar la resignación y la sumisión en este mundo ya que en la vida eterna se cambiarán los papeles, pero el sentido de la narración es señalar que quien se deja llevar por la tentación de la avaricia ya se está condenando porque está cerrando su corazón al único bien, la única riqueza que es Dios y los únicos tesoros auténticos que son los hermanos y hermanas, especialmente lo más pobres de nuestra sociedad. El llamado de atención que hace Jesús es a centrar la vida en lo que vale la pena, el Reino de Dios. Los bienes están orientados para satisfacer las necesidades básicas que como seres humanos tenemos para vivir dignamente. Cuando la ambición de la riqueza invade el corazón humano y se convierte en obsesión no importa pasar por encima de la dignidad de otros, incluso, destruyendo vidas, para lograr su cometido. Reflexionemos hoy: ¿Cómo se vive la opción por la justicia, la paz y la ecología en tu familia y en tu comunidad de fe?

ORACIÓN
Señor nuestras debilidades afectivas y emocionales nos pueden llevar a poner en el centro de la vida a otras personas, animales, proyectos o cosas, apartándote a ti del corazón. Te pedimos que nos ayudes a no anteponer nada que no seas Tú en nuestra vida, que entendamos que sólo en ti debemos colocar nuestra confianza y el sentido de nuestra existencia, para caminar en tu  amor y al final podamos volver a ti, plenamente, porque te tuvimos como eje principal de nuestra vida terrena. Amén


“Nadie puede amasar una fortuna sin volver harina a los demás”

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