lunes, 1 de febrero de 2016

Sábado, 20 de Febrero de 2016


“EL AMOR CRISTIANO Y SUS IMPLICACIONES”

PRIMERA LECTURA
DEUTERONOMIO 26,16-19
“Serás el pueblo santo del Señor”
Moisés habló al pueblo, diciendo: "Hoy te manda el Señor, tu Dios, que cumplas estos mandatos y decretos. Guárdalos y cúmplelos con todo el corazón y con toda el alma. Hoy te has comprometido a aceptar lo que el Señor te propone: Que él será tu Dios, que tú irás por sus caminos, guardarás sus mandatos, preceptos y decretos, y escucharás su voz. Hoy se compromete el Señor a aceptar lo que tú le propones: Que serás su propio pueblo, como te prometió, que guardarás todos sus preceptos, que él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y que serás el pueblo santo del Señor, como ha dicho." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Esta lectura nos enseña una cosa más: "Tú vas a ser propiedad del Señor", le dice Moisés al pueblo, a punto de entrar en la Tierra Prometida. Con esa lógica, si nosotros somos propiedad de Dios, significa que Dios puede cumplir su voluntad en nosotros. Declararnos propiedad de Dios es declararnos obedientes a Dios, es declararnos siervos de Dios. Es decirle a Dios: "Te doy permiso de que obres en mí tu voluntad, te doy permiso de que dispongas de mí". Con este acto por el que nosotros nos declaramos propiedad de Dios, le permitimos a Dios cumplir su voluntad en nosotros, que es la cosa más maravillosa, porque si Dios cumple su voluntad en nosotros, entonces Él nos lleva a su propia plenitud. Nosotros somos la obra de Dios, cuando le damos permiso a Dios de que cumpla su voluntad en nosotros, le damos permiso de que Él complete su obra. Nadie puede alcanzar la santidad si no es con la vida de Dios adentro; nadie alcanza la santidad si no es dejando obrar al Santo que es Dios en nosotros. Por eso, ser propiedad de Dios y ser posesión de Dios significa que esa voluntad del Señor se va a cumplir en nosotros, y significa que esa santidad, que es su plan original, se va a realizar en nuestras vidas.
SALMO RESPONSORIAL : 118
R. /  Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R.

Tú promulgas tus decretos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus consignas. R.

Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones. R.


OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Este salmo, el más largo de todos, presenta las excelencias de la Ley de Dios, entendida como la manifestación de la voluntad de Dios para el hombre. Su cumplimiento le asegura el bienestar y la dicha. La urgencia de cumplir siempre la voluntad de Dios nace de la misma fe. Para nosotros se trata de “la ley perfecta del amor” que se encuentra en el evangelio y se encarna en el seguimiento de Cristo.   

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 5,43-48

“Sed perfectos como vuestro Padre celestial”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Dios convoca a su pueblo a la santidad e inmediatamente presenta los criterios de santidad. Aunque el Deuteronomio propone como criterio de santidad una serie de preceptos, todos se resumen en el amor. Para Jesús, el criterio es el amor manifestado en el perdón y la reconciliación, la práctica de la justicia y la caridad social lo que conduce por el camino de la santidad. A veces cuando se propone la vida de una persona como candidata a la santidad, se pone el énfasis en los signos milagrosos como confirmación de parte de Dios de la autenticidad de vida del Santo. Esto es importante, sin embargo, no es lo fundamental. La santidad es invitación para todos los creyentes y consiste en la práctica del amor en la vida cotidiana, en las relaciones normales y cordiales con los demás, en la apertura a la comunión y a la solidaridad con los otros, en el cuidado y protección de la vida humana y la integridad de la creación. Desde luego que este camino de santidad es pedregoso, vertiginoso y peligroso. Por eso se necesita de la oración como continua apertura a la gracia de Dios para alcanzar la meta propuesta. ¿Qué rasgos de santidad percibes en personas normales cercanas a ti? ¿Cómo alimentar el proceso de santificación en tu vida cotidiana?

ORACIÓN
Señor, por favor ayúdanos a ser fieles a tus enseñanzas, a caminar por tus sendas, a amar a los que no nos aman, a dar aunque no nos devuelvan, a estar atentos a las necesidades de los nuestros, como de los que nada tienen que ver con nosotros, pero que necesitan una mano amiga.  Que en cada una de nuestras pequeñas comunidades nos desgastemos por entender y vivir esto, para que seas glorificado desde nuestro verdadero discipulado y apostolado. Amén

“El criterio de una verdadera vida en Jesús  es el amor manifestado en un cambio personal que lleva al perdón y a la reconciliación, a la práctica de la justicia, la caridad social y la paz”

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