lunes, 1 de febrero de 2016

Jueves, 18 de Febrero de 2016


“LOS FRUTOS DE LA ORACIÓN”

PRIMERA LECTURA
ESTER 14,1.3-5.12-14

“No tengo otro auxilio fuera de ti, Señor”
En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: "Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación, y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo."  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
El texto de hoy nos presenta como modelo orante a Ester, aquella reina legendaria judía que por medio de su profeta logró cambiar el corazón del rey pagano que estaba tan mal aconsejado, de modo que dejara de perseguir al pueblo judío y más bien se convirtiera en su aliado.
Pero la fuerza de la convicción en las palabras de Ester, estuvo no tanto en sus encantos femeninos, que los tenía, cuanto si,  en esta oración que le hemos escuchado en el día de hoy. La oración es la clave, la oración abre posibilidades insospechadas.
Entre una persona sin oración y esa misma persona cuando se resuelve a orar, hay tanta diferencia que casi parece que fueran dos personas distintas.
Ester, sin oración, ¿qué es? Una mujer que pertenece al pueblo perseguido. Pensemos lo que significa este escrito, especialmente viniendo de una cultura que más bien se caracteriza por despreciar la opinión de la mujer.
En la sociedad judía una mujer no podía servir de testigo. Y se trata aquí no sólo de una mujer, sino de una que pertenece al pueblo perseguido, al pueblo odiado. No es nada, es menos que nada. Esa misma mujer, con oración, es la fuente de la victoria.
Se necesita mucho de esa oración como la de Ester: una oración  con la necesidad desnuda, una oración desde el fondo del alma, una oración con el corazón.


SALMO RESPONSORIAL: 137
R. / Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón
delante de los ángeles tañeré para ti,
 me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre,
por tu misericordia y tu lealtad;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R.


OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
El amor y la fidelidad del Señor, que reconforta y protege a los humildes, motivan este canto de acción de gracias, en el cual aparece claramente que la invitación a la acción de gracias es universal. El Salmo concluye con una renovada expresión de confianza en el Señor, en su protección divina. Este salmo es atribuido por la tradición judía al rey David, aunque probablemente fue compuesto en una época posterior, comienza con un canto personal del orante. Alza su voz en el marco de la asamblea del templo o, por lo menos, teniendo como referencia el santuario de Sion, sede de la presencia del Señor y de su encuentro con el pueblo de los fieles.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 7,7-12

“Quien pide recibe”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Tanto la lectura del libro de Ester como el salmo 137 y el evangelio de Mateo insisten en un mismo tema: la confianza en el Señor en los momentos de confusión, crisis y oscuridad. No se trata de un providencialismo barato. No es que Dios venga en nuestro auxilio y nos libere de la responsabilidad que nos corresponde para afrontar los problemas y dificultades de la vida. Es pedir al Espíritu Santo nos conceda iluminación, sabiduría, fortaleza, claridad, paciencia y esperanza para saber afrontarlos. La certeza está en saber que Dios no nos falla, que no nos abandona a nuestra suerte. Él siempre está junto a nosotros tanto en los momentos alegres y luminosos de la vida como en las circunstancias complejas y conflictivas de cada día. Confiar en Dios no significa sentarse a esperar. La confianza en Dios implica ponernos en camino, lanzarnos al vacío con la plena certeza que Él nunca nos abandona aunque, en momentos, no percibamos su cercanía. La invitación es a confiar plenamente en Dios sin dejar de asumir la tarea de cada día encontrando la salida a las dificultades. Identifica los momentos de tu vida en que has percibido la presencia de Dios y comparte con tu comunidad estas experiencias de vida. 

ORACIÓN
Preciosos Señor, así como a Esther, haznos necesitados(as) de dirigirnos hacia ti en todo momento y sobre todo colocando nuestra humanidad a veces decaída, angustiada e insegura, en ti que eres misericordioso y actúas en medio de nuestra vida. Cuántos testimonios tendríamos que dar los(as) seguidores(as) del Día a Día con la Palabra de cómo nos has levantado y protegido, de cómo vivimos tu amor, que es infinito, y nos das tanto, aún sin merecerlo. Bendito eres Señor. Amén 


 “No es que Dios venga a nuestro auxilio y nos libere de los problemas y dificultades, sino que nos concede luz, sabiduría, fortaleza, claridad, paciencia y esperanza para saber afrontarlos”

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