lunes, 1 de febrero de 2016

Miércoles, 24 de Febrero de 2016


“HUMILDAD Y SERVICIO FRENTE A PUESTOS Y AMBICIONES”

PRIMERA LECTURA
JEREMÍAS 18,18-20

“Venid, lo heriremos con su propia lengua”
Dijeron: "Venid, maquinemos contra Jeremías, porque no falta la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta; venid, lo heriremos con su propia lengua y no haremos caso de sus oráculos." Señor, hazme caso, oye cómo me acusan. ¿Es que se paga el bien con mal, que han cavado una fosa para mí? Acuérdate de cómo estuve en tu presencia, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo.   Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Si hay cosa absurda y dolorosa en esta tierra es lo que nos cuenta la primera lectura: el sufrimiento de Jeremías, imagen de todos los que sufren por ser buenos. Cosa tan chocante como ver prosperar a los malvados, y descubrir que la intriga, la violencia o la trampa logran su cometido.
Sin embargo, hay otro enfoque sobre este asunto. El que es bueno mientras recibe cosas buenas y deja de serlo cuando las pierde demuestra que no amaba tanto la bondad como su recompensa. Dicho de otro modo: el que sigue siendo bueno cuando la bondad no es buen negocio demuestra que en realidad sí es lo que parece ser. La maldad es el crisol en que se refina la verdad de la bondad.
El argumento que utilizan los enemigos de Jeremías es abominable, es su actuar brutal que considera que siempre se puede reemplazar a una persona por otra que haga el mismo oficio: "tendamos un lazo a Jeremías, porque no le va a faltar doctrina al sacerdote, consejo al sabio, ni inspiración al profeta". Bajo esa consigna es posible matar a cualquiera, porque la vida humana queda reducida a moneda que vale en la medida de su utilidad. Es como si razonaran así: "¿Qué trae el tal Jeremías? ¿Doctrina? Ya nos la dan los sacerdotes. ¿Consejos? Para eso tenemos sabios. ¿Inspiración y oráculos? Por ahí andan profetas. Conclusión: no nos hace falta Jeremías". Pero en esa lista de escalofriante pragmatismo olvidaron algo: Jeremías es un intercesor. Ese aspecto de la vida del profeta está oculto a ojos de ellos y por eso sólo aparece en el secreto de la oración profunda y humilde de este hombre admirable.
Jeremías es un intercesor. Es alguien capaz de hacer oración por los enemigos. Es uno que tiene la suficiente fuerza interior como para no dejarse infectar por el odio de sus adversarios, y en esto se muestra superior a ellos. Alguien así... es irreemplazable.

SALMO RESPONSORIAL: 30
R. / Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Oigo el cuchicheo de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida. R.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: "Tú eres mi Dios."
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
En este Salmo se combinan una súplica confiada (vs. 2-l9) y un canto de acción de gracias (vs. 20-25). En primer lugar, un hombre acusado y perseguido injustamente se pone en las manos de Dios (v. 6) y le ruega que lo salve. Luego el mismo salmista expresa su reconocimiento al Señor, por haber experimentado la protección divina y verse libre de peligro. Las última palabras de Cristo en la cruz son una cita del verso 6. En Él se cumple perfectamente la confianza absoluta en el amor de Dios, y en su resurrección se realiza con plenitud la liberación de la muerte y el mal, prenda y garantía de nuestra liberación definitiva.     

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 20,17-28
“Lo condenarán a muerte”
En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará."
Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre."
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La ambición de poder y de prestigio está enraizada en el corazón del ser humano. Los discípulos de Jesús, particularmente sus más íntimos amigos, no escapan a esta realidad tan humana. La madre, como todas las madres, quiere lo mejor para sus hijos. Ella, la madre de los hijos del Zebedeo, no ha logrado entender, cómo tampoco los demás, cuál es el camino de Jesús: la cruz, la entrega, la donación de sí mismo que trae como consecuencia el sufrimiento y el desprestigio. Su expectativa está lejos de la de Jesús. No han comprendido que el Reino de Dios, que les propone Jesús, no se fundamenta sobre el soberbio poder de los demás reinos de este mundo. El Reino de Dios acontece desde dentro, desde lo más profundo de la persona humana. Cuando el ser humano abra de par en par las puertas a Dios y se deje “gobernar” libremente por Él, entonces habrá comprendido que no es el poder sino el servir, no es el prestigio sino la humildad lo que estructura el proyecto de Dios. Tampoco nosotros escapamos de este deseo interno de ambición de poder y prestigio. A veces las comunidades eclesiales se convierten en campos de batalla para alcanzar poder. Revisemos cómo vivimos y asumimos nuestro servicio a la comunidad de fe a la que pertenecemos.

ORACIÓN
Señor, perdónanos porque muchas veces, nos olvidamos de la esencia de tu proyecto, y predomina en nosotros el deseo de prestigio, la ambición de poder y tener y pasamos por encima de las personas que nos rodean, especialmente del pobre y necesitado. Te necesitamos Señor, imprégnanos de tu Bendito Espíritu Santo, que sea Él que dirija nuestra vida, pon en nosotros un corazón humilde, sencillo, dispuesto a servir y pasar por la  cruz. Amén

“Hacerse esclavo libremente y por amor, es mejor que aspirar a cargos importantes, privilegios o prebendas”


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