jueves, 1 de enero de 2015

Martes, 13 de enero de 2015


“AUTORIDAD QUE CONFIRMA EL AMOR DE DIOS POR LA HUMANIDAD”

PRIMERA LECTURA
HEBREOS 2,5-12

“Dios juzgó conveniente perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación”

Dios no ha puesto bajo la autoridad de los ángeles ese mundo futuro del cual estamos hablando. Al contrario, en un lugar de la Escritura alguien declara: "¿Qué es el hombre? ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él? Por un poco de tiempo lo hiciste algo menor que los ángeles, pero lo coronaste de gloria y honor; todo lo sujetaste debajo de sus pies."
Así que, al sujetarlo todo debajo de sus pies, Dios no dejó nada sin sujetarlo a él. Sin embargo, todavía no vemos que todo le esté sujeto. Pero vemos que Jesús, a quien Dios hizo algo menor que los ángeles por un poco de tiempo, está coronado de gloria y honor, a causa de la muerte que sufrió. Dios, en su amor, quiso que experimentara la muerte para bien de todos.
Todas las cosas existen para Dios y por la acción de Dios, que quiere que todos sus hijos tengan parte en su gloria. Por eso, Dios, por medio del sufrimiento, tenía que hacer perfecto a Jesucristo, el Salvador de ellos. Porque todos son del mismo Padre: tanto los consagrados como el que los consagra. Por esta razón, el Hijo de Dios no se averguenza de llamarlos hermanos, al decir en la Escritura: "Hablaré de ti a mis hermanos, y te cantaré himnos en medio de la congregación." Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
El texto de la Carta a los Hebreos para el día de hoy nos pone frente a dos referentes: los ángeles y los hombres para hablarnos de la persona de Jesús. La grandeza de Cristo está por encima de toda lógica porque en Él, la humanidad alcanza un grado de perfección mayor a la de los ángeles. Dice que “no se avergüenza de llamarnos hermanos” para que podamos comprender que fue completamente igual a nosotros y que sabe nuestras debilidades y nuestras incapacidades; por eso frente a Dios no tenemos que ponernos máscaras, ni tratar de ser lo que no somos, ni aparentar para ser valorados, ni suponer que debemos ser quienes no somos para merecer su amor. El texto es claro. No hay vergüenza en Dios por lo que somos, por lo tanto no te avergüences de ti mismo, de tu vida, de tus problemas, de tus inclinaciones, de tu pecado, porque eres un ser humano; sin embargo en Jesús puedes encontrar un camino de perfección que te hará como Dios te soñó, como estás hecho para vivir.

SALMO RESPONSORIAL: 8
R./ Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos.

¡Señor, dueño nuestro,
qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
 lo coronaste de gloria y dignidad,
 le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.

Todo lo sometiste bajo sus pies:
 rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
La alabanza contenida en este célebre himno expresa la intuición poético-religiosa del salmista, que contempla con ojos asombrados la obra de Dios en la creación. Su pensamiento se concentra en el hombre, realidad casi insignificante en comparación con la majestad del cielo, y objeto, al mismo tiempo, de una inexplicable solicitud por parte del Creador. Ningún otro de los seres creados recibió una dignidad semejante a la de él, y todas las cosas están sometidas a su dominio. Estas mismas ideas se vuelven a encontrar en el relato “sacerdotal” de la creación (Gn. 1. 26-28), que es, sin duda, posterior a este Salmo.




LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 1,21-28

“Enseñaba con autoridad”

Llegaron a Cafarnaúm, y en el sábado Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. La gente se admiraba de cómo les enseñaba, porque lo hacía con plena autoridad y no como los maestros de la ley. En la sinagoga del pueblo había un hombre que tenía un espíritu impuro, el cual gritó:
--¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco, y sé que eres el Santo de Dios.
Jesús reprendió a aquel espíritu, diciéndole:
--¡Cállate y deja a este hombre!
El espíritu impuro hizo que al hombre le diera un ataque, y gritando con gran fuerza salió de él. Todos se asustaron, y se preguntaban unos a otros:
--¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, y con plena autoridad! ¡Incluso a los espíritus impuros da órdenes, y lo obedecen!
Y muy pronto la fama de Jesús se extendió por toda la región de Galilea. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN:
El milagro que se relata en este pasaje de Marcos está presentado en el contexto de un género literario empleado en gran número de otros: descripción del estado del enfermo, autoridad soberana y poderosa de Jesús, eficacia inminente de su Palabra o de su gesto y, finalmente, la reacción de la multitud. Una forma literaria de ese tipo tiene como finalidad revelar el poder de Cristo. En la descripción de los milagros de Jesús, Marcos se contenta frecuentemente con ese tipo de poder. Lo describirá sobre todo en oposición al influjo ejercido hasta entonces por los demonios. Para la mentalidad de su tiempo la humanidad está sometida a los “espíritus impuros”, que son la causa de las enfermedades y de la muerte. Pero Dios debe poner algún día término a ese imperio tiránico por medio de su Enviado, el “Santo de Dios”. Para Marcos, el milagro no es más que el arma por excelencia del enviado de Dios contra el poder de los “espíritus impuros”, a los que ataca precisamente allí donde dejan de manifiesto su presencia: la enfermedad y la muerte.
Interesa revalorizar el poder con que Jesús se manifiesta cual enviado de Dios. Parece que, al menos en Marcos, ese poder es ya el de la Resurrección. El milagro no se comprende sino con referencia al misterio pascual, es decir, el de la Resurrección, que no es más que el sometimiento de la muerte a la vida: una vida plena para todos. 

ORACIÓN
Señor gracias por tu enseñanza que es liberadora, que podamos entender que una sola palabra tuya es capaz de restaurar y cambiar toda la realidad de nuestra vida y de los  que nos rodean. Amén.
“En Dios descubro la grandeza de mi dignidad y la fortaleza para respetarme y defender la dignidad de otro ser humano”


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