lunes, 1 de julio de 2013

Martes 30 de Julio de 2013

 “EN LA AMISTAD DE DIOS SE REVELA EL MISTERIO DE LA VIDA HUMANA”
  
PRIMERA LECTURA
ÉXODO 33,7-11; 34,5b-9.28

“Que mi Señor vaya con nosotros”

Moisés tomó la tienda de campaña y la puso a cierta distancia fuera del campamento, y la llamó tienda del encuentro con Dios. Cuando alguien quería consultar al Señor, iba a la tienda, la cual estaba fuera del campamento. Y cuando Moisés iba a la tienda, toda la gente se levantaba y permanecía de pie a la entrada de su propia tienda de campaña, siguiendo a Moisés con la mirada hasta que este entraba en la tienda. En cuanto Moisés entraba en ella, la columna de nube bajaba y se detenía a la entrada de la tienda, mientras el Señor hablaba a Moisés. Y cuando la gente veía que la columna de nube se detenía a la entrada de la tienda, cada uno se arrodillaba a la entrada de su propia tienda en actitud de adoración.
Dios hablaba con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo, y después Moisés regresaba al campamento. Pero su ayudante, el joven Josué, hijo de Nun, nunca se apartaba del interior de la tienda.

Entonces el Señor bajó en una nube y estuvo allí con Moisés, y pronunció su propio nombre. Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta:
--¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad! Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos.
Rápidamente Moisés se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y adoró al Señor diciendo:
¡Señor! ¡Señor! Si en verdad me he ganado tu favor, acompáñanos. Esta gente es realmente muy terca, pero perdónanos nuestros pecados y maldad, y acéptanos como tu pueblo.
Moisés se quedó allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Allí escribió sobre las tablas las palabras de la alianza, es decir, los diez mandamientos.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN
Dos pasajes distintos aparecen en la lectura de hoy: el que se refiere a la “tienda del encuentro”, junto al campamento, y el diálogo de Moisés con Dios, en la montaña. Pero en los dos aparece algo claro: al pecado y la debilidad del pueblo responde, por una parte, Moisés con su solidaridad e intercesión, y sobre todo Dios, con su amor y su paciencia.

La tienda del encuentro o de la reunión, a las afueras del campamento que van montando a lo largo de su recorrido por el desierto, es un símbolo que Dios no los abandona. Se visibiliza de alguna manera en forma de nube y habla con Moisés, el mediador, “cara a cara”. Moisés es un hombre de intensa oración además un guía eficaz del pueblo.

Si los israelitas apreciaban la cercanía de Dios en la tienda del encuentro, los cristianos estamos mucho más motivados para agradecer su presencia en todo momento de nuestra vida. Haremos bien en buscar momentos de silencio y de “encuentro” con Dios, de experiencia de oración ante Él. Debemos saber escapar el campamento de la actividad y tomar nuevo aliento en la cercanía de Dios.

SALMO RESPONSORIAL: 102
R: El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R.

No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles. R.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 13, 36-43 

“El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre”

Jesús despidió entonces a la gente y entró en la casa, donde sus discípulos se le acercaron y le pidieron que les explicara la parábola de la mala hierba en el campo. Jesús les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre, y el campo es el mundo. La buena semilla representa a los que son del reino, y la mala hierba representa a los que son del maligno, y el enemigo que sembró la mala hierba es el diablo. La cosecha representa el fin del mundo, y los que recogen la cosecha son los ángeles. Así como la mala hierba se recoge y se echa al fuego para quemarla, así sucederá también al fin del mundo. El Hijo del hombre mandará a sus ángeles a recoger de su reino a todos los que hacen pecar a otros, y a los que practican el mal. Los echarán en el horno encendido, y vendrán el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. Los que tienen oídos, oigan. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La interpretación de la parábola de la cizaña tiene como fin la comprensión, por parte de los discípulos y de la comunidad cristiana, de tener que vivir en un mundo donde el bien (la justicia) tiene que abrirse camino en constante confrontación con el mal. El campo donde el Hijo del hombre siembra la buena semilla es el mundo y toda su condición ambivalente, entre las luchas por la justicia y la violencia sistemática. En el mundo, el trigo y la cizaña crecen juntamente y entremezclados. En este sentido, el mal no sólo está en el mundo, sino también al interior de la comunidad eclesial. La comunidad dentro de sí lleva siempre algo de cizaña, de ahí que los seguidores de Jesús se sientan invitados a ser como la semilla buena y no como la mala hierba. Las personas, las instituciones y los sistemas que han optado por convertir este mundo en un escenario de muerte, de violencia y ambición irremediablemente están condenadas a vivir de acuerdo a su propia elección. Pero los que hemos asumido la tarea de hacer germinar el Reino estamos llamados a resolver el destino del mundo en la tierra fértil de la historia siendo peregrinos de una comunidad de relaciones alternativas.

ORACIÓN
Amado Dios de la vida, con la luz de tu Espíritu queremos mantener un diálogo verdadero contigo, en un clima de amistad, cara a cara, sintiendo tu presencia, escuchado tu voz y descansando en ti. Alcanzando este grado de encuentro lograremos descubrir el sentido a nuestra existencia y las respuestas acertadas a nuestras inquietudes y necesidades. Ayúdanos, por favor,  para que así sea. Amén.

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