viernes, 1 de abril de 2022

Miércoles 20 de Abril de 2022

 

 “DE CAMINO A EMAÚS”

 

PRIMERA LECTURA

HECHOS DE LOS APÓSTOLES 3,1-10

 

Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a andar

 

En aquellos días, subían al templo Pedro y Juan, a la oración de media tarde, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada "Hermosa", para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo: "Míranos." Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar."  Agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. La gente lo vio andar alabando a Dios; al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa, quedaron estupefactos ante lo sucedido. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

En el texto de hoy se nos narra la curación de un paralítico por parte de Pedro y Juan que representan a la nueva comunidad de Jesús (nueva por ser renovada en la experiencia de la resurrección). El texto nos ubica diciendo que, el pobre mendigo estaba a la puerta del templo, la mirada fija del mendigo que espera algo, la mirada también fija de Pedro, el contacto de la mano, las palabras breves solemnes, “en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda” y la curación progresiva del hombre hasta seguirles dando brincos al templo, ante la admiración de la gente. La fuerza salvadora, que en vida de Jesús brotada de él, curando a los enfermos y resucitando a los muertos, es ahora energía pascual que sigue activa:  el Resucitado está presente, aunque invisible y actúa a través de su comunidad, en concreto a través de los apóstoles, a los que había enviado a “proclamar el Reino de Dios y a curar”. No  tendrán medios económicos, pero si tienen algo mucho más valioso e importante: La fuerza del Señor.

 

SALMO RESPONSORIAL: 104

R./ Que se alegren los que buscan al Señor.

 

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,

dad a conocer sus hazañas a los pueblos.

Cantadle al son de instrumentos,

hablad de sus maravillas. R.

 

Gloriaos de su nombre santo,

que se alegren los que buscan al Señor.

Recurrid al Señor y a su poder,

buscad continuamente su rostro. R.

 

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;

hijos de Jacob, su elegido!

El Señor es nuestro Dios,

él gobierna toda la tierra. R.

 

Se acuerda de su alianza eternamente,

de la palabra dada, por mil generaciones;

de la alianza sellada con Abrahán,

del juramento hecho a Isaac. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este Salmo es un himno litúrgico de alabanza a Dios por las maravillas hechas en favor de su pueblo, recordando la historia desde los patriarcas hasta la entrada a la tierra prometida. La Historia de salvación de Israel hace parte de nuestra propia historia de salvación, pero ella se completa con la nueva alianza mediada por Jesucristo y con el ofrecimiento de salvación a todos los pueblos

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 24,13-35

 

“Lo reconocieron al partir el pan”

 

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó: "¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron."

Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.

Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.  Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

El encuentro personal con el Resucitado provoca cambios, transforma el mundo y nos ayuda a madurar en la fe. Caminar con Jesús, hablarle de nuestras angustias y frustraciones, dejando que nos aliente con su Palabra y que comparta el pan en nuestras mesas, nos permite renovar la mente y el corazón. No es lo mismo que otros nos cuenten su experiencia con Jesús; es necesario el encuentro personal con él. Los discípulos de Emaús cambian su actitud y ahora con esperanza renovada reconocen que no todo está perdido. Es la misma experiencia del paralítico, quien se ha encontrado con Jesús Resucitado en la palabra y la fe compartida de Pedro y Juan. No solo se trata de “caminar”, se trata de vivir la novedad de quien ha superado todas las “parálisis” personales y sociales. Se hace necesario fortalecer nuestro encuentro personal y comunitario con el Resucitado para que pueda sanar nuestras parálisis (provocadas o impuestas). ¿Hemos  experimentado la presencia de Jesús en nuestro  caminar? ¡Dejémonos  encontrar por él!

 

ORACIÓN

Gracias Jesús porque así como caminaste un día con los discípulos  de Emaús, animándolos en su aflicción, hoy caminas también con cada uno(a) de nosotros(as), motivándonos en nuestras dificultades. Que esa misma Palabra y Pan Eucaristía, sigan siendo para todos nosotros(as), desde la vida comunitaria, los espacios privilegiados de encuentro contigo: el Cristo Resucitado.  Amén.

 

“Dios no nos deja solos en nuestro camino de derrotas, Él hace camino con nosotros y va encendiendo nuevamente el fuego de la fe, la esperanza y del amor en el compartir el pan, en la Eucaristía”

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