viernes, 1 de abril de 2022

Viernes 29 de Abril de 2022

 

“PARTIR Y COMPARTIR”

  

PRIMERA LECTURA

HECHOS 5,34-42

 

“Salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús”

 

En aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín, mandó que sacaran fuera un momento a aquellos hombres y dijo: "Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. No hace mucho salió un tal Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, dispersaron a todos sus secuaces, y todo acabó en nada. Más tarde, cuando el censo, salió Judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y dispersaron a todos sus secuaces. En el caso presente, mi consejo es éste: No os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se dispersarán; pero, si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a luchar contra Dios."

Le dieron la razón y llamaron a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Gamaliel recoge de la memoria de los judíos varios ejemplos en los que hay un común denominador: a la muerte de un líder sigue la dispersión de sus seguidores. Y con juicio sensato estima este maestro de la ley que en esos hechos asoma un buen criterio para analizar lo que sucede con ese fenómeno que es nuevo para ellos: los seguidores del crucificado. Afirma Gamaliel que, si todo es cosa de hombres, seguirá la regla de las cosas humanas: muerto el líder se dispersarán sus discípulos. Al fin y al cabo, se supone que nadie va detrás de un fracasado; nadie da la vida por quien ya ha muerto. Uno podría pensar que este criterio no es absoluto, porque hemos conocido obras simplemente humanas que duran muchos siglos. Religiones paganas y credos orientales han resistido miles de años sin diluirse. Mas hay que tener en cuenta el contexto en el que habla Gamaliel: no se refiere él a las religiones en general, sino a un momento y un lugar específicos, pues todos sus ejemplos tienen en común la fe en Dios y en sus promesas.

Las religiones paganas no tienen una promesa más allá del ciclo infinito de la naturaleza a la que divinizan; veamos como en parte las prácticas orientales son básicamente anestésicos para la mente. Adormecen los anhelos más profundos del alma, aquellos que en cambio encontramos con fuerza colosal en la palabra de los profetas del Antiguo Testamento. La muerte de un adormecido no hace suficiente ruido como para despertar a sus seguidores; la muerte de un mártir de la alianza necesariamente confronta a sus seguidores: ¿vale la pena seguir ese mismo camino?

Y es aquí donde resulta notable la fe cristiana: una religión que no dopa, un credo que nos estrella con el rostro abominable de la muerte, y que sin embargo da un vigor superior a la muerte. Una religión que canta la gloria del Resucitado.

 

SALMO RESPONSORIAL: 26

R./ Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.

 

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿quién me hará temblar? R.

 

Una cosa pido al Señor,

eso buscaré:

habitar en la casa del Señor

por los días de mi vida;

gozar de la dulzura del Señor,

contemplando su templo. R.

 

Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,

ten ánimo, espera en el Señor. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

En este salmo, la presencia de Dios en el templo es fuente de atracción constante y de alegría confiada, La presencia de Dios entre los seres humanos se hace definitiva a través de su hijo Jesucristo, quien es luz que ilumina a todos y todas. Él puso su morada entre nosotros y nosotras para hacernos partícipes de su vida.  

 

LECTURA DEL EVANGELIO

JUAN 6,1-15

 

“Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron”

 

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?" Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo." Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?" Jesús dijo: "Decid a la gente que se siente en el suelo." Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.

Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie." Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: "Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo." Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo. Palabra de Señor.

 

REFLEXIÓN

Nos encontramos con el relato de la multiplicación de los panes, ahora contado por San Juan. Para el cuarto evangelista este es un signo, no un milagro tal como lo entienden los otros tres evangelios. En la escena planteada se informa que todos estaban preocupados por saciar el hambre de la multitud. El asunto se centraba en cómo darles de comer a todos. Frente a esta necesidad, lo más fácil era hacer un milagro, casi que con características mágicas. Pero no podemos perder de vista que Jesús no funciona en esa lógica. Jesús toca la fibra más delicada de aquella sociedad y deja claro que el pan que saciará el hambre de la gente es experimentar en la propia vida de los Discípulos y de los que estaban en la escena, la vivencia de la vocación filial y fraternal. Solo cuando el ser humano se reconoce verdaderamente hijo de Dios y hermanos de los otros, entonces se saciará el hambre. Es la solidaridad la que hace nuevas todas las cosas.

 ORACIÓN

Gracias Señor por seguir realizando los mismos gestos misericordiosos de bendición, enseñando a compartir el pan de vida  con todos nosotros, tus nuevos(as) discípulos(as). Por satisfacer a plenitud nuestras necesidades y también por darnos la fuerza para seguir luchando por superar todos nuestros problemas. Amén

 

 “Basta el simple gesto de compartir lo que tenemos para que las necesidades se satisfagan”

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