“FORMADO POR DIOS”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 50, 4-9
“No oculté el rostro a insultos y salivazos”
En aquellos días dijo Isaías: Mi Señor me ha dado una lengua de
iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me
espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha
abierto el oído y yo no me he rebelado ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda
a los que golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro
a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no me quedaba confundido,
por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado. Tengo
cerca a mi abogado, ¿quién pleiteará contra mí? Vamos a enfrentarnos: ¿Quién es
mi rival? Que se acerque. Mirad, mi Señor me ayuda: ¿quién probará que soy
culpable? Palabra de Dios
REFLEXIÓN
Nos toca hoy el tercer canto del
Siervo. Observemos en el texto que sigue la descripción poética de la misión
del Siervo, y eso sí, cada vez más cargada de oposición y contradicciones. La
misión que le encomienda Dios es saber decir una palabra de aliento al abatido.
Pero antes de hablar, antes de usar esa lengua de iniciado, Dios le “espabila
el oído para que escuche”. También en este tercer canto
triunfa la confianza en la ayuda de Dios.
El Siervo de Dios ha sido formado por
Dios. Tiene lengua de experto (o de "iniciado"). Sabe oír. Percibe el
murmullo divino debajo del ruidaje y la tramoya del mundo. Es valiente y
perseverante. No se arredra, no se acobarda, no se amilana. Sabe quién es su
Señor porque sabe de quién es siervo.
Proclamar a Dios como Señor, no
lo olvidemos, es proclamarnos sus siervos. Y por eso las lecturas de estos días
santos no son sólo un retrato de Cristo sino un camino para el cristiano. O con
otras palabras: servir al Señor es prepararse para oír como oye el Siervo del
Señor; hablar como él habla, padecer y resistir como él lo hace, triunfar, en
fin, como él triunfa con la gracia y el poder divinos.
SALMO RESPONSORIAL:
68
R. / Señor, que tu bondad me escuche en el día de tu favor.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R
La afrenta me destroza el corazón,
y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay,
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.R
.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegráos,
buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es una lamentación
de profunda emotividad de alguien que sufre diversas aflicciones y clama a Dios
para que lo socorra a él personalmente y a todo el pueblo. Salmo frecuentemente
citado en el Nuevo Testamento que lo entiende como referido a Cristo, el justo
sufriente por excelencia, que confía plenamente en Dios.
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 26, 14-25
“Les aseguro que uno de ustedes me entregará”
En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los
sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo
entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba
buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los ázimos se
acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te
preparemos la cena de Pascua? El contesto: Id a casa de Fulano y decidle:
"El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu
casa con mis discípulos". Los discípulos cumplieron las instrucciones de
Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce.
Mientras comían, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Ellos
consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El
respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El
Hijo el Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al
Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el
que lo iba a entregar: ¡Soy yo acaso, Maestro? El respondió: Así es.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Continúa la narración de la traición y la entrega de Jesús por parte de
Judas. El poder religioso y político se vale de la fragilidad y la ambición
humana para alcanzar sus objetivos. La codicia y el deseo de poder encienden el
corazón humano y los valores y principios ético-morales más profundos quedan
vulnerados. Más allá de la visión fatalista que se le ha dado a la traición de
Judas, tenemos que mirarnos en ese espejo para confrontar nuestra vida.
¡Cuántas veces vendemos nuestros principios por un puesto, una prebenda, un
ascenso o una condecoración! ¡Cuántas personas, hermanas y hermanos nuestros,
han abandonado sus compromisos con los empobrecidos y excluidos, para evitarse
conflictos, persecuciones o pérdida de prestigio! Ser coherentes, llegar, de
verdad, hasta las últimas consecuencias, no es fácil. Se necesita la gracia de
Dios y la fuerza fraterna de la comunidad para no claudicar o desfallecer y no
vender los principios a cualquier postor. También al interior de la iglesia se
da este fenómeno de ambición de poder y de prestigio. Incluso se llega a
sacrificar personas con tal de salvaguardar intereses particulares. Se
sacrifica la justicia y la verdad por la conveniencia y la seguridad.
ORACIÓN
Amado Dios cuando se cae en la ambición se pierde el norte y no se puede
ver con los ojos del amor y la amistad que comparte la vida. Toma por favor
nuestras debilidades y flaquezas y en ese amor que tú nos tienes, sana las
heridas de nuestra fragilidad y haznos discípulos(as) libres, fieles y
que busquen siempre enmendar sus errores para ser verdaderos(as) seguidores(as)
de tu Evangelio. Amén.
“El Maestro desea celebrar la pascua en tu
casa. ¡Ábrele espacio a Jesús! para que su misterio de amor, la luz de su
Palabra y la fuerza de su gracia se hagan realidad en ti”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: