“LO
QUE EL MUNDO DESPRECIA ES JUSTO PARA DIOS”
PRIMERA LECTURA
SABIDURÍA 2,23-3,9
“La gente insensata pensaba que morían, pero ellos
están en paz”
Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo
hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia
del diablo, y los de su partido pasarán por ella. En cambio, la vida de los justos está en manos
de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían,
consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como
una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una
pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad; sufrieron pequeños
castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló
dignos de sí; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de
holocausto; a la hora de la cuenta resplandecerán como chispas que prenden por
un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre
ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a
su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y
mira por sus elegidos. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La primera lectura es un canto a la vida. Un
canto recio, casi altanero; es una proclama firme de frente contra la muerte, y
contra aquel que la entró al mundo. Los ateos, que en algunos lugares prefieren
denominarse "humanistas", miran la muerte como el desenlace
"natural" de la vida. De ahí a decir que la vida desemboca en la
muerte o que la vida es para la muerte ya no falta mucho. Y es interesante ver
adónde conduce la postura de tener sólo una "vida para la muerte".
En cambio nuestra fe es distinta. Se trata de una
muerte serena, con la huella del plan de Dios, una muerte que debe ser vencida,
incluso cuando parece vencer ella misma, cuando logra aplastar al pequeño, al
inocente, al santo. Por fe sabemos que los justos están destinados a la vida:
“La gente insensata esperaba que morían, pero ellos están en paz; la gente
pensaba que eran castigados, pero ellos esperan seguros la inmortalidad. Esta
certeza es la que le da sentido a nuestro presente y la que nos mantiene en la
esperanza. La muerte no es un absurdo, ni una desgracia. Los justos vivirán en
Dios, en el amor, en la felicidad”. Las tribulaciones y pruebas por las que
pasan pierden importancia, ante la intensidad de lo que les espera “sufriendo
un poco, pero recibirán grandes favores”. Estamos destinados a compartir con
Cristo su existencia gloriosa. El día de nuestra muerte nacemos a la vida
definitiva.
SALMO RESPONSORIAL: 33
R. / Bendigo al Señor en todo momento.
Bendigo
al Señor en todo momento,
su
alabanza está siempre en mi boca;
mi alma
se gloría en el Señor:
que los
humildes lo escuchen y se alegren. R.
Los
ojos del Señor miran a los justos,
sus
oídos escuchan sus gritos;
pero el
Señor se enfrenta con los malhechores,
para
borrar de la tierra su memoria. R.
Cuando
uno grita, el Señor lo escucha
y lo
libra de sus angustias;
el
Señor está cerca de los atribulados,
salva a
los abatidos. R.
OREMOS CON EL SALMO
El salmista nos participa su experiencia
del amor de Dios y nos invita a hacer nosotros mismos esa experiencia. Jesús
más que nadie en este mudo, puede hablarnos del amor de Dios y puede hacérnoslo
comprender en toda su profundidad.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 17,7-10
“Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que
teníamos que hacer”
En aquel tiempo, dijo el Señor: "Suponed que
un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo,
¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No
le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y
después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado
porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo
mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos
que hacer." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Con esta
parábola concluye Lucas, evocando la pedagogía de Jesús, su enseñanza acerca de
las relaciones comunitarias. Los seguidores de Jesús estamos llamados más que
nunca a caer en la cuenta de cuál es la lógica que fundamentan las relaciones
que establecemos. En una sociedad como la nuestra marcada por el poder
económico, la tentación de “comercializar”, “publicar” o “resocializar”
nuestras acciones para que nos adulen y rindan pleitesía y de establecer con
los otros y con Dios relaciones mercantiles y retributivas, y la presunción de
obtener los méritos para “pasar factura a nuestros hermanos”, están a la orden
del día. La exhortación crucial de la parábola es clara: considerémonos unos
siervos capacitados para el servicio, responsables y transparentes, ya que el
orgullo y el engreimiento son inhumanos, no son evangélicos, y crean relaciones
hostiles. ¿Cómo hacer de nuestras relaciones escenarios de cuidado y
misericordia? Digamos con fe: “Gracias, Señor, por permitirnos pertenecer a tu
Reino; acrecienta nuestra humanidad, y humaniza nuestra fe”.
ORACIÓN
Amado Dios ayúdanos para que vivamos no
como pide este sistema mercantilista y de poder que promueve además de una
existencia sin principios trascendentes, sin valores, el orgullo y la búsqueda
del reconocimiento; sino que vivamos en
cambio comprendiendo que es solo por
gracia que nos has dado y nos sigues
dando tanto y que solo debemos hacer lo que nos corresponde,
sin jactarnos de nuestras obras. Amén
“Que
nuestra vida sea una perdurable ofrenda de amor a Dios y al prójimo”
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