martes, 1 de octubre de 2019

Sábado 26 de Octubre de 2019


“ARREPENTIMIENTO Y CONVERSIÓN: CAMINO DE FELICIDAD”

PRIMERA LECTURA
ROMANOS 8,1-11

“El Espíritu De Dios habita en ustedes”

Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte. Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la debilidad humana: Dios envió a su propio Hijo en condición débil como la del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en esa misma condición débil. Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas exigencias de la ley, pues ya no vivimos según las inclinaciones de la naturaleza débil sino según el Espíritu.
Los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil, solo se preocupan por seguirlas; pero los que viven conforme al Espíritu, se preocupan por las cosas del Espíritu. Y preocuparse por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil lleva a la muerte; pero preocuparse por las cosas del Espíritu lleva a la vida y a la paz. Los que se preocupan por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley. Por eso, los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil no pueden agradar a Dios.
Pero ustedes ya no viven según esas inclinaciones, sino según el Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios vive en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, el espíritu vive porque Dios los ha hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes. Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Todo el recorrido que hicimos esta semana con la Palabra de Dios culmina hoy con la proclamación del triunfo definitivo de la vida sobre la muerte en Cristo Jesús, obrando en la vida del creyente que ha renunciado al señorío del mal y del egoísmo en su vida. San Pablo llama a esta nueva realidad la ley del Espíritu que habita en aquellos que creen en Jesús y le siguen. El Espíritu Santo viene a nosotros, no es una energía sin nombre sino un Don Personal que, llegando a nosotros, permanece en nosotros como Señor. Por eso nos enseña Pablo: "los que viven de acuerdo con el Espíritu, piensan y actúan conforme a Él". Y al vivir en el Espíritu y seguirle es ante todo ir al encuentro del hermano necesitado, donde Dios está presente. Se trata nada menos que de la fuerza que levantó al Resucitado del sepulcro y que ahora habita en nosotros, confirmándonos en un estilo de vida que se plasma en relaciones humanas al servicio de la justicia en el mundo. El creyente que ha optado por la justicia de Dios es como la higuera  (de la cual hablaremos en el evangelio de hoy) plantada en la viña del Señor y que su fe se manifiesta en frutos de justicia.

SALMO RESPONSORIAL: 23
R. / Éste es el grupo, Señor, que busca tu presencia.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
Él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

OREMOS CON EL SALMO
Después de enunciar las condiciones morales para que el culto a Dios tenga sentido, se dramatiza la entrada de Dios, Rey de la gloria en el templo En la liturgia se aplica en este salmo a la entrada de Cristo al santuario celestial, a su glorificación definitiva. De Él se puede decir que es el Rey de la gloria.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 13, 1-9

“Déjala todavía este año, a ver si da fruto”

Por aquel mismo tiempo fueron unos a ver a Jesús, y le contaron que Pilatos había mezclado la sangre de unos hombres de Galilea con la sangre de los animales que ellos habían ofrecido en sacrificio.
Jesús les dijo: "¿Piensan ustedes que esto les pasó a esos hombres de Galilea por ser ellos más pecadores que los otros de su país? Les digo que no; y si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán. ¿O creen que aquellos dieciocho que murieron cuando la torre de Siloé les cayó encima eran más culpables que los otros que vivían en Jerusalén? Les digo que no; y si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán." Jesús les contó esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, y fue a ver si daba higos, pero no encontró ninguno. Así que le dijo al hombre que cuidaba el viñedo: 'Mira, por tres años seguidos he venido a esta higuera en busca de fruto, pero nunca lo encuentro. Córtala, pues; ¿para qué ha de ocupar terreno inútilmente?'. Pero el que cuidaba el terreno le contestó: Señor, déjala todavía este año; voy a aflojarle la tierra y a echarle abono. Con eso tal vez dará fruto; y si no, ya la cortarás." Palabra del Señor.


REFLEXIÓN
Jesús explicaba, con la mayor claridad posible, cuál era el pensamiento de Dios, que se proyectaba a la humanidad a través de sí mismo. Para ello utilizaba parábolas. La intención de esta parábola de hoy es mostrarnos a nosotros mismos, comparándonos con una higuera que se enfrenta a la disyuntiva de producir fruto o no, de proclamar el Reinado de Dios o de desentenderse de él.
Lo que nos aleja de esa misión, que debiéramos hacer realidad aquí y ahora en nuestra vida, es todo nuestro accionar en contra de lo que el mismo Jesús nos enseña: el pecado, el egoísmo, la cultura de la muerte, la falta de respeto por la vida propia y la de los demás. Pero todo eso, producto de nuestra libertad siempre respetada por Dios, puede y debe transformarse, aprovechando las constantes oportunidades que el mismo Dios nos da para revertir el mal y para producir buenos frutos. Para ello habremos de sacar a relucir la capacidad que tenemos de hacer el bien, que es justamente lo que Dios nos pide para ayudar a la construcción de su Reinado

ORACIÓN
Señor Jesús, reconocemos hoy que nuestra  vida está en Ti, hoy a través de tu Palabra nos sigues invitando a emprender la lucha por el Reino de los Cielos sin dar marcha atrás, Tu llamado es maravilloso. Fortalécenos para no dudar en medio de la dificultad. Enséñanos  a sostenernos en tu amor y a permanecer siempre junto a Ti, en Espíritu y verdad. Que nada ni nadie  nos  impida avanzar para alcanzar la salvación. Amén


Aprendamos  a reconocer que es lo realmente valioso según la escala de Jesús

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