“LA
MISIÓN ES EL SER Y QUEHACER DE LA IGLESIA”
Siempre
en este mes se ha propuesto reflexionar sobre la MISIÓN. Para este año el Papa Francisco ha hecho un énfasis más
grande y un llamado a una misión extraordinaria a todos los creyentes.
Recordando que desde el comienzo de su pontificado insiste en ver a una
“Iglesia en salida” y a un “Callejear la fe”.
Quisiera
que pensáramos en unos pasos a tener en cuenta en la Misión. Recordando que el
fin definitivo de la iglesia es la Misión:
Ø Que por el anuncio de
la Palabra las vidas sean transformadas, de adentro hacia afuera, mirando la
vida como una integralidad (Evangelización).
Ø Que el fruto de esta
transformación o vida cambiada sea el optar por el proyecto de Jesús como
alternativa de cambio de la sociedad que es una vida comunitaria, fraterna y
servicial.
Ø Trabajar desde la
misión por la dignidad humana: el ser humano tiene dignidad y un valor supremo
por su condición de hijos de Dios y persona humana. La Iglesia debe ver en cada
mujer y hombre el rostro vivo de Dios, y está llamado a descubrir cada vez más
sus vidas y corazones sufrientes, para desde el anuncio del Evangelio trabajar
por la dignidad humana, derecho fundamental del Evangelio y de la doctrina
social de la Iglesia.
Ø Trabajar siempre por
el bien común: el bien común, según el papa Francisco, es el conjunto de
condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno
de sus miembros el logro más pleno de la vida comunitaria. No consiste en la
simple suma de compartir los bienes de cada sujeto del cuerpo social. Debe ir
más allá, nacer del afecto, es decir del verdadero amor (Espíritu o
espiritualidad). Por otro lado, basados en la misericordia del Evangelio, este
compartir los bienes debe llevar al respeto a la persona en cuanto a ella es,
ayudarle en su bienestar social, y ser transmisora de “la Paz”. El destino
universal de los bienes es uno de los principios básicos de la Teología Bíblica
Cristiana y de la doctrina social de la Iglesia
Ø Trabajar siempre por
principios de solidaridad. La solidaridad es fruto de haberse encontrado con el
amor misericordioso del Padre Dios. Es también una verdadera virtud y valor
humano, no simplemente un sentimiento pasajero y superficial. Es la meta de
toda evangelización. Discipulado y misión debe estar siempre unido a una
propuesta solidaria, a la vida comunitaria. La solidaridad en el derecho humano
y cristiano se eleva a la dimensión de la justicia. La entrega por el bien del
otro, debe estar siempre en toda propuesta y anuncio de la Palabra del Señor
resucitado; contrario a toda doctrina y mensaje de explotación opresión y
exclusión.
Ø La misión tiene que
apuntarle a un encuentro misericordioso con la creación, “La Casa Común”: Dios
creó la naturaleza y nos permitió tomar de ella lo que necesitáramos para
subsistir, pero cuidándola, respetándola, sin explotarla, urbanizarla, dañarla
y acabarla. No nos imaginamos la crisis que se avecina en cuanto al agua
contaminada en los ríos y mares; las consecuencias por no cuidar la amazonia,
que es el pulmón del mundo. En nuestro país ya se encuentran grandes áreas de
tierra para el monocultivo sustituyendo el cultivo de alimentos, por plantas
que se pueden convertir en agro combustibles. El reto evangelizador es:
descubrir el rostro sufriente de la naturaleza que agoniza; a Jesús que sigue
sufriendo y crucificado al ver como la tenemos; y promover el amor
misericordioso, con acciones concretas que rescaten, promuevan y restauren la
tierra ancestral, sus cultivos, costumbres, la economía solidaria. Hay que
volver a la tierra para que cumpla su propósito.
Solamente
desde una experiencia verdadera de fe o encuentro personal con Jesús Resucitado
que transforma la vida podremos asumir estos retos de Misión o Nueva
Evangelización de la que se habla hoy en la Iglesia.
“LA
ORACIÓN-PALABRA Y COMUNIDAD SOSTIENEN LA MISIÓN Y ÉSTA A LA IGLESIA”
Bendiciones
para este nuevo mes en las diferentes áreas de la vida.
Roberto
Zamudio