LA MUJER EN EL ESPÍRITU
Damos gracias al Buen Dios de la
vida y el amor, que nos ha permitido llegar hasta esta parte del camino. Sí,
quienes conmemoramos la venida y acción liberadora del Hijo de Dios en el
mundo, hemos recorrido un itinerario de noventa días: Cuarenta días de
preparación y decisión de cambios (CUARESMA), luego reflexionamos queriendo
hacer vida la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús (PASCUA), ahora
celebrando cincuenta días, la RESURRECCIÓN, es decir el triunfo de la vida
sobre la muerte, vamos hacia la meta o plenitud de la Pascua que es
Pentecostés.
En este mes la invitación desde
la propuesta de la misericordia, es la Mujer en el Espíritu o el Pentecostés de
la Mujer. Ser mujer implica una misión muy grande e importante en nuestra
existencia, estamos diseñadas por Dios para ser cocreadoras, nos hace parte de
su obra permitiendo que se forme un nuevo ser en el vientre, amar a los hijos e
hijas hasta el extremo de entregar la vida por ellos, siempre dadas a dar y
buscar lo mejor para los demás. La mujer es todera, administra el hogar, forma
y educa, trabaja el triple, hoy por hoy la gran mayoría tiene proyecto
profesional y laboral, incursiona en lo social, la política, economía, belleza,
en fin en muchos ámbitos. Todo lo cual requiere inteligencia, organización y
sobre todo, la unción del Espíritu Santo, para no caer en un feminismo
tergiversado, no de igualdad y propósito de construir el mundo juntos como hombre y mujer, sino de
dominación, violencia, libertinaje y conflicto. El Espíritu Santo, ( que es apoyo,
luz, guía, regalo de Jesús al partir al Padre) nos indica cómo actuar en la
vida para vivir al estilo de Jesús y de la escogida para ser su madre, María de
Nazaret, dinámica, actuante, formadora
en el bien de su prójimo, recatada, pero sobre todo, amante de Dios y de su
Palabra.
La mujer madre, esposa, soltera, líder,…, en este tercer milenio requiere
urgentemente volver el rostro a
Dios y mantenerse (las que ya lo han
vuelto), vivir una relación estrecha con su Hacedor, para no caer, no dejarse
llevar por tantas tentaciones o alternativas que ofrece el mundo; reconsiderar
lo que ha sido su liberación femenina, que debe iniciar por no depender
emocionalmente de su pareja, de sus hijos, de sus amigos(as), de su trabajo, de
las cosas, no levantarse en violencia y feminismo recalcitrante, sino depender
de Dios, quien a través de su Palabra nos instruye para vivir empoderadas de
nuestra vida, de nuestro ser mujeres llamadas a construir la civilización del
amor, llevando al hombre a un encuentro con ese Dios de la vida y el amor, para
que como personas con iguales derechos y dignidad formemos familias o
comunidades y entornos con esa premisa “ Amaos los unos a los otros..” Solo así
podrá cambiar el mundo. No se cambia cuando nosotras estamos alejadas de Dios,
dando más importancia al culto del cuerpo, del dinero, la fama, de diversas
relaciones sentimentales y sexuales, sino viviendo en el Espíritu de Dios que
nos lleva a discernir que lo que puede mover al mundo en Dios es su verdadero y
pleno sentido del AMOR.
Si todas las mujeres en cualquier condición social, étnica,
económica, colocamos por encima de todo a Dios, rogando y buscando obtener la
guía y fuerza del Espíritu, lograremos un mundo mejor, la civilización del
amor. Enseñémosles con firmeza, con ejemplo, con dignidad en nuestras
actitudes, pensamientos, que nuestro perfume sea agradable a Dios. Hagámonos todas las preguntas en nuestro intimidad con el Señor, de cómo está nuestra vida en el Espíritu y
como podremos motivar a la conversión a las personas que nos rodean.
Tomemos el ejemplo de las grandes
mujeres de la Biblia tanto desde antes y después de Cristo que no se dejaron maltratar,
pero tampoco maltrataron, no permitieron ser objeto, pero tampoco tomaron a los demás como objeto,
pusieron por encima los principios del
amor de Dios, mujeres al estilo del Señor, mujeres sabias,
valerosas, llenas del Espíritu que lograron cambiar su realidad.
Oremos al Señor
“Tú eres nuestro Dios Bueno, que
corre a nuestro encuentro, cuando arrepentidos(as) volvemos a ti, no nos juzgas, con ternura nos transformas, nos
acompañas, nos guías y nos haces tus discípulos(as) en el Espíritu de
Dios......”
Ivonne Tàutiva
Servidora Casa Abierta
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: