sábado, 1 de junio de 2024

Lunes 03 de Junio de 2024

 


“¿NOS CREEMOS LOS DUEÑOS?”

 

PRIMERA LECTURA

2PEDRO 1,1-7

 

“Nos ha dado los inapreciables bienes prometidos, con los cuales podéis participar del mismo ser de Dios”

 

Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como a nosotros. Crezca vuestra gracia y paz por el conocimiento de Dios y de Jesús, nuestro Señor. Su divino poder nos ha concedido todo lo que conduce a la vida y a la piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado con su propia gloria y potencia. Con eso nos ha dado los inapreciables y extraordinarios bienes prometidos, con los cuales podéis escapar de la corrupción que reina en el mundo por la ambición, y participar del mismo ser de Dios. En vista de eso, poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor.

Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Esta lectura, es ante todo una invitación a crecer.  Notemos, ante todo, que el mundo en que vivimos se mueve vertiginosamente, el motor de toda esa actividad frenética es casi siempre en parte la codicia, en sus diversas formas: afán de dinero, de poder, de prestigio o placer. Detrás de ese afán, un amor desenfrenado a los bienes de esta tierra, un amor desordenado e impetuoso  que pasa por encima del hermano pequeño o débil.

Por ese amor, la gente  se dedica a prepararse cada vez mejor, para ser más competitivo, para entrar con mejores garantías al "mercado." Se  acumulan postgrados, empresas que inviertan inmensas sumas en investigación y desarrollo. ¡Quieren crecer! ¡No quieren quedarse atrás!

Frente a toda esa actividad nuestra pregunta es, y  qué pasa con nuestra  vida de fe. Preguntémonos con sinceridad: ¿hay en nosotros un apetito y amor siquiera comparable  por la Palabra de Dios? El apóstol san Pedro no dice hoy: "poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor." ¡Es toda una escalera, y la meta es el verdadero amor!

Hoy somos invitados a crecer; a subir esa escalera; a competir en el "mercado" pero no para ganar “monedas”, “cosas superfluas que pasan”, que tendremos que dejar cuando nos vayamos de esta tierra, sino para acumular los verdaderos tesoros que nunca se oxidan, que jamás mueren, que de verdad tienen sentido y nos llevan a la vida eterna.

 

SALMO RESPONSORIAL: 90

R. / Dios mío, confío en ti.

 

Tú que habitas al amparo del Altísimo,

que vives a la sombra del Omnipotente,

di al Señor: "Refugio mío, alcázar mío,

Dios mío, confío en ti." R.

 

"Se puso junto a mí: lo libraré;

lo protegeré porque conoce mi nombre,

 me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación." R.

 

"Lo defenderé, lo glorificaré,

lo saciaré de largos días

y le haré ver mi salvación." R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este salmo es una exhortación a tener confianza absoluta en la protección de Dios, en medio de toda clase de peligros y dificultades. La enseñanza de Jesús, quien nos invita a llamar a Dios “Padre nuestro”, hace aún más íntimo el sentimiento de confianza filial. 

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 12,1-12

 

“Agarraron al hijo querido, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña”

 

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: "Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: "Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia." Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los ladrones y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”?

Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Marcos deja claro que esta parábola está dirigida a los líderes políticos y religiosos de Israel: sacerdotes, escribas y ancianos. Jesús los llama directamente “asesinos”. Dios les había confiado el cuidado del pueblo, la viña, y ellos se adueñaron del él transformándolo en su propiedad privada, lugar de su injusto enriquecimiento, un escalón donde pisar para trepar en el poder. En lugar de justicia dieron frutos de hambre, insolidaridad, desigualdad. Dios les envió a los profetas pero ellos los mataron y se endurecieron en su corrupción. Ahora Dios ha enviado a su Hijo, lo matarán también. Por eso Dios dará el Reino a otros pueblos y a Jesús lo hará fundamento de un pueblo nuevo, llamado a la justicia. Jesús denuncia a los líderes de ayer y de hoy, a quienes Dios les ha confiado el servicio de la gente y ellos se aprovechan del pueblo en su propio beneficio. Cuantos en la sociedad, en la familia, en el ámbito del trabajo o en la iglesia tienen funciones de liderazgo deberán mirarse en este espejo y preguntarse cómo están cumpliendo sus responsabilidades.

 

ORACIÓN

Señor Jesús tu eres nuestro refugio, nos cubres bajo tus alas y bajo ellas estamos protegidos(as), gracias por ser luz para nuestras vidas, te pedimos que en la misión y en el lugar que nos pongas, como líderes, como servidores, como discípulos tuyos mantengamos los valores del reino, dando frutos abundantes, que no nos desviemos del camino y siempre sigamos y cumplamos tu voluntad. Amén

 

 

“Al dueño de la viña hay que entregar los frutos de la fe: Buena conducta, inteligencia, dominio propio perseverancia, amor fraterno, caridad…”

 

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