Fiesta de San Francisco de Asís
“ES EL TIEMPO DE TRABAJAR POR EL REINO”
PRIMERA LECTURA
NEHEMÍAS 2,1-8
“Si a su majestad le parece bien, déjeme ir a reconstruir la ciudad de
mis padres”
Era el mes de Nisán del año veinte del rey Artajerjes. Tenía el vino
delante, y yo tomé la copa y se la serví. En su presencia no debía tener cara
triste. El rey me preguntó: "¿Qué te pasa, que tienes mala cara? Tú no
estás enfermo, sino triste." Me llevé un susto, pero contesté al rey:
"Viva su majestad eternamente. ¿Cómo no he de estar triste cuando la
ciudad donde se hallan enterrados mis padres está en ruinas, y sus puertas
consumidas por el fuego?" El rey me dijo: "¿Qué es lo que
pretendes?" Me encomendé al Dios del cielo y respondí: "Si a su
majestad le parece bien, y si está satisfecho de su siervo, déjeme ir a Judá a
reconstruir la ciudad donde están enterrados mis padres." El rey y la
reina, que estaba sentada a su lado, me preguntaron: "¿Cuánto durará tu
viaje, y cuándo volverás?" Al rey le pareció bien la fecha que le indiqué
y me dejó ir. Pero añadí: "Si a su majestad le parece bien, que me den
cartas para los gobernadores de Transeufratina, a fin de que me faciliten el
viaje hasta Judá. Y una carta dirigida a Asaf, superintendente de los bosques
reales, para que me suministren tablones para las puertas de la ciudadela del
templo, para el muro de la ciudad y para la casa donde me instalaré."
Gracias a Dios, el rey me lo concedió todo. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El sencillo relato de la primera lectura de hoy nos permite asomarnos al
alma generosa y noble de un hombre que, desde su condición laical, tuvo un
papel no pequeño en las iniciativas de reconstrucción de Jerusalén después del
destierro a Babilonia. Se llama Nehemías, y da nombre a uno de los libros de la
Sagrada Escritura. Para apreciar qué riesgos y qué desprendimientos hubo de asumir
el corazón de Nehemías, conviene recordar que la situación de los desterrados,
si bien triste desde el punto de vista de la fe, no era ya desesperada en otros
aspectos. Es bueno hablar de lo recursivos e ingeniosos que son los judíos, y
ciertamente eso no les viene de ayer. Muchos de ellos habían establecido
comunidades de mutua ayuda y pequeñas empresas de familia, y empezaban a
prosperar, también económicamente, en los mercados más abiertos y nutridos del
reino persa donde ahora se encontraban. De hecho, si luego, en los Hechos de
los Apóstoles, vemos a Pablo visitar tantas sinagogas es sólo porque las
sinagogas mismas fueron el fruto religioso más notable de la
"diáspora", es decir, de la "dispersión" judía por las
tierras del mediterráneo, que tuvo su episodio más fuerte precisamente con el
destierro. Todo esto indica que Nehemías tenía muchas razones para quedarse
tranquilo, máxime si pensamos que tenía un puesto sobresaliente en la corte del
rey: era el "copero mayor", cargo que indica una extraordinaria
confianza, en dos sentidos: el copero era el que mejor conocía los gustos del
rey, y además, era el que protegía la vida del rey frente a envenenamientos
siempre posibles.
Nehemías, pues, pone por encima su amor a las ruinas de Jerusalén. Nos
hace recordar el drástico juramento de aquel salmo: "¡Que se me pegue la
lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no te pongo, Jerusalén, por encima
de mi propia alegría!" (Sal 137,6). ¡Eso fue lo que hizo Nehemías: puso a
Jerusalén por encima de su propia alegría! Estaba triste, teniendo
aparentemente todas las razones para sentirse feliz; estaba desolado... porque
Jerusalén estaba asolada. Este género de amor, que llega hasta el dolor por el
amado, tiene mucho que enseñarnos. Cuando las cosas nos van bien, nuestra
Jerusalén, según enseña san Pablo, es libre y es del cielo (Gál 4,26). La
prosperidad de que gozamos puede hacer que no nos haga falta el cielo y que
hagamos de esta tierra un absoluto. Obrando al revés de lo que hizo para
ejemplo nuestro Nehemías, nos quedamos sirviendo copas a los reyes y príncipes
de esta tierra, y nos regodeamos en los placeres y éxitos que vamos logrando, y
simplemente se nos olvida de dónde venimos. Pidamos, pues, al Señor que
nos regale la fidelidad y la audacia de Nehemías, para permanecer en la brecha,
para no dar la espalda, para arriesgar algo y todo por la gloria del
Señor, "porque todos somos del mismo Padre: tanto los consagrados
como el que los consagra”.
SALMO RESPONSORIAL: 136
R./ Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras. R.
Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
"Cantadnos un cantar de Sión." R.
¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha. R.
Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es un recuerdo de los tiempos del destierro, después de la
destrucción de Jerusalén, y súplica a Dios para que castigue a los opresores El
amor a la iglesia, comunidad pueblo de Dios, debe hacernos solidarios(as) con
sus alegrías y sus penas.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 9,57-62
“Te seguiré adonde vayas”
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo
uno: "Te seguiré adonde vayas." Jesús le respondió: "Las zorras
tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde
reclinar la cabeza." A otro le dijo: "Sígueme." Él respondió:
"Déjame primero ir a enterrar a mi padre." Le contestó: "Deja
que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios."
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi
familia." Jesús le contestó: "El que echa mano al arado y sigue
mirando atrás no vale para el reino de Dios." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
¡Alabado sea mi Señor por todo lo creado! Estas palabras de júbilo y
alabanza brotaron de los labios de un joven caballero, rey de la juventud de
Asís, que abandonó todo ostento y vanagloria por seguir a su enamorada la dama …pobreza…
Efectivamente, Francisco, cuya fiesta celebramos hoy. Este hombre junto con
otros jóvenes fue capaz de revolucionar el mundo de entonces, de plantear
profundos cambios a una Iglesia que se derrumbaba por su pérdida de horizonte.
A él sí que le vienen las palabras del evangelio de hoy: lo dejó todo, familia,
riqueza, comodidad, fama, futuro promisorio por querer vivir el evangelio “sin
glosas” sin acomodos ni domesticaciones. Qué desafío para nosotros hoy… cuando
parece que hemos perdido la pasión por el Reino, el desprendimiento de ataduras
que impiden vivir a plenitud el evangelio del Nazareno. Necesitamos un rostro
de Iglesia renovado, rejuvenecido que le devuelva el sabor a la vida y la
esperanza a los afligidos y empobrecidos. Oremos por nosotros, por todos los
que quieren vivir en evangelio como Francisco.
ORACIÓN
Señor nos llamas a dejarlo todo, a no mirar atrás, a ponerte en el
primer lugar, que a la manera de Francisco de Asís te sigamos, ayúdanos a
tomar su ejemplo, que su testimonio impacte nuestras vidas; y que
sea tu Espíritu el que nos guíe y fortalezca para vivir a plenitud tu
evangelio. Amén.
“Ayudemos a
dar esperanza al que nada tiene y a mover el corazón de quien tiene mucho”
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