domingo, 1 de octubre de 2023

Martes 17 de Octubre de 2023

 

“NO BASTA CON LAS COSAS DE AFUERA”

 

 

PRIMERA LECTURA

ROMANOS 1,16-25

 

“Conociendo los hombres a Dios, no le han dado la gloria que Dios merecía”

 

Por eso no tienes disculpa, tú que juzgas a otros, no importa quién seas. Al juzgar a otros te condenas a ti mismo, pues haces precisamente lo mismo que hacen ellos. Pero sabemos que Dios juzga conforme a la verdad cuando condena a los que así se portan. En cuanto a ti, que juzgas a otros y haces lo mismo que ellos, no creas que vas a escapar de la condenación de Dios. Tú desprecias la inagotable bondad, tolerancia y paciencia de Dios, sin darte cuenta de que es precisamente su bondad la que te está llevando a convertirte a él. Pero tú, como eres terco y no has querido volverte a Dios, estás amontonando castigo sobre ti mismo para el día del castigo, cuando Dios se manifestará para dictar su justa sentencia y pagar a cada uno conforme a lo que haya hecho. Dará vida eterna a quienes, buscando gloria, honor e inmortalidad, perseveraron en hacer lo bueno; pero castigará con enojo a los rebeldes, es decir, a los que están en contra de la verdad y a favor de la maldad. Habrá sufrimiento y angustia para todos los que hacen lo malo, para los judíos en primer lugar, pero también para los que no lo son. En cambio, Dios dará gloria, honor y paz a todos los que hacen lo bueno, a los judíos en primer lugar, pero también a los que no lo son. Porque Dios juzga imparcialmente. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Una expresión muy novedosa que tiene San Pablo en esta Carta a los Romanos, es aquella de la justicia salvadora. La idea que uno tiene de la justicia es como incompartible con la idea que tenemos de la salvación; porque nos imaginamos la justicia sólo como darle a cada quien lo que merece, y, por consiguiente, si la persona ha obrado bien, hacerle justicia es reconocer el bien que ha hecho; y eso pues no mejora sustancialmente su situación. Y si una persona ha obrado mal, pues que pague las consecuencias de sus obras malas; de manera que con ese modo, que es el más frecuente de la justicia, ni el bueno mejora ni el malo cambia; y en cualquier caso, ninguno de los dos es salvado.

 

Pero resulta que San Pablo habla de una justicia salvadora y de hecho, esa idea de la justicia salvadora es muy importante, porque esa equivale a la palabra “justificación”; justificar, Y la palabra justificación es importante porque describe lo primero que hace la gracia de Dios en la vida espiritual; quiere decir que la justicia de Dios no se limita a una declaración, no es una simple declaración sobre cuál es el bien o cuál es el mal que se ha hecho en pasado en la vida de una persona. Lo que sucede es que la justicia, como nosotros la solemos entender, es una separación que se queda en el plano de las ideas, en el plano de las palabras; en cambio, la justicia de Dios separa lo bueno de lo malo, no sólo como ideas, no sólo como una declaración de principios, sino como una realidad en la vida de las personas. De manera que cuando Dios obra su justicia en nosotros, según declara en Cristo Jesús, lo que hace es separar su obra buena de las obras malas.

 

SALMO RESPONSORIAL: 18

R. / El cielo proclama la gloria de Dios.

 

El cielo proclama la gloria de Dios,

el firmamento pregona la obra de sus manos:

el día al día le pasa el mensaje,

la noche a la noche se lo susurra. R.

 

Sin que hablen, sin que pronuncien,

sin que resuene su voz,

a toda la tierra alcanza su pregón

y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este salmo hace la alabanza de la revelación de Dios, primero en las obras de la creación y luego en la ley, para terminar con una humilde oración. La revelación de Dios  tiene su punto culminante en Jesús, Palabra definitiva de Dios, camino, verdad y vida.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 11,37-41

 

“Den como limosna lo que tienen y todo será puro”

 

Cuando Jesús dejó de hablar, un fariseo lo invitó a comer en su casa, y Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó al ver que no había cumplido con la ceremonia de lavarse antes de comer. Pero el Señor le dijo:

--Ustedes los fariseos limpian por fuera el vaso y el plato, pero por dentro ustedes están llenos de lo que han conseguido por medio del robo y la maldad. ¡Necios! ¿No saben que el que hizo lo de fuera, hizo también lo de dentro? Den ustedes sus limosnas de lo que está dentro, y así todo quedará limpio. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

¿Dónde está la esencia de la fe? ¿En los ritos externos? ¿En mantener tradiciones antiguas que no tienen sentido? ¿En el cumplimiento estricto de preceptos religiosos y moralizantes? Eso es precisamente lo que le cuestiona Jesús al fariseo: lavarse las manos antes de comer, no por cuestiones higiénicas sino por razones de pureza legal religiosa. De nada sirve realizar actos piadosos, practicar ritos religiosos si el corazón no se ha convertido de verdad. Si lo que se cree y se celebra no se manifiesta en el modo de proceder con el prójimo. Si se está absolutamente cerrado en sí mismo. Según Jesús, lo que purifica no son los rituales sino la compasión y la solidaridad, la capacidad de salir de sí mismo. Ya decía con toda razón San Juan de la Cruz “al final de la tarde nos examinarán en el amor”. Ese será el criterio de bondad o de maldad de nuestros actos. Haz una revisión de vida para detectar la autenticidad de tu experiencia de fe. 

 

ORACIÓN

En este nuevo día, reconocemos a la Creación como signo de tu Palabra, en esta creación afirmamos, que no estamos solos, que te pertenecemos. Te invitamos Señor a que sigas entrando en nuestra casa, en nuestro corazón, sigue sanándonos, restaurándonos, liberándonos, que nuestras actitudes, sean de hombres y mujeres nuevos, llenos de amor y misericordia para con los demás; que antes que cumplir ritos, sea nuestro actuar el de salir de nosotros mismos al servicio de los demás, al que más lo necesita. Amén.

 

“El ser humano manifiesta su limpieza de corazón en lo que hace, dice, ve,  piensa y sirve”

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