“EL QUE TENGA
OÍDOS QUE OIGA”
PRIMERA LECTURA
SABIDURÍA
12,13.16-19
“En el pecado, das lugar al arrepentimiento”
Fuera de Ti, no hay otro Dios al cuidado de todo,
ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio de la
justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu
fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no
lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con
gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a
tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza
de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Los textos de este domingo nos ayudan a compaginar
dos atributos de Dios: es poderoso y es compasivo. Y es admirable que los dos
se proclamen al tiempo de un solo y mismo Dios, porque nuestra experiencia
suele ser que los que tienen mucho poder tienen poca misericordia, mientras que
los muy comprensivos resultan inhábiles para alcanzar el mando.
Parece ser que la clave de la unión entre estas dos
cualidades divinas es que ambas son infinitas. El que tiene un poder limitado
tiene siempre el temor de perderlo o de que algo escape de su mano. El temor
cierra el alma, y de ahí viene la dureza típica de lo que llamamos los
"mandos medios." Cuando el único poder que una persona tiene es su
estrecha oficina, la persona intenta que todo quepa en sus escasos metros
cuadrados y por eso ve con temor que algo se le escape. Se vuelve intransigente
e implacable.
Lo mismo vale si la persona tiene una compasión
limitada. ¿Qué es una compasión limitada? Es la capacidad de perdonar
"algunas cosas" pero no todas. Es evidente que una persona así tendrá
también un poder escaso, pues basta con ofenderlo más allá de su límite para
ponerlo fuera de casillas, es decir, para ponerlo fuera de sí, o sea, fuera del
control de sí mismo. En tal evento la persona ofendida ya no tiene poder ni
siquiera sobre sus propios pensamientos o acciones.
Dios, en cambio, es ilimitado, es infinito, tanto
en su poder como en su compasión. Ambas coexisten precisamente porque son
infinitas. Lo dice hermosamente la primera lectura del libro de la Sabiduría:
"Tu poder es el fundamento de tu justicia, y por ser el Señor de todos,
eres misericordioso con todos... Con todo esto has enseñado a tu pueblo que el
justo debe ser humano, y has llenado a tus hijos de una dulce esperanza, ya que
al pecador le das tiempo para que se arrepienta."
SALMO
RESPONSORIAL: 85
R. / Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
"Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios." R.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí. R.
OREMOS CON EL
SALMO
Esta lamentación y suplica, expresada en términos
bastante generales, permite que se aplique a diversas circunstancias. El
salmista quiere seguir siempre el camino trazado por Dios. También nosotros
tenemos muchas ocasiones de acudir a Dios en busca de su ayuda y pedirle que
nos enseñe en el camino, el camino trazado por el mismo Jesús, quien nos invita
a tomar la propia cruz y seguirlo.
SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 8,26-27
“El Espíritu intercede con gemidos inefables”
Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra
debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña
los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los
santos es según Dios. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Podemos reconocer una idea semejante en la segunda
lectura de este domingo. También aquí aparece el poder, en este caso el poder
del Espíritu Santo, junto con la misericordia que este Espíritu tiene,
abajándose a nuestra naturaleza y moldeándola y transformándola hasta hacerle
capaz de modular una oración.
Es Dios quien inspira las oraciones que Dios mismo
va a escuchar. Parece un absurdo o sólo un juego. No lo es. El domingo pasado
reflexionábamos sobre cómo la Palabra nos bendice con la Palabra que anuncia la
gracia, y entonces nosotros, una vez bendecidos aprendemos a bendecir al Dios que
nos ha dado esa gracia. Nuestra gratitud nace de la gracia y nuestra bendición
de la bendición recibida. Hoy vemos el mismo ciclo, el mismo misterio, pero
referido al Espíritu Santo, que enviado por el Padre, nos toca y nos levanta,
nos hace espirituales y celestiales, de modo que nuestra oración sea concorde
con su fuente y con su término, que es Dios mismo.
LECTURA DEL
EVANGELIO
MATEO 13,24-43
“Dejadlos crecer juntos hasta la siega”
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la
gente: "El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena
semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró
cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba
la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al
amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la
cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le
preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les
respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el
trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a
los segadores: “Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla,
y el trigo almacenadlo en mi granero.” Les propuso esta otra parábola: "El
reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su
huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que
las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los
pájaros a anidar en sus ramas." Les dijo otra parábola: "El reino de
los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de
harina, y basta para que todo fermente."
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y
sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta:
"Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la
fundación del mundo." Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los
discípulos se le acercaron a decirle: "Acláranos la parábola de la cizaña
en el campo." Él les contestó: "El que siembra la buena semilla es el
Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del
reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es
el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo
mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo
del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los
corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto
y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino
de su Padre. El que tenga oídos, que oiga." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Solemos dividir y “organizar” la sociedad con
criterios que consideramos muchas veces correctos: buenos y malos deben estar
separados y colocados en los extremos opuestos. Esta práctica de dividir entre
buenos y malos, era aceptada por muchos grupos en el tiempo de Jesús por
diversos grupos religiosos (fariseos y esenios), así como por los grupos
económicos y políticos (herodianos, saduceos y zelotes), pues todos ellos veían
como opositores a quienes no pensaban, creían u opinaban como ellos.
Jesús llama a la apertura de mente y de corazón para acoger con esperanza (no
pasivamente, con indiferencia) a quienes nos parecen como diferentes (que
solemos catalogar como “malos”). Necesitamos apertura para acoger con una
actitud de pluralismo asimilado la diferencia, que siempre va a estar presente
en nuestra humanidad.
La parábola de la cizaña no ignora la presencia del
mal en la historia; la reconoce Jesús en el enemigo que siembra la cizaña en el
campo. Quiere llamarnos la atención de que no hay que confundir la semilla
buena con la semilla mala. Muchas veces dividir la humanidad entre buenos muy
buenos, y malos muy malos, ofreciendo el premio de la salvación para los
primeros y la condenación para los segundos, puede ocasionarnos equivocaciones
irreparables. Sólo a Dios le corresponde juzgar, con su inmensa justicia y
misericordia, a cada ser humano, como sólo Él lo sabe hacer. Muchas
veces, por creernos con el poder y la autoridad, nos atribuimos en nuestra
conciencia actitudes que excluyen y separan a unos de otros; nuestra
autosuficiencia egoísta separa en la práctica cotidiana a personas que por su
situación socio-económica o ideológica, son marginados y excluidos por una
sociedad dividida en el poder, olvidando que somos hermanos que compartimos una
misma humanidad.
La Utopía del Reino exige para el seguidor de Jesús
una acción transformadora de la vida cotidiana, que llegue hasta lo más
profundo del actuar de cada ser humano, y el llamado permanente a la búsqueda y
construcción de un mundo más humano, no sólo para unos pocos, sino para todos.
Las estructuras basadas en la injusticia no crean el bien necesario para que el
mundo avance, sino que generan más muerte y división en la humanidad, atacando
con su fuerza destructora cualquier propuesta alternativa de construcción de
una nueva humanidad. No podemos olvidar que la buena noticia que Jesús
vino a anunciar, su Utopía (el Reino), es una Buena Noticia para los pobres, en
la que de ahora en adelante Jesús y sus discípulos lucharán por una sociedad
igualitaria. Comprender el valor de lo pequeño, de lo pobre, como opción
fundamental de Jesús y de quienes proseguimos su causa, debe ser una denuncia
permanente contra tantas formas de opresión y marginación de estructuras
injustas que deshumanizan a tantas personas y comunidades, en donde vive
ocultamente el valor de la grandeza del Reino cuando se construye organización
y se promueven los valores del Reino.
ORACIÓN
Dios de la vida, Tú sabes que impacientes somos,
tenemos una dificultad, oramos y queremos que ya sea resuelta. Por favor
ayúdanos con tu Espíritu a acrecentar nuestra sabiduría, para ser pacientes
como Tú y comprender que tu tiempo y soluciones son perfectas, que aunque no lo
veamos ahora, tengamos la certeza que estas actuando en la vida de tus hijos e
hijas y en el mundo y llegarán los cambios. La pequeña semilla crecerá. Amén
“Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa, Dios no se muda, la
paciencia todo lo alcanza”
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