miércoles, 1 de marzo de 2023

Viernes 03 de Marzo de 2023

 

“COMPROMETERSE POR LA RECONCILIACIÓN”

 

PRIMERA LECTURA

EZEQUIEL 18,21-28

 

“¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se convierta de su conducta y que viva?”

 

Así dice el Señor Dios: "Si el malvado se convierte de los pecados cometidos y guarda mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se le tendrán en cuenta los delitos que cometió, por la justicia que hizo, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo del Señor-, y no que se convierta de su conducta y que viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, imitando las abominaciones del malvado, ¿vivirá acaso?; no se tendrá en cuenta la justicia que hizo: por la iniquidad que perpetró y por el pecado que cometió, morirá.  Comentáis: "No es justo el proceder del Señor." Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá." Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Una de las dimensiones, quizá la más hermosa de la conversión a la que estamos invitados especialmente en la Cuaresma, es la reconciliación. Reconciliación con Dios, cuando el pecador recapacita, deja su mala vida y se acoge a aquella palabra que hemos escuchado hoy por boca de Ezequiel: "¿Acaso quiero yo la muerte del pecador y no que se convierta y viva?"

Nuestra conversión entonces no nace de nosotros sino nace del deseo mismo de Dios. Convertirse no es tanto un esfuerzo nuestro, a menos que hablemos del esfuerzo por abrir la puerta para que entre la salvación. Convertirse es darle la razón a Dios, es reconocer que su Palabra es verdadera, es más fuerte que nosotros, que su modo de vida; que lo que Él quiere para nosotros es bello y es bueno; es recibir esa Palabra de Dios, es abrirle espacio entre nosotros y dejar que esa Palabra que estuvo primero, finalmente venza, finalmente gane en nuestras vidas.

 

SALMO RESPONSORIAL: 129

R. / Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?

 

Desde lo hondo a ti grito, Señor;

Señor, escucha mi voz;

estén tus oídos atentos

a la voz de mi súplica. R.

 

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,

¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón,

y así infundes respeto. R.

 

Mi alma espera en el Señor,

espera en su palabra;

mi alma aguarda al Señor,

más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,

como el centinela la aurora. R.

 

Porque del Señor viene la misericordia,

 la redención copiosa;

y él redimirá a Israel

 de todos sus delitos. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este Salmo es un humilde reconocimiento del pecado y acto de confianza en el perdón de Dios para el salmista y para todo el pueblo. Con la misma convicción de que todos necesitamos el perdón de Dios, podemos hacer nuestras las palabras del salmista. En Cristo, Dios concede a todos la reconciliación. 

   

LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 5,20-26

 

“Vete primero a reconciliarte con tu hermano”

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto." Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

No es fácil pedir perdón y estar en paz, si nos han o hemos ofendido. Jesús nos recuerda que el equilibrio personal, familiar y comunitario se alcanza manteniendo la armonía en nuestras relaciones. Alimentar el orgullo nos conduce a vivir ofendidos y distanciados. El camino de la reconciliación pasa por el reconocimiento de la propia fragilidad, pues lo que rechazamos en las personas conecta con nuestras inseguridades y prejuicios. Perdonar y pedir perdón es un camino no exento de dolor u obstáculos, pero su recorrido nos hace personas más comprensivas y humanas. Aprendamos a madurar el amor que no se fija sólo en las diferencias o deficiencias sino, ante todo, en las oportunidades de crecimiento. Hagamos un momento de oración en el que podamos reconciliarnos con nosotros mismos; pidamos a Dios la gracia de comprender y aceptar a los demás, que su gracia nos ayude a saber convivir en armonía y en paz.

ORACIÓN

Señor  nos has  enseñado a que en medio de los ultrajes e injusticias que padeciste, no  atacar, sino perdonar;  Señor necesitamos ese don maravilloso de pedir perdón y dar perdón. Ayúdanos a buscar diálogos conciliadores y generadores de reconciliación, siendo conscientes de nuestras ofensas y ayudando a quienes nos ofenden a descansar liberándoles de sentirse mal por la palabra, obra u omisión que nos hayan o hayamos propiciado. Amén

 

 

Quien reconoce ante Dios su falta y pide perdón se reconcilia con Él y es capaz de reconciliarse con sus enemigos”

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