lunes, 1 de noviembre de 2021

Viernes 19 de Noviembre de 2021

 

  “MI CASA ES DE ORACIÓN”

 

PRIMERA LECTURA

1MACABEOS 4,36-37.52-59

 

“Celebraron la consagración del altar, ofreciendo con júbilo holocaustos”

 

En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron: "Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo." Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno, que es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido. En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días, celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

Seguimos leyendo y meditando la historia de los Macabeos, hoy contemplamos la victoria final de Judas y sus hermanos sobre las tropas de Antíoco y la fiesta de la purificación y consagración del Templo de Jerusalén el día en que se cumplía el aniversario de su profanación por parte de los paganos. La fiesta duró ocho días y quedó institucionalizada para celebrase anualmente con el nombre de fiesta de la Dedicación (en hebreo “Hanukkah”), llamada también “fiesta de las luminarias”, porque en ella se encendían muchas lámparas.

Recordemos, que, para Israel, el Templo era signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo, por eso, aunque había tantas cosas que sanar y reconstruir a muchos niveles, para ellos les urgía recomponer el templo como signo eficaz de la unidad del pueblo de la Alianza.

 

Y es que los judíos se vieron enfrentados a lo irremediable: su joya preciosa, el orgullo de sus ojos, había sido profanado hasta el extremo. El templo había sido desacralizado por la obra impía y altanera de Antíoco Epífanes y sus secuaces. Pero nos muestra el texto de hoy que el mal no tiene la última palabra. Después de la devastación puede venir el silencio del caos y de la muerte, o pueden renacer los cantos y las esperanzas. En el fondo la opción es nuestra. Hay episodios trágicos que quieren secuestrar toda la vida: una quiebra, una enfermedad, un espantoso accidente, por ejemplo. Son hechos que nos hacen sentir radicalmente afectados, desequilibrados, debilitados y derrotados. Pero no tienen por qué ser la última versión de nosotros mismos. Ser creyente, como Judas Macabeo y sus hermanos lo fueron, es tener el valor de decir: si existe la fuerza del mal, existe una mayor fuerza, la fuerza y poder de Dios, que nos sostiene y nos levanta.

INTERLECCIONAL: 1CRÓNICAS 29,10-13

R. / Alabamos, Señor, tu nombre glorioso.

 

Bendito eres, Señor,

Dios de nuestro padre Israel,

por los siglos de los siglos. R.

 

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,

la gloria, el esplendor, la majestad,

porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R.

 

Tú eres rey y soberano de todo.

De ti viene la riqueza y la gloria. R.

 

Tú eres Señor del universo,

en tu mano está el poder y la fuerza,

tú engrandeces y confortas a todos. R.

 

OREMOS  CON EL SALMO

El salmo de hoy está tomado del libro de las Crónicas, en el se nos invita o pide que con humildad reconozcamos que todo cuanto existe viene de Dios. Del Señor recibimos todos los bienes, por eso la comunidad orante del libro de las Crónicas bendice y nos invita a nosotros también a alabar y agradecer la bondad del Señor. Dios está por encima de todos los reyes y poderosos de la tierra. Bendecido es el hombre y la mujer que confían y esperan en Él; porque el Señor es el que levanta al pobre y desvalido para sentarlo entre los grandes. 

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 19, 45-48

 

“Habéis convertido la casa de Dios en una cueva de bandidos”

 

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos"." Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Jesús, Mesías humilde y pacífico, purifica el Templo. Al entrar, echa a los que se apoderaron de la Casa de Dios para hacerla como una cueva de asaltantes. El hecho de que Jesús expulse del Templo a los vendedores de ovejas y palomas se enmarca dentro de la tradición de los profetas. El Templo es un lugar de encuentro con Dios, y no un lugar donde se comercia con los diezmos y la fe de los pobres. Expulsar a los mercaderes del Templo es un llamado al verdadero culto en justicia y misericordia, que es el que quiere Dios, y no un culto al dinero. La Casa de Dios es lugar de encuentro, alegría, fiesta y oración para el pueblo, tantas veces humillado en su dignidad y avasallado en sus derechos.  Hacia el Templo peregrinan los pobres para encontrarse con Dios que los hace libres.

Pero el Templo dejó de ser esa  casa de oración, allí escondidos esperan al acecho los mercaderes, que se adueñan de los bienes y de la vida de los más pobres. Jesús pone las cosas en su lugar. Para que el pueblo pueda disfrutar del Templo,  los mercaderes deben alejarse de él. En el Templo ahora purificado ya, Jesús enseña diariamente a un pueblo que está pendiente de sus palabras. La Iglesia, Pueblo de Dios, encuentra su razón de ser cuando se pone a la escucha de la palabra de Jesús y se dispone a vivirla. Hoy se necesita una Iglesia que, renovada por la Palabra, sea un recinto de verdad y de amor.

 

ORACIÓN

Al comenzar este nuevo día, nos levantamos en gratitud a ti y en abandono, en fe, a tu dirección a través de tu bendita Palabra. Queremos hoy descubrirte en nuestras vidas como al único y verdadero Dios; el Dios amigo, el Dios esperanza y amor, pero especialmente al Dios compasivo y misericordioso. A ese único Dios, queremos darle verdadero culto de solidaridad, justicia y fraternidad. Amén.    

 

“Cristo purifica de dos maneras sucesivas y complementarias: quitando lo que no es de Dios, y llenándolo todo con la belleza y poder de su Palabra”


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