lunes, 1 de noviembre de 2021

Domingo 28 de Noviembre de 2021

 

 “SOMOS MENSAJEROS(AS) DE LA VIDA”

 

Iniciamos hoy un nuevo año litúrgico. Cambiamos el color de los vestidos sagrados para indicar un tiempo de reflexión y de cambio; comenzamos a leer el evangelio de Lucas y orientamos nuestra reflexión hacia la experiencia de la Venida del Señor a nuestra historia como Salvador y Redentor.

 

PRIMERA LECTURA

JEREMÍAS 33,14-16

 “Suscitaré a David un vástago legítimo”

"Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: "Señor-nuestra-justicia". Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Este primer domingo de adviento sirve de puente entre el tiempo ordinario y el tiempo de adviento. El tiempo ordinario termina reflexionando sobre la segunda venida de Jesús, sobre los acontecimientos del fin de los tiempos. En esta medida el primer domingo del adviento se inaugura con el tema del final de los tiempos, y nos va a introducir en el tiempo de la espera y de la esperanza, el tiempo de adviento.

La lectura del libro de Jeremías nos sitúa en el tiempo inmediatamente posterior a la destrucción de Jerusalén en el año 587 a.C. El pueblo está desolado y empieza a tomar conciencia de su situación. Jeremías dirige su palabra profética a su pueblo para decirle que Dios no los ha abandonado, que hará regresar a los cautivos y los perdonará, se construirán de nuevo las ciudades, los campos volverán a granar y los ganados a pastar. Es esos días el Señor hará brotar en rey justo, no como los reyes que los llevaron al destierro, el cual será llamado «Dios es nuestra justicia». Vendrá un rey justo a restaurar al pueblo de Israel.

 

SALMO RESPONSORIAL:  24

R./ A ti, Señor, levanto mi alma.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este Salmo es un canto a la bondad y al amor de Dios y petición humilde de orientación y enseñanza. El cristiano sabe que el amor de Dios se hizo presente de manera nueva e insuperable en la persona de Jesús. Él es quien debe guiarlo y enseñarle la verdad que conduce a la vida.   

 

SEGUNDA LECTURA

1TESALONISENCES 3,12–4,2

“Que el Señor os fortalezca internamente, para cuando Jesús vuelva”

Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre. En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús. Palabra del Señor. 

 

REFLEXIÓN

San Pablo en esta segunda lectura a la comunidad de Tesalónica, invita a que la vida del creyente se desarrolle en la espera del  Señor, que ha de volver. En un primer instante se menciona el mandamiento del amor, el cual debe ser puesto en práctica no sólo entre los cristianos, sino especialmente extenderse a todos, es decir para los que no lo son y están alejados de Dios y de su Iglesia, los invita como el Papa Francisco hoy, a ir más allá de sus propias fronteras, para llegar con el mensaje que puede transformar el corazón de las mujeres y hombres. Pero para eso es necesario sumergirnos en una constante renovación interior, nos insta a que debemos pedir y buscar a Dios; esta renovación nos va a ayudar a  que el centro de nuestra vida sea vivir y compartir el amor de Dios, que se hace misión y servicio en nuestro caminar.  

 

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 21,25-28.34-36

 “Se acerca vuestra liberación”

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre." Palabra del Señor.



REFLEXIÓN

El texto del evangelio de hoy es un texto difícil: la liberación llega. En los versículos anteriores Lucas nos hablaba del asedio a Jerusalén (21,20-23). Ahora, alude a la segunda venida de Jesús: es decir a lo que llamamos la parusía. El discurso de Jesús es apocalíptico y adaptado a la cultura de su tiempo (apocalipsis no significa catástrofe, como tendemos a pensar, sino revelación), y nosotros tenemos que releer esas señales del mundo natural en el mundo de la historia, que es el lugar en que el Espíritu se manifiesta. La segunda venida del Señor revelará la historia a sí misma. La verdad que estaba oculta aparecerá a plena luz. Todos llegaremos a conocernos mejor (1Cor 13,12b).

En nosotros existe la angustia, el miedo, no causados por “las señales en el sol, la luna y las estrellas”. Nuestras angustias e inseguridades están causadas más bien por las crisis económicas, por los conflictos sociales, por el abuso del poder, por la falta de pan y trabajo, ahora por enfermedades como el Covid 19, por la frustración... de tantas estructuras injustas, que solo podrán ser removidas por el paso -del amor de Dios y su justicia- en el corazón del ser humano.

El mensaje de Jesús no nos evita los problemas y la inseguridad, pero nos enseña cómo afrontarlos. El discípulo de Jesús tiene las mismas causas de angustia que el no creyente; pero ser cristiano consiste en una actitud y en una reacción diferente: lo propio de la esperanza que mantiene nuestra fe en las promesas del Dios liberador y que nos permite descubrir el paso de ese Dios en el drama de la historia. La actitud de vigilancia a que nos lleva el adviento es estar alerta a descubrir el “Cristo que viene” en las situaciones actuales, y a afrontarlas como proceso necesario de una liberación total que pasa por la cruz.

Por eso el Evangelio nos llama a “estar alerta”, a tener el corazón libre de los vicios y de los ídolos de la vida (la conversión), para hacernos dóciles al Espíritu de Cristo que habita las situaciones que vivimos en nuestro entorno. Nos llama a “estar despiertos y orando”, porque este Espíritu se descubre con una Esperanza viva, punto de encuentro entre las promesas de la fe y los signos precarios que hoy envuelven esas promesas. La esperanza es una memoria que tiende a olvidarse, se nutre con la oración, nos adhiere a las promesas de la fe y nos inspira, cada día, la búsqueda de sus huellas en las señales del tiempo. La Esperanza cristiana se hace por nuestra entrega a trabajar para que las promesas se verifiquen en nuestras vidas.

El adviento es tiempo de preparación de espera. Jesús cumplió las promesas del Antiguo Testamento con su vida y predicación. Esperamos que él vuelva a juzgar la creación. Es ese momento el que esperamos, y para ese momento en que creemos que la justicia, que la igualdad, que la solidaridad se impondrán.

ORACIÓN 


Al comenzar, este nuevo año litúrgico, hoy con primer domingo de Adviento, que nos prepara para celebrar con gozo el nacimiento del niño Jesús, te damos muchas gracias, gracias por el camino e itinerario, bíblico y litúrgico que terminamos el domingo pasado. Concédenos, Padre Bueno, tu Espíritu Santo, para esta nueva caminata litúrgica que iniciamos hoy, en clave del gran jubileo de la misericordia; concédenos ser libres, de toda incredulidad, orgullo, arrogancia y vanagloria, nos preparemos en este adviento para seguirte acogiendo en nuestras vidas como la única y verdadera felicidad. Oramos, damos gracias y bendecimos la vida de Mireya Barahona en su cumpleaños. Amén.   

  

“El Señor quiere llegar a nuestra vida y quedarse para siempre. Vale la pena tomar en serio el adviento donde no estamos llamados solo a esperar sino a tener esperanza porque cuando cultivamos la esperanza no solo rechazamos un mal sino que aguardamos un bien en nuestra vida, el gran bien, Jesucristo”

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