lunes, 1 de noviembre de 2021

Domingo 07 de Noviembre de 2021

 

 “DAR Y DARSE NO TIENE LÍMITES ANTE LOS OJOS DE DIOS”

 

Las dos viudas que aparecen en las lecturas de hoy tienen en común algo más que su viudez. En ambas brillan la generosidad, la capacidad de arriesgar algo en el nombre de Dios, y el poder ver más allá de lo que alcanzan nuestros ojos. La fe alarga la mirada, porque la mirada del cuerpo llega únicamente hasta decir: "Se está acabando la harina" ó "Sólo me queda este par de monedas." La fe en cambio ve que el Dueño de la harina es también mi Dueño, y que el Dios de toda riqueza es el que recibe mis limosnas.

 

PRIMERA LECTURA

1REYES 17, 10-16

 

“La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías”

 

En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba." Mientras iba a buscarla, le gritó: "Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan." Respondió ella: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos." Respondió Elías: "No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra". Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

La primera lectura tomada de  1Reyes nos presenta el caso de una viuda que comparte lo poco y único que tiene con el profeta Elías. El pasaje está ambientado en una sequía que el mismo profeta había pedido a Yavé para Israel. Ante una situación tan extrema, todo el mundo evita gastar lo poco que tiene como una forma de mantenerse aferrado a la vida. Eso es lo que ha hecho esta viuda. Sin embargo, se ve «obligada» por el profeta a compartir con él aquello que solamente le proporcionará unas horas más de vida. Este gesto de la viuda tiene un final feliz: no faltó harina en la tinaja ni aceite en la jarra. Quiere esto significar que cuando se comparte con generosidad lo poco que se tiene, parece que se multiplicara, y ésa es una de las características principales del pobre. Donde más disponibilidad hay para compartir, donde más desprendimiento uno encuentra es entre los pobres; con toda razón se puede decir que los pobres nos evangelizan. Con razón están ellos en primer lugar en el corazón de Dios, no sólo porque es Él lo único que a ellos les queda, sino porque entre ellos, los signos de la presencia de Dios son más visibles; son ellos por medio de los cuales Dios se hace ver con mayor claridad en el mundo; ellos son el sacramento de Dios en el mundo y el testimonio permanente de cuán lejos estamos del proyecto de solidaridad y de la igualdad querido por Dios.

 

Nos encontramos en «Israel Norte», el país está pasando por una de las etapas más difíciles de su historia: la dinastía de Omrí ha ido dejando el país en la miseria; el último de los monarcas de esa monarquía, Ajab, gobierna veintidós años (nunca un largo gobierno es benéfico para ninguna institución, más frecuentemente termina por arruinarla), y también él ha hecho su aporte al desastre nacional: se casó con una extranjera: Jezabel, hija de Et-Baal, rey de Sidón, y acabó por adorar y rendir culto a Baal (1Re 16,29-31). Es fácil entonces imaginar el ambiente del país en todos sus ámbitos: político, económico, social y religioso. El autor bíblico lo simboliza en una sequía que el profeta hace venir sobre Israel. En esa situación de extrema urgencia, el profeta hará ver que sólo Yavé es la salvación para el pueblo, y que esa salvación de la que está urgido el pueblo Dios la realizará con y desde los desheredados, con los pobres. En este capítulo de Reyes  vamos a encontrar una realidad: Dios, actuando en medio de los pobres y con los pobres, llama a la construcción de un orden de cosas distinto en donde los pobres parece que fueran los únicos capaces de aportar.



SALMO RESPONSORIAL: 145

R./ Alaba, alma mía, al Señor

 

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,

que hace justicia a los oprimidos,

que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos. R.

 

El Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan,

el Señor ama a los justos

el Señor guarda a los peregrinos. R.

 

Sustenta al huérfano y a la viuda

y trastorna el camino de los malvados

El Señor reina eternamente,

tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

La alabanza expresada en este Salmo se fundamenta en el poder creador del Señor y en su bondad para con los pobres y oprimidos. Los motivos para alabar a Dios están precedidos de una exhortación sapiencial y de una “bienaventuranza”. En la primera (v. 3), el salmista invita a los fieles a no confiar en los poderosos, porque de ellos no puede venir la salvación; la segunda (v. 5) proclama la felicidad de los que confían en el Señor.

 

SEGUNDA LECTURA

HEBREOS 9, 24-28

 

“Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos”.

 

Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres - imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces- como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

En esta segunda lectura, el autor de la carta de los hebreos, nos enseña que el sacrificio, la entrega de Cristo en la cruz representa la donación última y definitiva de Jesús al Padre. Como la viuda de Sarepta y la del templo, el Buen Dios entrega lo más querido de sus entrañas, nada más ni nada menos que a su Hijo Amado. Esta entrega es la más grande manifestación del amor de Dios por toda la humanidad. Es un sacrificio completo, pleno, perfecto, que en Jesús, Dios se ha dado todo por amor. 

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 12, 38-44

 

“Esa pobre viuda ha echado más que nadie”.


En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa." Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a los discípulos, les dijo: "Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El evangelio de hoy nos presenta dos reflexiones: la primera, todavía en conexión con la del domingo anterior sobre la declaración del mandamiento más importante o, mejor, los dos mandamientos más importantes. Jesús previene a sus discípulos para que no repitan el modo de ser de los escribas que se las dan de mucho cuando en su interior no existe ni amor a Dios ni al prójimo, sólo amor a sí mismos. La segunda, está más en consonancia con la primera lectura del primer libro de los Reyes. El dar implica renuncia, desprenderse no de lo que abunda y sobra, sino desde la misma escasez.  La ofrenda de la viuda no es sólo muy generosa; es "todo lo que ella tenía para vivir." No sólo dio mucho; lo dio todo.   Darlo todo es también el rasgo distintivo del amor de Cristo que precisamente habló de "dar la vida por los amigos," como señal del amor verdadero. Jesús es extremista en su modo de amar, en contraposición a la locura de tantos seres humanos que entregan sus vidas sobre el altar del odio Cristo quiso oponer la locura de un amor que es capaz de entregar la propia vida para dar vida.

Volvamos al texto del evangelio y veamos a Jesús, que observa cómo los fieles van pasando a depositar su ofrenda para el tesoro del templo, no lo ha impresionado, como al común de los observadores, la cantidad que cada rico ha depositado en el cofre de las ofrendas; sus criterios y parámetros de juicio son completamente diferentes a los criterios mercantilistas y economicistas que se basan en la cantidad, en el binomio inversión ganancia (costo beneficio se diría hoy).

A partir de esta imagen Jesús instruye a sus discípulos y en definitiva alecciona hoy a las iglesias. Esa viuda que a duras penas sobrevive, objeto de la caridad y del recibir, a pesar de todo se pone en la fila para dar, no desde lo que le sobra, y sin intención alguna de aparentar, todo lo contrario: lo haría con cierto disimulo para que nadie viera la «cantidad» que depositó. Aun si pensáramos que ella también deposita lo que tiene con el fin de ser retribuida, y lo más seguro es que así fue, porque ya la falsa religión había alienado su conciencia, aun admitiendo eso, no deja ser un caso aleccionador que Jesús no deja pasar por alto. Mientras los demás teniendo ya suficiente para vivir desean tener mucho más, para lo cual realizan la inversión que sea, esta mujer echa lo único que tiene y seguro lo ha hecho con amor, con toda seguridad no se atreve a pedirle a Dios le multiplique esa mínima cantidad, tal vez su único «interés» es que Dios no le falte con aquello con lo cual sobrevive. Desde la óptica de Jesús, esta pobre viuda, representación de lo más pobre entre los pobres, salió del templo justificada; fue quien recibió un mayor don a cambio de su desprendimiento: la gracia divina, mas desde la óptica de un donante rico, esta mujer tendría muy poca, casi ninguna recompensa.

 El reino que Jesús proclama no puede regirse por los mismos criterios de personas como los dirigentes de Israel; el Reino se construye desde los criterios de la calidad y disponibilidad para aportar desde una genuina generosidad, desde las propias carencias, no desde lo superfluo.

 Se necesita discernir continuamente nuestro comportamiento y actitudes con aquellas personas que dan generosas ofrendas a nuestros centros religiosos comparado con aquellos que ofrecen poco o, definitivamente, no tienen nada que ofrecer, ¿quiénes son los de mayor objeto de nuestra «consideración» y aprecio? Las más de las veces nos sentimos muy a gusto con aquellos que dan más, que tienen más y mejores medios.

 La viuda del evangelio que hoy escuchamos simboliza aquella porción empobrecida de Israel, que entró en la dinámica de Jesús, que está dispuesto a dar, a darse, a entregarse con lo que tiene a la Causa del Reinado del Padre.

 

ORACIÓN

Señor Jesús, tú hoy presentas ante nuestros ojos, a estas dos humildes mujeres, que nos hablan en la liturgia de hoy de lo que es el verdadero amor, que se dona y comparte con los demás. Estas dos mujeres, son el signo de la nueva comunidad de Jesús que es capaz, de compartir, generosa, solidaria y fraternalmente. Aprendamos a dar como ellas con generosidad y alegría lo más precioso de nuestra existencia. Amén

 

“La gran virtud de los cristianos(as) y sus comunidades debe ser no brillar con su luz propia, sino brillar con la luz que viene de Dios”

 

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