Natividad del Señor
“HOY NOS HA NACIDO NUESTRO LIBERADOR:
¡FELIZ NAVIDAD!”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS
52,7-10
“Verán los confines de la tierra la victoria
de nuestro Dios”
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del
mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria,
que dice a Sión: "Tu Dios es rey"! Escucha: tus vigías gritan, cantan
a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a
coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a
Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y
verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
La lectura de Isaías
es un canto de alabanza de la próxima liberación de Jerusalén. Dos imágenes
enmarcan la lectura, por una parte la de los mensajeros que sobre los montes de
Judá traen la noticia de la próxima liberación, y gritan: ¡Yahvé reina! La
segunda imagen es la de los centinelas que prorrumpen en júbilo porque ven el
retorno de Yahvé a Sión y exclaman alborozados cómo el Señor ha consolado a su
pueblo y ha rescatado a Jerusalén. Y es que en el contexto en que se escribe el
libro de Isaías, la mayoría del pueblo de Israel se encuentra exiliado en
Babilonia, son esclavos de los asirios. Sin embargo, ven como muy positivo que
Darío asuma el poder, y ponen sus esperanzas en que el será el «rescatador»,
que les permitirá retornar a su tierra. Esta realidad es inminente, por lo que
el escritor canta ya la alegría del retorno a la tierra. Para nosotros hoy,
esos pies del mensajero anuncian el nacimiento del Señor, y nosotros, como los
centinelas, proclamamos alegres la presencia del Salvador que se hace vida en
medio de nosotros.
SALMO
RESPONSORIAL 97
R/Los
confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
porque
ha hecho maravillas:
su
diestra le ha dado la victoria,
su
santo brazo. R.
El
Señor da a conocer su victoria,
revela
a las naciones su justicia:
se
acordó de su misericordia y su fidelidad
en
favor de la casa de Israel. R.
Los
confines de la tierra han contemplado
la
victoria de nuestro Dios.
Aclama
al Señor, tierra entera;
gritad,
vitoread, tocad. R.
Tañed
la cítara para el Señor
suenen
los instrumentos:
con
clarines y al son de trompetas,
aclamad
al Rey y Señor. R.
OREMOS
CON EL SALMO
El salmo
responsorial corresponde a un himno de alabanza dirigido a Yahvé porque ha
obrado maravillas y porque ha revelado la justicia a las naciones acordándose
de la lealtad de Dios a Israel. El salmista invita a toda la creación (mar,
ríos y montes) a aclamar a Yahvé que llega a juzgar el mundo con justicia y los
pueblos con equidad. Esa felicidad la compartimos nosotros con el salmista
cuando recibimos a Jesús que llega, que nace. Él es Dios mismo que se convierte
en Buena Noticia, anuncio de salvación para todos los pueblos, que asume
nuestra condición humana y por ello estamos alegres y cantamos llenos de júbilo
y esperanza.
SEGUNDA
LECTURA
HEBREOS
1,1-6
“Dios
nos ha hablado por su Hijo”
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló
Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa
final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por
medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su
gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y,
habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de
su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que los ángeles, cuanto más
sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: "Hijo
mío eres tú, hoy te he engendrado", o: "Yo seré para él un padre, y
él será para mí un hijo"? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al
primogénito, dice: "Adórenlo todos los ángeles de Dios." Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Un decreto de amor nos cobija, una palabra de gracia nos protege, un designio de misericordia ha sido pronunciado a favor de nosotros. Es Cristo, es él, en la humildad de Belén, quien nos invita a aprender el lenguaje siempre antiguo y siempre nuevo del amor. Junto al pesebre la humanidad recomienza, en el seno de María todo tiene una nueva oportunidad, un nuevo principio.
El lenguaje que
triunfa no es el de los hombres. Las palabras humanas desfallecen
persiguiéndose unas a otras. Son como las olas, que en su vaivén viajan sin
llegar y se mueven sin cambiar. La Palabra Divina es distinta, porque tiene una
fuente y un término, a saber, el misterio de Dios, misterio que no se esconde
al revelarse pero que en su revelación nos desborda con su riqueza, profundidad
y hermosura
LECTURA
DEL EVANGELIO
JUAN
1,1-18
“ La
Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros”
En principio ya existía la Palabra, y la Palabra
estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba
junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada
de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los
hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un
hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar
testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz,
sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo
hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de
ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en
su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre
nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del
Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo:
"Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de
mí, porque existía antes que yo." Pues de su plenitud todos hemos recibido,
gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la
verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios
Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Este evangelio
de Navidad nos presenta dos elementos importantes para la vida del cristiano:
la Palabra y la Luz. La Palabra que nos viene de Dios se encarnó en Jesús hace más
de dos mil años y vino a traernos un mensaje esperanzador. Sus palabras de vida
eterna, como las describió Pedro, promueven vida digna para todos los seres
humanos. Esa Palabra que existía desde la eternidad se manifestó humanamente en
la persona de Jesús, quien habitó entre nosotros y vive hoy presente en medio
de la humanidad sufriente y necesitada. Por medio de la Palabra somos
iluminados y enviados a anunciar el Evangelio a todos los pueblos del planeta.
Jesús es esa Luz verdadera que ilumina a toda persona. El vino al mundo, pero
fue rechazado por los suyos y sigue siendo rechazado hoy por los que no
comparten su proyecto de vida. Nuestra misión como seguidores de Cristo es la
de ser testigos de esa Palabra y luz del mundo. Por eso, acoger la Navidad que
hoy celebramos con gozo y esperanza requiere acoger de verdad el mensaje que
vino a traernos el Redentor: “Ámense
unos a otros como los he amado Yo”.
Celebramos el
misterio de Jesús hecho hombre. Dios
asume la condición humana en Jesús
de Nazaret. Los
evangelios enfatizan las condición humilde de su nacimiento y señalan como
condición para ese nacimiento la aceptación profunda y consciente por parte de
José y de María, la lógica del actuar de Dios sucediendo en un pueblo pobre y
sencillo. Hermanos y hermanas, ser seguidor de Jesús es asumir su mismo camino,
el camino de la encarnación en los retos y desafíos de una cultura y de una
época; una obediencia incondicional a Dios hasta la muerte. Por eso celebrar la
Navidad no es solo un recuerdo, es luchar dentro de nuestros pueblos y nuestras
circunstancias para que la dignidad de hombres y mujeres sea respetada, para
que tengamos condiciones dignas de vida,
y por hacer de nuestros países lugares más acordes al sueño de Dios, el Reino. En
este espíritu, esencia del cristianismo, ¡Feliz Navidad para todos!
ORACIÓN
Señor, hoy celebramos con infinita alegría el
que hayas llegado al mundo para ayudarnos a entender de dónde venimos, cuál es
la razón de ser en este paso por la tierra y cómo podemos volver a amistarnos
con el Padre Creador. Que a partir de esta Navidad continuemos viviendo, con
esa misma alegría, el caminar contigo; aprendiendo a conocerte cada vez más, a
través de Tu Palabra, la oración y el verdadero encuentro comunitario y
recibiendo tu Espíritu de amor y liberación, que nos ayuda a ser y hacer más
como Tú. Amén
“Y que el Dios de la vida,
de la paz y del perdón, se haga presente en nuestros corazones, nuestras
familias, nuestras instituciones y en nuestro país”
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