“ESTAR CERCA DE LOS NECESITADOS DE AMOR”
La primera y la segunda lectura de hoy, del profeta Isaías y del apóstol Santiago, coinciden en el mensaje: merece la pena esperar, hay que
esperar, debemos esperar, porque viene nuestro Dios, él mismo viene en persona,
... Hay que tener paciencia, porque es inminente su llegada, y ya está a la
puerta...
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 35,1-6a.10
“Dios viene en persona y os salvará”
El desierto y el yermo se
regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de
narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza
del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro
Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a
los cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios,
que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará." Se
despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un
ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Volverán los rescatados del Señor,
vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y
alegría. Pena y aflicción se alejarán. Palabra de Dios
REFLEXIÓN
El tono de este tercer domingo de Adviento es de muy grande consuelo y
de especial alegría. El Adviento es un ejercicio de esperanza, una mirada hacia
el futuro, y en ese sentido, supone el esfuerzo de ver más allá del presente.
Ese esfuerzo es necesario porque no nos gusta. Una persona plenamente feliz en
su presente no tendría cómo vivir un Adviento. Por eso el Adviento tiene una
nota de dolor, una nota que nace de la conciencia de que este momento es
incompleto, insatisfactorio, insuficiente. Por todo ello necesitamos palabras
de ánimo como las de este domingo.
Y la primera gran nota de alegría en
este domingo la da Isaías, el gran profeta del Adviento cristiano. Se resume en
la expresión imponente: "Dios viene en persona." Esto se cumplió a la
letra en el Nacimiento de Cristo, en su vida cargada de frutos de amor y sobre
todo en su Pasión redentora y gloriosa Resurrección. Subrayemos lo que se nos
está anunciando, porque no hay otro anuncio igual en otras religiones o
filosofías: he aquí a un Dios que, sin necesitarnos, nos busca, y sin ganancia
para él ofrece a su Hijo por salvarnos. ¿Tiene el Dalai Lama algo semejante
para contarnos? ¿Soñó Marx algo parecido? ¿Mahoma creyó posible algo así?. Sólo
el Dios de la vida en su generosidad y amor por nosotros lo hace.
SALMO RESPONSORIAL: 145
R./Ven, Señor, a salvarnos.
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este Salmo es un canto de alabanza al reinado de Dios en favor
de los necesitados.
Jesús proclama el reinado de Dios y lo
presenta con sus obras de compasión y de poder.
SEGUNDA LECTURA
SANTIAGO 5,7-10
“Manteneos firmes, porque la venida del Señor
está cerca”
Tened paciencia, hermanos, hasta la
venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra,
mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros,
manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. No os quejéis,
hermanos, unos de otros, para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la
puerta. Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los
profetas, que hablaron en nombre del Señor. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La segunda lectura, del apóstol Santiago, invita a la alegría
también en un tono distinto, más discreto, si se quiere. Su frase de hoy es:
"mantengan firme el ánimo, porque la venida del Señor está cerca." Y
para darle firmeza a nuestro ánimo nos invita a mirar la obra de la lluvia en
los campos. Cada gota parece insignificante e incluso un solo aguacero es del
todo insuficiente, pero la sucesión de lluvias logra el milagro de la cosecha. Saber
valorar las gotas humildes y las lluvias breves; saber confiar en lo que sucede
en el secreto de la tierra, más allá de lo que ven nuestros ojos: algo así es
el Adviento, algo así es la vida humana misma.
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 11,2-11
¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que
esperar a otro?
En aquel tiempo, Juan, que había oído
en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus
discípulos: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a
otro?" Jesús les respondió: "Id a anunciar a Juan lo que estáis
viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan
limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les
anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!"
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar
a la gente sobre Juan: "¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una
caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo?
Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?,
¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está
escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino
ante ti." Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el
Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él."
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El evangelio de Mateo nos presenta la llamada «prueba
mesiánica». Juan el Bautista desde la cárcel manda emisarios para preguntarle a
Jesús si es él el esperado o si deben esperar a otro. Jesús no responde con
pruebas teológicas, ni con citas bíblicas
o con dogmas o doctrinas, sino
que se remite y remite a los consultantes a los puros hechos, que pueden ser
«vistos y oídos»: «los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan
limpios... y a los pobres se les anuncia el Evangelio, la Buena Noticia». Estos
«hechos», estas buenas noticias, son la prueba de identidad del Mesías. Y tienen que ser, la prueba de identidad de
quienes sigan al Mesías, al Xristós, o sea «cristianos». Sólo si nuestra vida
produce esos mismos hechos, sólo si somos «buena noticia para los pobres», sólo
entonces estaremos siendo seguidores de aquel Mesías, o sea, verdaderos «cristianos».
Y planteémonos por otro lado si la
vida humana tiene tantas cargas de insatisfacción y por consiguiente tantas
razones de búsqueda, y si viene Cristo y se presenta ante nosotros con todo su
mensaje de amor y redención, ¿cómo esquivar la pregunta que hace Juan Bautista
desde la cárcel? Hacia Cristo Señor se dirigen nuestros ojos y las palabras
sencillamente brotan: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a
otro?"
Hoy, sobre todo en el mundo llamado
"desarrollado," muchos tienen una respuesta equivocada a esa
pregunta: "hay que esperar a otro;" o si no: "ni era Cristo ni
hay que esperar a nadie." Corrientes como la Nueva Era y el gnosticismo contemporáneo; lo hacen,
así pues, es un hecho que mucha gente ha respondido a la pregunta del Bautista
en la dirección opuesta al Evangelio. Y volvemos a reiterar que
Cristo no respondió a la pregunta con palabras sino con obras. Las razones de
esperanza que envió a Juan Bautista fueron simplemente los hechos que estaban
aconteciendo a ojos de todos, nuestra esperanza, y nuestra alegría, no nacen de
discursos bien arreglados, sino de experiencias vivas y reales de amor, de
gracia y de salvación.
ORACIÓN
Maestro Bueno, agradecemos el nuevo día que tú nos regalas,
sabemos que tu eres el centro y el corazón de la historia, que todo viene de
ti, pero también que todo en ti, tiene plenitud. En este nuevo día confiados en
tu bendición queremos esperar serenamente tu acción redentora en nuestras
vidas. Ven a nosotros en este nuevo día y nuevo Adviento y continúa tu obra
liberadora en todos nosotros. Amén.
“Nuestra esperanza y alegría,
no nacen de discursos bien arreglados, sino de experiencias vivas y reales de
amor, gracia y salvación”
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