domingo, 1 de diciembre de 2019

Jueves 19 de Diciembre de 2019


“MUCHOS SE ALEGRARÁN CON SU NACIMIENTO”

Las lecturas de hoy nos presentan el anuncio de dos nacimientos y dos fortalezas. La llegada de cada ser humano a este mundo es una inmensa pregunta al futuro. La Historia misma es ante todo el tejido de las decisiones, pequeñas o grandes, que vamos tomando, y por ello la voluntad de cada persona es un elemento más de libertad para el conjunto de la humanidad. En este caso los dos nuevos seres humanos tendrán una característica en común: una inmensa fortaleza. La proverbial fuerza física de Sansón y el poder de la denuncia  hacen pareja en estas dos lecturas de hoy.

PRIMERA LECTURA
JUECES 13,2-7.24-25ª

“El ángel anuncia el nacimiento de Sansón”

En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: "Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos."
La mujer fue a decirle a su marido: "Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte."" La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
En las horas de mayor opresión, cuando todos los caminos parecen cegados, Dios viene en auxilio de su pueblo, aunque lo hace de una manera imperceptible: concede un hijo a una pareja infértil. Con aquel niño, Sansón, el Espíritu de Dios traerá alivio a su pueblo subyugado por los filisteos. El nacimiento de un niño despierta muchos sueños, pero también muchas aprensiones, sobre todo cuando la salud está mermada, crece el desempleo y no hay perspectivas halagüeñas de futuro. Los tiempos en los que se recomendaba una prole numerosa han cedido a las razonables recomendaciones de evitarlos a toda costa, debido a la incertidumbre que reina en los diversos órdenes de la vida. Los hijos pertenecen a un proyecto de vida razonable, no a la casualidad. Ellos son los depositarios de nuestras esperanzas e igualmente quienes proseguirán los proyectos de una vida mejor, más humana y equitativa. Abramos la ventana a la esperanza. Abramos los ojos a la vida que Dios hace florecer entre las esterilidades humanas. Dios nos abre las puertas a la esperanza.
SALMO RESPONSORIAL: 70
R. / Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R.

Contaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.

OREMOS CON EL SALMO

El salmista apela a su larga experiencia de anciano para expresar, en medio de la aflicción, su confianza inalterable en la ayuda del Señor. Él quiere dejar un testimonio de la gracia de Dios a las generaciones venideras.  Mezcla la petición con la acción de gracias. 
La comunidad en su oración también recurre a la memoria del pasado, expresa en el presente su fe y su confianza, y apoyada en la esperanza tiende la mirada hacia la consumación definitiva del Reino de Dios.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 1,5-25
“El ángel Gabriel anuncia el nacimiento de Juan Bautista”
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto."
Zacarías replicó al ángel: "¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada." El ángel le contestó: "Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento." El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: "Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Ayer contemplamos en la liturgia de la Palabra el anuncio del nacimiento de Jesús a José. Hoy le corresponde el turno a Zacarías, padre de Juan el Bautista. Lucas, cuyo relato es propio de su evangelio, pone especial énfasis en la ancianidad de Zacarías e Isabel y en la esterilidad de ésta; también en el carácter sacerdotal de Zacarías. No sólo nos dice que es anciano y sacerdote, sino que el anuncio del ángel Gabriel acontece en el Templo, cuando Zacarías está de servicio. Isabel y  Zacarías representan simbólicamente las instituciones del Primer Testamento, las cuales, por estar ya caducas y estériles, son renovadas y “fertilizadas” por el Espíritu de Dios. Zacarías e Isabel representan al resto de Israel que espera la venida del Mesías. Juan y Jesús serán, entonces, los eslabones que articulan la historia de la salvación. El anuncio del ángel deja a Zacarías sin palabra, porque el silencio es la actitud reverencial y de expectativa frente a Dios. Silencio, esterilidad, ancianidad, son símbolos de un pueblo que a pesar de todo confía enteramente en las promesas de Dios. – Abramos el corazón para que podamos percibir la presencia fascinante de Dios que viene a anunciarnos buenas y grandes noticias de liberación para nuestro pueblo.

ORACIÓN
Señor hoy nos muestras como a pesar de nuestras esterilidades, existe vida y esperanza, que no debemos dudar sino confiar siempre en tus promesas. En este tiempo nos muestras  que naciste de una mujer en el seno de una familia, pero que procedes del mismo Dios, has logrado impregnar el mundo de tu verdadera esencia:  justicia, misericordia, unidad, paz, amor , servicio;  imprégnanos también de ti y del propósito de luchar por sembrar y construir un mundo diferente. Amén.  


“No sigamos tan distraídos(as) sin darnos cuenta que hemos nacido con una misión, por la que debemos ser motivo de alegría”

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